Nunca imaginé que sería tan caótico ayudarle a Frank a empacar. Era tan desesperante doblar su ropa y ponerla en una caja grande para que él la sellara y la apilara junto con las otras que tenían lo mismo o pertenencias de Linda. Era muy masoquista de mi parte hacer todo esto, pero era la única forma de estar cerca. Ni la música que coloqué horas antes podía ayudar en casos como éste, sentía que cada cosa que tocaba me quemaba y, Jesús, no entendía cómo podía soportar tanto.
—Gee, mira.
Me levanté y sacudí parte de mi pantalón, también me estiré porque había estado todo el tiempo en una mala postura mientras que él estaba en otra parte de la habitación en cuclillas. Al acercarme ví un pequeño cofre de madera encima de sus piernas y me senté a un lado
—Oh, es una de esas cosas que las personas tienen en secreto ¿verdad?
—No sé si siga siendo un secreto porque ya lo viste, pero eres la primera persona que sabe sobre esto. Además de mis padres, claro.
Hizo de lado unos papeles y se relamió los labios. Rebuscó entre todas las cosas que tenía ahí dentro y sonrió triste al hallar su objetivo. Yo miré por arriba.
—¿Es tu papá?
—Si.
Me tendió la foto y con cuidado la agarré.
Analicé ambas caras y llegué a la conclusión de que se parecía mucho a él, tenían casi la misma nariz y boca, sus ojos se arrugaban igual al sonreír e inclusive tenían parecido el peinado. El señor Iero había sido muy apuesto, casi tanto como Frank.
En la fotografía Frank era un niño de diez años que estaba junto a su padre quien tenía una gorra de béisbol mal acomodada, lo habían capturado riendo tan ampliamente que me puse celoso de nunca haber logrado eso con él.
Traté de ignorar el dolor que golpeó mi pecho y lo miré con curiosidad.
—Aquí guardo cosas importantes y privadas que influenciaron ciertos momentos de mi vida, es por eso que tiene consigo un candado. Sé que nadie lo va a abrir y mucho menos revisar pero me gusta pensar que solamente yo tengo el poder de tener la llave. En verdad que es algo de mucho valor sentimental.
Pasé unos largos minutos sin saber qué responder y lo único que hice fue apreciar ese bello gesto de mostrarme una parte más de él.
—Así parece.
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Sonreír era lo único que me quedaba en tiempos como éste, lo peor apenas vendría y yo quería creer que era más fuerte de lo que imaginaba. Nunca había tenido que tocar madera, sabía que una persona al pasar por alguna situación fuerte cambiaba. Crecía. Nunca había colapsado y tampoco había vivido alguna tragedia, tal vez tenía demasiada suerte y me alegraba no pasar aún por cosas como aquellas porque estaba seguro de que no era algo bueno pero no quitaba el hecho de que me había preguntado muchas veces si yo podría hacerlo, si podría salir de eso.
Y no sabría que responder hasta que fuese mi turno.
Frank se había ido otra vez.
El departamento se vaciaba con cada viaje y yo estaba ayudándole en todo. Ray, Mikey y Carol decían que era muy tonto pero no lo hacía con ese propósito, ¿a quién le gustaría estarse clavando una daga todo el tiempo?
Cuando regresó estaba emocionado e inquieto, a partir de las doce de la noche saldrían los resultados y por fin sabríamos si había quedado o no. Ese día me pidió quedarse a dormir en casa lo cual acepté de inmediato, sabíamos perfectamente que dormir sería lo último que pasaría por nuestra cabeza pues esperaríamos hasta esa hora para saber lo que tanto habíamos trabajado y como locos nos pusimos a actualizar la página de la escuela cada diez minutos. Preparé palomitas de maíz y compramos refrescos, hablamos de tonterías y cuando llegó el momento nos pusimos más serios de lo normal.
—De acuerdo, aquí pide el número de ficha que sacaste al presentar tu examen, ¿cuál es?
Frank asintió y rebuscó entre sus cosas rápidamente, sacó un papel y me lo dio con la respiración agitada.
—Se cuidadoso, no me rompas el corazón.
Rodé los ojos y tecleé el número que estaba impreso en la hoja, antes de dar enter volteé a verlo y puse una mano encima de la suya.
—Antes que nada quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti, has logrado mucho hasta ahora y una prueba no mide el nivel de inteligencia que tienes, Frankie. Nunca te subestimes.
—Si Gee, gracias.
—Okay, aquí vamos.
Ambos cerramos los ojos y presioné el botón, la página cargó y arrojó la respuesta. Yo fui el primero en mirar la pantalla, mi corazón acelerado hacía aumentar los nervios que tenía y por poco comenzaba a hiperventilar. De repente sentí que el tiempo se detuvo y volteé a ver al castaño para mirarlo cruzar los dedos y morder su labio inferior.
—Oh por Dios...
—¿Qué dice?
—¡Que estás dentro!
Grité de la emoción y me arrojé a él para abrazarlo, me correspondió con la misma alegría y miró la pantalla por encima de mi hombro.
—No puede ser posible.
—Muchas felicidades Frank.
Asintió repetidas veces y le agarré las mejillas, casi estaba sentado en sus piernas y nuestra distancia de cara a cara se había reducido notoriamente. Por poco chocábamos las narices y ninguno de los dos hacía el amago de alejarse. Yo no quería hacerlo pero tampoco quería incomodarlo.
—Te debo mucho.
—No lo haces, esto lo lograste tú.
Un Bienvenido Frank Anthony Thomas Iero Pricolo se veía enorme en la pantalla así que le tomé captura y se lo mandamos a nuestros amigos para que juntos festejáramos. Y al igual que él, Ray había ingresado a la facultad de medicina junto con Tyler a la carrera de biología. Todos estábamos satisfechos, nos habíamos quitado por el momento un gran peso de encima y decidimos ir a jugar boliche al siguiente día por la tarde. Después de la euforia del momento, nos recostamos en el suelo encima de mantas y miramos el techo hasta que uno de los dos habló.
—Siento que te he mentido todo éste tiempo.
—¿De qué hablas?
—Sí, no me he sentido bien las últimas semanas, incluso en los últimos meses pero no es necesariamente por una enfermedad o algo por el estilo.
—Entonces qué pasa Gee.
—Yo... —respiré y apreté mis manos en puños. Algo que agradecía era no verlo a los ojos. —Te extrañaré mucho Frank, es eso. No quiero que te vayas.
Estaba consiente de que la hora no era la mejor para decirle esto, ya pasaba de las dos de la mañana y todos saben que en la madrugada se pueden cometer muchos errores si eres una persona muy emocional. Y justamente yo era una de esas personas.
—Lo sé. También te he tomado mucho cariño Gerard y en verdad te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí. Pero sabes, tengo que irme, allá se encuentra mi vida.
—¿Y si existiera la posibilidad de que algo te hiciera cambiar de opinión?
—Me encantaría escucharla -dijo haciendo una pausa para luego soltar un suspiro. —Aunque ambos sabemos que nada puede evitar que me vaya. Mucho menos ahora.
—Sí, lo sé.
En ese momento no supe que odié más, si la necedad de Frank o a él en sí por hacerme esto.
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You're ugly too |Frerard|
FanfictionGerard es un chico optimista, amigable y alegre. Frank es lo contrario. Ambos llegan a un acuerdo porque Frank necesita tutorías de química, pero no creían que al final iban a coincidir tanto. Son polos opuestos, ¿Qué es lo peor que podría pasar?