Diecisiete

1K 158 54
                                    

Frank tenía razón, tal vez no me estaba esforzando tanto como para gustarle a Thom. O tal vez simplemente no le gustaban los chicos y debía resignarme. Thomas era tan transparente y a la vez tan complicado que a veces me dolía la cabeza, ¿Por qué no podía gustarle?

A veces no lo entendía.

—Quizás es mi apariencia —susurré pero a los pocos segundos negué.

Yo sabía que me veía muy bien, tenía buen autoestima y estaba seguro de mí mismo pero algo pasaba. De todas formas había estado pensando en cambiar el color de mi cabello, estaba entre regresar al negro o probar con un rojo intenso. Uno más brilloso que el de esa chica. Pero no era para compararme, quizás necesitaba quitarme el rubio que había tenido por casi dos años o ¿más? ¿menos?

Ya no recordaba.

Volví a abalanzarme en el columpio y el aire chocó en mi cara. El parque estaba poco lleno, las personas pasaban y pasaban sin detenerse, los niños iban en sus bicicletas o en sus patines y yo era el único que estaba ocupando uno de esos columpios que se veían algo desgastados y tenían la pintura un poco deslavada. Mi mirada estaba pegada en mis pies, me movía un tanto descoordinado pero no me importaba en lo absoluto.

No quería admitirlo pero me encontraba tan desanimado como para estar en casa.

Entonces el columpio a mi lado se ocupó y pensé rápidamente que se trataba de un niño pero al levantar la mirada me encontré con unos ojos avellanas que conocía perfectamente.

—¿En verdad te afectó?

—No, sólo vine a observar niños. Es mi pasatiempo favorito, deberías intentarlo.

Frank sonrió de lado y negó. Aún le costaba realizar ese gesto pero poco a poco iba soltándose conmigo.

—Estás enfermo, ¿sabes? Esto en ningún panorama puede escucharse bien. 

Comenzó a moverse de atrás hacia adelante y lo miré directamente. Bastó un rato más para que le imitará e inconscientemente sonreí, era como si por un momento nada pasara, sentí que el color regresaba a mi rostro, quería soltar algunas carcajadas, sentía como si me hubiese olvidado de la existencia de Thom por unos instantes. Y me de repente mi ánimo se elevó a los cielos.

Parecía fácil, sólo éramos dos adolescentes jugando en un lugar para niños con personas ignorándonos a nuestro alrededor. Siendo nosotros mismos y sin necesidad de aparentar nada. Cuando nos cansamos detuvimos los movimientos y las respiraciones se controlaron lentamente.

—Hace tiempo que no hacía esto. Hablo de subirme a un juego y casi romperme la cara, de sentir vértigo por unos segundos y después regresar a tocar el suelo con mis pies.

—Es divertido cuando no lo piensas, sólo lo haces y ya —dije y Frank asintió. La nostalgia regresó de golpe pero me dije que podía sobrellevarlo, sólo tenía que ir a casa a descansar. 

—Te doy el día libre.

El castaño frunció el ceño.

—¿No haremos nada?

—Ajá, puedes irte a casa si quieres, puedes ir a descansar o hacer tus otras tareas. Te doy un libre para alimentar tu ocio.

-Hum, está bien. 

Se agarró de las cadenas y comenzó a abalanzarse otra vez. Sonreí abriendo la boca e incliné un poco la cabeza.

—¿No te irás?

—No. Prefiero seguir aquí que ir al departamento a estar solo sin hacer nada. Por lo menos acá puedo respirar aire fresco.

Sonreí y fijé mi vista hacia el cielo, las nubes se comenzaban a tornar grises y el aire corría un poco más fuerte.

—Genial.

Al sentir mis labios resecos pasé la lengua sobre ellos, Frank pateó una roca que estaba por sus pies.

—Se acerca tu cumpleaños ¿cierto?

Asentí.

