Veintiséis

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—¿Podemos hablar?

—¡Arthie!

Carol dejó lo que estaba haciendo para mirarme, se levantó del suelo y se arrojó hacia mí. Sonreí apretándola en el abrazo.

Hace días que no habíamos hablado como solíamos hacer, la veía en la escuela y nos saludábamos de lejos pero no había tenido la oportunidad de acercarme a ella. Los exámenes comenzaron dando paso a la recta final del semestre y yo estaba atareado en proyectos, ensayos, resúmenes, mapas conceptuales y más exámenes. 

Hoy, sábado, estaba terminando la tarea que se entregaría el lunes, aprendí (por las malas) que dejar todo a última hora no me beneficiaba en nada y por el contrario, me atrasaba más. Pero decidí detenerme cuando me di cuenta que no estaba haciendo las cosas bien porque me distraía en otro asunto.

O mejor dicho, en una persona.

Últimamente no podía estar cerca de Frank sin que me embobara viéndolo.

¡Me embobaba viéndolo!

Era sumamente extraño todo lo que pasaba en estos días, me sentía muy raro, y creo que sólo era yo porque quería estar todo el tiempo a lado de Frank abrazándolo, escuchándolo, mirando su perfil y tocar su suave y hermoso cabello a pesar de que a él no le gustaba que lo hiciera.

Estaba diciendo cosas cursis hacia su persona y no me gustaba eso. No entendía porqué lo veía tan distinto, antes no hubiese admitido que Frank era atractivo o algo, simplemente Frank había sido Frank para mí.

Y ahora me costaba verlo sin soltar un suspiro o pensar en tonterías. Me sentía tan abrumado y asqueado. Quería terminar con todo aquello. Era como si otra ansiedad se apoderara de mí junto con nerviosismo y cosas en mi interior. 

Me sentía mal, estaba mal.

Entonces decidí visitar a la única persona que conocía más sensible en este aspecto y que podría ayudarme ya que llevaba casi una semana así después de aquél día donde me quebré ante él. Quizás sólo estaba confundiendo las cosas, quizás sólo estaba sentido porque había tocado un tema importante con Frank y había sido un gran apoyo para mí.

Llegué a su casa a las cinco treinta y cinco de la tarde. Me recibió la tía Meg con su característica sonrisa y me dejó pasar diciéndome que estaba en el balcón haciendo quién sabe qué.

—¿Cómo has estado?

—Muy bien, he tenido dos exámenes de biología super pesados. Y en las otras materias igual empezarán con eso. Es un horror —comentó exagerando la última parte.

—Ni me lo digas.

Carol sonrió y me invitó a sentarme en el suelo como ella estaba hace unos minutos. Opté por sentarme cerca del barandal y ella me mostró el boceto que hacía de la vista que teníamos en frente. A mi prima también le gustaba dibujar.

—No soy tan buena pero debía plasmarlo más que en una foto, ¿acaso no es bello? Y el suelo frío hace que me sienta en armonía. Sensaciones mezcladas y hermosas. Esto me sirve bastante para despegarme un poco del estrés. 

—A veces eres tan hippie.

Ella me sacó la lengua y dejó sus cosas de lado. Sacudió sus manos y puso atención especial en mí.

—¿Y bien, qué pasa? Te noto algo nervioso —dijo acercándose y mirándome de arriba hacia abajo entrecerrando los ojos, aparentando sus labios.

—Un poco, si.

—Te escucho.

Tragué un poco de saliva para aclararme la garganta.

—Es... Es Frank.

You're ugly too |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora