Once

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—¿Aceptaste?

Mostré los dientes y Raymond puso los ojos en blanco. Estábamos en mi casa viendo un maratón de Malcolm in the middle y aproveché a comentarle el asunto cuando Carol se levantó a preparar más palomitas de maíz. Mikey la acompañó para traer golosinas y ambos nos quedamos en el suelo esperándolos.

El clima estaba fantástico pero puede que lo haya arruinado un poquito al decirle lo que ocurría con el enano gruñón.

—No fue un "sí" definitivo, fue más como un "okay, nos vemos". Literalmente.

—Estás muy enfermo Gerard. 

—¿Quieren que les ponga caramelo? —gritó mi prima desde la cocina.

Ray y yo nos quedamos mirando unos segundos, resoplé y me levanté.

—Ahora vuelvo, no quiero que haga alguna aberración.

—Eres tan egoísta, a mí sí me gusta.

Le lancé un beso y me encaminé a la cocina, mi hermano estaba sentado en la barra robando comida, Carol agarró una cuchara de madera y lo amenazó. Dijo que si no le dejaba a los demás (o sea nosotros) lo perseguiría por toda la casa.

Cuando Ray se fue me encerré en mi habitación, pensaba en las palabras de Frank y en cómo podría estarme metiendo en un problema. Realmente no lo conocía y no sabía lo que era capaz pero si era amigo del propio Thom no debería ser malo. Es decir, hemos estudiado toda la preparatoria juntos pero en realidad no lo había tratado hasta ahora que ya vamos de salida, prácticamente. Y casi lo mismo pasaba con Thomas, ya que había estado enamorado de él desde primer año, desde la primera vez que lo vi en los cursos, pero no pasaba de simples saludos o pequeñas charlas sin profundidad.

Sacudí la cabeza para dejar de pensar en todo aquello y seguí dibujando, Ray había checado las convocatorias de una universidad en mi computadora haciendo que yo viera la variedad de carreras y que por fin me decidiera en algo pero se me hizo imposible.

Era un total desastre andante.

Dos toques en la puerta me hicieron alzar la mirada, dejé el lápiz a un lado de la hoja y arrastrando los pies abrí un poco la puerta. La castaña de ojos color mar apareció del otro lado con el libro de poemas que Lynz me había obsequiado y sonrió de una forma débil.

—Lo siento, es que tengo uno igual pero está en mi casa.

—No te preocupes.

Carol me entregó el libro y bajó lentamente la mirada, algo malo sucedía con ella, la sonrisa que me había regalado no era la misma a las que usualmente hacía así que la dejé pasar, le dije que se sentara en uno de los puff y agarré otro para estar a su lado. Eran aproximadamente las nueve de la noche, la luz de la luna se filtraba por una abertura que tenía la cortina de mi ventana y poco a poco abrazó sus piernas.

—Mamá y papá se van a divorciar. 

Tensé la mandíbula y escuché cómo salía un sollozo de sus labios, me partía el alma ver a alguien llorar. Al final terminaba haciendo lo mismo.

—Lo siento mucho.

—Viví engañada todo el tiempo Arthie, no sabes lo feo que siento aquí.

Señaló su pecho justo por encima de su corazón y alcancé su mano libre para agarrarla y apretarla.

—No querían decirte por tu bien, supongo.

—Pero ahora se ve tan malo, mis propios padres me ocultaron eso y es algo de mucha magnitud, ahora, ¿qué puedo esperar de los demás?

You're ugly too |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora