Veinte

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—Sigues mirándote feo.

—Cállate Frank, tú también eres feo.

Resoplé frustrado y me volví a mirar en el espejo por quinta vez. Ya estaba cambiado y perfumado pero mi cabello no lograba verse de la forma que quería, sin mencionar que estábamos retrasados como diez minutos para llegar a nuestra cita en el lugar donde habíamos acordado estar.

Necesitaba lucir bien, verme fabuloso pero estaba nervioso y sentía mis manos temblar ligeramente. El castaño se cruzó de brazos, estaba detrás de mí y lograba ver todos los gestos que hacía a través del espejo. Creo que también comenzaba a desesperarse.

—¿Sabes? Me adelantaré y les diré que te dio diarrea o algo así —dijo y me detuve a mirarlo frunciendo mis labios molesto. —No no, se me ocurrió otra cosa. Mejor no vayamos y me ayudas a...

—Deja de decir bromas tan tontas -lo interrumpí.

—Me vas a volver loco, Gerard.

—Por favor ayúdame, esto es lo más cerca que he estado de Thom.

Me volteé y Frank suspiró.

—Eres muy patético, ¿Cómo te atreves a aceptar una doble cita? Y peor aún, yo soy tu cita, no él. Es como ir en retroceso, y es tan lamentable —dijo al mismo tiempo que me cruzaba de brazos. —Sigo sin entender tu afición a esto, es muy deprimente que te conformes con tan poco, pero es tu decisión. Y lo que más odio es no haber podido negarme a ir porque te debo mucho.

Bajé la mirada y apreté el peine entre mis dedos.

—Cállate Frank —susurré.

—Sólo me estás arrastrando a ver cómo te lastiman y probablemente termine por "consolarte", porque Thom no te hará caso por ser muy hetero y porque se supone que eso hacen los amigos.


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Retomemos aquella plática que tanto quería tener Thomas conmigo.

Estaba emocionado, comenzaba a crearme fantasías con él en el transcurso que caminaba para llegar a su lado y sólo resultó siendo una decepción cuando me dijo que quería invitar a la pelirroja a una cita.

Samantha es su nombre.

¿Y qué fue lo mejor que pude hacer?

Alentarlo y darle ánimos.

¿Qué más podía hacer en ese momento?

No podía dejar que me mirara triste o con un posible corazón roto. Hubiese sido muy estúpido de mi parte si me hubiese puesto a llorar en frente de él (por más que me estaba aguantando las ganas de hacerlo) o inclusive declararme. Era perder mi dignidad y no sé, desanimarme más de lo que estaba.

Entonces hubo algo que me dio la esperanza que necesitaba para seguir con mi plan de conquistarlo, me dio un pequeño resplandor de luz para no darme por vencido pero, cabía resaltar, no me sentía orgulloso porque creo que hasta resultaba masoquista de mi parte.

Le había sugerido acompañarlo a su cita.

>> —¿Una cita doble?

Ajá, dicen que es una buena técnica para entrar en confianza —contesté riendo nervioso.

¿Por qué había dicho tal locura? ¿En qué estaba pensando?

Sonrió confundido y ladeó la cabeza, después abrió la boca asombrado, me agarró de los hombros y me dio palmaditas sobre éstos.

You're ugly too |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora