You're ugly too |Frerard|

Doce

—¿Qué ocurre?

—¿Pensaste en lo que hablamos?

—¿Tu trato donde probablemente salga herido en muchos sentidos?

—Todavía no te he dicho qué quiero, no exageres.

Me crucé de brazos enderezándome y mirándolo desde arriba, no confiaba en él para nada pero quería escuchar qué quería. 

—¿Entonces?

—Siéntate.

Nos detuvimos cerca de una banca y nos sentamos en cada extremo de ésta quedando un tanto separados, crucé mis piernas y me recargué en mis manos para escucharlo atenta y directamente. Traía una sudadera negra que le quedaba dos o tres tallas más grande de lo que era, sus ojos seguían sin tener siquiera el brillo que se tiene comúnmente y hasta ahora me percaté del pequeño aro que tenía en la parte inferior de sus labios.

—Prosigue -dije moviendo una mano.

—Eres bueno en química, ¿Cierto?

Fruncí el entrecejo y comencé a balbucear.

—Hum, sí, eso creo.

—Cool —dijo y ladeé la cabeza confundido.

—No te entiendo.

Frank puso los ojos en blanco y se frotó la cara exasperado. No quería hacerlo enojar pero no entendía nada de lo que trataba de decirme, tampoco quería lidiar con su carácter a ésta hora.

—Tutorías Gerard, busco tutorías de química. No voy tan bien como debería y necesito subir mi promedio.

Volví a fruncir el ceño y él esperó una respuesta de mi parte.

—¿Y por qué yo? O sea, hay muchas personas que son mejores. Claro, se me facilitan muchas cosas por mi buena memoria pero en definitiva hay personas que saben más, de ejemplo te pongo a Ray.

—¿Quieres que Thom sepa de ti o no?

—Él sabe de mí, hemos hablado muchas veces —dije con un tono algo burlón, Frank alzó una ceja y se cruzó de brazos. -No entiendo por qué precisamente yo, es como si quisieras torturarme.

Nos quedamos viendo unos largos segundos, era una guerra de miradas la cual no estaba dispuesto a perder. Pero comenzaban a arderme los ojos.

—¿Y bien?

—¿Cómo sabré que esto dará frutos? Es decir, en serio me parece muy raro que te ofrezcas con eso por simples tutorías.

—No soy un árbol como para darte frutos, ¿qué pasa contigo?

Ahora fui yo quién se llevó las manos a la cara y solté un bufido. Al parecer también era idiota. 

—¿Cómo sabré que al final Thom y yo estaremos juntos? ¿cómo sabré si esto funcionará?

—Bueno, no esperes a que todo lo haga yo y que todo salga perfecto, pero si aceptas ayudarme... Probablemente te consiga una cita —dijo y una sonrisa amplia apareció en mi rostro. —Aunque es sumamente estúpido y no puedo creer que esté cayendo tan bajo contigo. 

Eso último obviamente lo había dicho para él mismo y traté de ignorarlo, era imposible no imaginarme una cita con Thom. Nuestro primer beso, nuestra primera caminata por la playa, las risas, los abrazos, ¡Toda una vida juntos!

Estaba muy enamorado de él.

-No lo puedo creer. 

Asentí.