—En realidad no pienso hacer algo importante. Sólo quiero comer pizza con mis amigos y hablar de tonterías.

—Como cualquier otro día, prácticamente.

—Sí... pero con el motivo de cumplir los dieciocho y por fin ser más grande que tú. No sólo de estatura.

El puño de Frank impactando en mi hombro no se hizo de esperar y me sobé riendo, no había dolido nada pero fingí que así había sido porque ya era una costumbre.

—Jódete.

El castaño rió pero no dijo más, el único ruido que se escuchaba era el de las cadenas moverse y las voces de los niños que estaban a lo lejos. Vi que había colgado su mochila en otro columpio y después lo miré a él, exactamente su perfil. Su nariz era un poco respingada, el cabello ya casi le llegaba a los ojos así que trataba de peinarlo hacia atrás o a un lado. Tenía un arete negro en la oreja derecha, se le veía muy bien y la mayor parte del tiempo se escondía entre su cabello. Se había quitado el aro de sus labios. 

Sus ojos se veían más oscuros de lo normal.

—¿Puedo preguntar algo?

—Si puedes.

Suspiré y me preparé mentalmente para cualquier respuesta que me diera.

—¿Has tenido alguna pareja? Es decir, nunca te he visto con alguien en la escuela pero, ¿fuera de ella lo has tenido, o antes? —pregunté mirándolo directamente y él no hizo ninguna expresión. —Y no me digas que no has tenido porque no te voy a creer.

Frank se tomó su tiempo. Tenía mucha curiosidad puesto que nunca antes habíamos tocado ese tema con él exactamente, también estaba nervioso de lo que podría decir y es que no me lo imaginaba siendo cariñoso con alguien.

—Sí, he tenido un noviazgo hasta ahora. Pero como verás no funcionó y en realidad no me importa en lo absoluto.

—¿Hace cuánto pasó?

—No recuerdo exactamente, ¿por qué quieres saber?

Me encogí de hombros.

—Curiosidad —admití.

—Como sea, duré muy poco con Trevor. Había mucha desconfianza y el "amor" desapareció —dijo haciendo comillas. —Aunque en primer lugar no sé si fue amor, no sentí gran cosa y la verdad creo que sólo era atracción física. Después se volvió un fastidio, fue un asco.

Abrí la boca sorprendido.

—No sabía que te gustaban los chicos.

Frank se encogió de hombros.

—Qué hay de ti, ¿siempre has estado enamorado de Thom? ¿O has hecho algo más?

—También he tenido sólo un novio y también resultó un desastre. Era primerizo y bueno, lo terminé por vergüenza hacer algo incorrecto. Tenía trece años y quería experimentar, pero sólo era un niño y no hice gran cosa, después entramos a la preparatoria, conocí a Thomas y lo demás ya lo sabes.

Frank apretó los labios. No sé si quería decir algo más pero optó por quedarse callado y nos quedamos viendo unos largos minutos hasta que un trueno nos hizo voltear hacia arriba. El cielo estaba completamente de gris, los árboles se movían al compás del aire que incrementaba cada segundo.

—Es hora de irnos.

Nos levantamos y agarramos nuestras cosas. Comenzamos a caminar rápidamente para buscar algún refugio, el agua ya caía encima de nosotros y no teníamos suficiente dinero para irnos en autobús. Además de que se había iniciado un tráfico aparentemente pesado para los que tenían automóviles.

Pasamos por un estacionamiento casi vacío y con las mochilas nos cubrimos la cabeza, empezamos a correr y no supe en qué momento me puse a reír, era divertido. Me estaba divirtiendo aún estando mojándome con agua helada.

—¡Ya estamos cerca, corre Frank!

—¡Eso es lo que hago pero tú te adelantas!

Reí con más fuerza y dejé que me alcanzara, no sabía que mis pisadas eran más grandes.

—Es que eres demasiado enano.

—¡Ya cierra la boca!

You're ugly too |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora