Veintinueve

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Los días pasaron, cada vez me ponía peor pero después reflexionaba alcanzando un balance en el que me convencía que debía aprovechar todo momento cerca que tuviese con Frank y no lamentarme por el resto de mis días. Entonces,  seguía ayudándole a estudiar y cada vez que me sentía agobiado o que estaba demasiado cerca me tomaba un tiempo libre para "descansar", pero sólo era para relajarme y tranquilizar mis nervios o ganas de besarle.

Así de intensa estaba la situación conmigo mismo.

En otros temas, yo no presentaría examen de admisión a la universidad pero sí tenía que realizar una especie de prueba que consistía en presentar una obra de mi autoría para que junto a la cuota entrara directamente. Por supuesto, era una institución privada pero con un buen reconocimiento a nivel académico dentro del estado, y empecé a ahorrar, a buscar algún empleo para ayudarle a mis padres con el inicio del gasto. Donald dijo que no sería necesario por el momento pero que lo tuviera en cuenta para el siguiente semestre.

Acepté gustoso.

También me había metido al comité de estudiantes para ayudar con las cosas del baile de graduación que ya estaba relativamente cerca. Tenía que mantener mi mente ocupada para no pensar mucho en mi situación sentimental.

—¿Y qué colores usarán finalmente? —preguntó Kristin cuando mencioné que hoy empezaríamos con algunos arreglos en el centro de ceremonias que tenía la escuela.

Todos estábamos en una mesa desayunando, haciendo el típico ritual de hablar sobre cualquier tema mientras comíamos pero con dos integrantes nuevos a la pandilla. Esas eran Carol y la novia de Mikey ya que últimamente estaban con nosotros.

En total éramos Ray, Mikey, Tyler, Frank, Kristin, mi prima y yo.

—Los mismos, dorado y azul. Nosotros podremos escoger la ropa que llevaremos pero estoy pensando seriamente en ir de pijama.

—Nooo, tienes que verte hermoso para ese día. Es una ocasión especial.

—Le doy la razón a Kris, las togas se usarán casi toda la mañana, de noche tienes que lucirte Arthie.

—Gerard se mira bien con pijama, ese día tienes que ir cómodo y si él quiere ir vestido así no le veo problema —respondió Frank como si de nada se tratase y llevando una fresa a su boca.

Creo que todos en la mesa conocían mi estado a excepción del castaño y solamente pusieron su mirada en mí disimuladamente. Me sonrojé, obviamente, pero Frank ni se inmutó. No sabía si sentirme agradecido u ofendido, pero detestaba que hiciera eso sin sentir nada, cuando yo estaba sintiendo todo.

—Cállate. 

—En cambio, yo no sé si asistiré. No creo estar aquí para ese día. Tal vez sólo pediré mis papeles.

—¡¿Qué?! —gritamos al unísono.

Frank se encogió de hombros.

—Estaré mudándome, no puedo perder tiempo en esas cosas.

—¿Tanto te urge irte? —preguntó Ray. —Y no es cualquier cosa Frank, las graduaciones sólo se viven una vez, quién sabe dentro de qué tiempo tengas otra.

—No es eso, en realidad me gustaría asistir sólo por ustedes pero conocen ese proceso, es pesado y muy tardado, no quiero meterme en problemas. No sé en realidad si logre llegar a ese día.

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Tontas luces, ¿por qué siempre se enredan? Es como si esas cosas endemoniadas tuviesen vida y su diversión era verme sufrir.

Volví a mirar a mi alrededor y al parecer yo era el único que batallaba con esa bola de foquitos que eran imposibles de desenrollar. Resoplé e inicié de nueva cuenta. Ya había roto algunos así que trataba de hacerlo lo más cuidadoso posible pero era inútil. Todo estaba en mi contra.

—Me rindo, yo mismo comparé otra serie. No puedo trabajar así.

Lindsey se acercó con una sonrisa. Guardé aquella porquería en una caja y la sellé para tirarla más tarde. No quería enfadarme otra vez, no quería armar un berrinche por algo que ni siquiera tenía vida.

—¿Problemas con la paciencia?

—Estoy muy alterado Lynz, no hay día en el que mis nervios no se disparen.

—¿Has intentado con té? Son muy buenos, en especial el de miel y, ¿sabías que el de lavanda es muy bueno para la inquietud?

—He tratado con métodos de relajación y no logro conseguir nada.

—¿Qué es lo que te perturba?

Me senté en el suelo y ella imitó mis actos. Se puso en una posición donde me regaló toda la atención del mundo y lo agradecí internamente.

—Un amor imposible.

—Pensé que lo de Thom ya estaba en el olvido.

—Sí lo está, ahora es con otro chico, afortunadamente —comenté sarcástico.

—Vaya. No sé qué decirte si te soy sincera.

Le resté importancia con las manos y me preguntó si podía ayudarle a seguir buscando más adornos para reutilizar. De todas formas no tenía nada más que hacer así que la seguí hasta la bodega. Terminamos la tarde organizando el evento, aún faltaba medio mes, quizás un poco más, pero el líder quería mantener todo en orden y con anticipación.

Me agradaba su compromiso y responsabilidad pero era muy cansado.

Regresé a casa en el autobús, la próxima semana Frank presentaba su examen y con ello sus nervios aumentaron. Trataba de tranquilizarlo pero solo lograba que los míos también crecieran.

Subí a mi habitación y me tiré en la cama. Estaba cansado, estresado y aún tenía tarea que hacer. Ya no quería nada, más que dormir todo el día aunque despertara con el apetito de un oso. Quería holgazanear, quería dejar todo a un lado pero me era más que imposible.

Cuando me levanté decidí darme una ducha logrando despertar y después me senté en el escritorio para empezar con mi resumen.

Quería morir.

—No busques maneras de suicidarte en Google.

Salté en mi asiento y me llevé una mano al pecho, justo arriba de donde se suponía se encontraba el corazón. Pensé que estaba solo.

—Mikey, no vuelvas a hacer eso. De verdad vas a matarme.

El intento de rubio rió y le arrojé un bolígrafo (cosa que esquivó con facilidad).

—¿Cómo estás? —preguntó y fruncí el ceño confundido.

—¿Por qué?

—Ya sabes, con respecto a lo que dijo el idiota de Iero.

—Ah —respondí y volví a centrar mi atención en la libreta. —Bien, supongo. No puedo evitarlo aunque quisiera.

Una mano se posó en mi hombro y me tensé. Allá íbamos, hacia aquella charla motivacional y deprimente que me daba casi todos los días.

—Tienes bolas.

—Tú también y no por eso lo voy a estar reafirmando en voz alta.

—No hablo de esas, baboso, me refería a las de tensión. Deberías darte un masaje, ¿por qué no le dices a Frank que te haga uno? Así por fin se quitan también la sexual que tienen.

—Cierra la boca Mikey.

You're ugly too |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora