Cuarenta y nueve

315 35 10
                                    

Estaba en el trabajo como cualquier otro día de la semana, ya me había acostumbrado a este nuevo ritmo de vida y el jefe me dejó agarrar un cómic que me gustó porque estaba haciendo bien las cosas. Todo iba medianamente bien, incluso había una posibilidad de que Ray entrara a trabajar en las mañanas ya que él iba a estudiar por las tardes y así cubriría mi turno. 

Media hora después de que el lugar se tranquilizara y no quedara más que una persona que estaba viendo unos mangas, me quedé detrás del mostrador esperando algún indicio de compra, fue cuando mi teléfono comenzó a vibrar en mi pantalón, porque usualmente no lo tenía con sonido en la tienda. 

—¿Diga?

Gerard, soy mamá. Necesito que vengas de inmediato a la casa, sucedió algo. 

Me extrañó muchísimo que mi madre me llamara por teléfono, más a estas horas. 

—¿De inmediato? Estoy trabajando mamá, ¿es algo...?

—Sí hijo, es muy urgente -me interrumpió con la voz entrecortada. No sabía si era su voz realmente o la línea. 

Decidí hacerle caso y hablarle a mi jefe para poder salir, afortunadamente se encontraba en el segundo piso haciendo otras cosas. Le expliqué la situación, deseando por dentro que no fuese algo muy grave, pero no sabía que esperar porque iba con la mente en blanco rogando internamente al chofer del autobús manejara de prisa. 

Cuando estuve cerca de mi casa corrí hacia la puerta, la cual estaba sin seguro y me encontré con mi mamá sentada en el sofá, con la cabeza gacha junto a sus manos cubriendo su rostro. Mikey estaba a unos metros tecleando en su teléfono veloz, entonces decidí acercarme a él con pasos suaves, frunciendo el ceño. 

Helena falleció.

***

Fue un golpe bastante inesperado. A mi abuela le había dado un infarto ocasionado por la edad, y ninguno de nosotros terminaba de procesar la nueva información. Estaba perplejo, tenía quizá un mes que no la visitaba, pero no era porque no quisiera, sino porque había estado metido en tantas cosas casi al mismo tiempo que se me hacía imposible pensar en algo más. Pero a pesar de eso había hablado con ella hace dos semanas por teléfono, cuando mi mamá había ido a ayudarle con su despensa. En esa llamada le había dicho que la quería mucho, y que pronto iría. Helena me había respondido que eso esperaba, porque quería comer unos panecillos con queso adentro que tanto nos gustaba a ambos. 

Ahora me encontraba vistiéndome con un traje porque iríamos a la funeraria, ya que quienes estaban encargándose de todo eran mi padre junto a mis tíos y Mikey, pues eran los que estaban más calmados sobre la situación. Mamá en cambio, seguía incrédula, las lágrimas no paraban de salir de sus ojos y traté de ser un soporte emocional porque sentía que no podía hacer algo más en ese instante. 

Había entrado a un estado automático y no había querido hablar con nadie más porque no sabía que decir. El último mensaje que había mandado, a Frank precisamente, era diciéndole que había un problema en la familia cuando iba llegando a casa, y ya no alcancé a leer su respuesta porque la pila se me había agotado. Después, no había podido conectar el teléfono porque estaba muy ocupado con Donna. 

—Fue horrible Gee, aún no sé cómo logré hablarle a tu papá para que llegara —dijo limpiándose con un pañuelo cuando terminé de darle la dirección al taxista. —¿Te imaginas si no hubiese llegado? Tenía un presentimiento de algo pero nunca imaginé lo que encontraría. 

Aunque la escena no fue tan trágica, porque mi abuela parecía estar dormida cuando ella llegó a verla, Donna tenía razón. Helena vivía sola y usualmente se llenaba de actividades o se iba a visitar a sus otros hijos para sobrellevar el tiempo. Pero al menos ya tenía tres días que no estaba con nadie. No me quise crear más ideas, no quería sobrepensar las cosas, sólo volví a abrazarla mientras esperábamos llegar a nuestro destino. 

You're ugly too |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora