Treinta y siete

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Frank:

Lo primero que había visto al llegar a New Jersey había sido ese árbol de limones que daba una excelente sombra en el patio, ese que había plantado con mi padre un día de verano, y que realmente no había cambiado mucho. A excepción de su crecimiento. Sonreí ante el recuerdo continuando

 con mi camino para desempacar y dormir un rato, definitivamente estaba en mi hogar.

El sol me daba directamente a la cara, decidí sacar la gorra que traía en la mochila y me la puse. Arremangué las cortas mangas que tenía mi playera y solté un suspiro agotado. Nunca había sentido tanto calor como ahora, pero quizás me estaba asfixiando también con todo lo que ocurría en mi cabeza, y que había tratado de ignorar. 

Había pasado muchos días sin hablar con Gee, me estaba matando por dentro el no poder escuchar su voz porque era lo único que me mantenía con una sonrisa estúpida en el rostro y hacía mis días menos estresantes, menos terribles. Estaba consciente de que ésta no era la mejor opción, debí haber llegado al baile de graduación y debí haberle dicho que no tenerlo cerca era pésimo. Debí haberle confesado mis sentimientos personalmente. 

Nunca pensé que esto sería peor de lo que imaginaba, las cosas aquí eran muy tranquilas pero, me agobiaba hacer todas mis vueltas solo para el ingreso a la universidad. Eran procesos que todos hacían en esa transición de adolescente a adulto, supongo que lo necesitaba más de lo que pensaba.

Había encontrado a viejos amigos, y aunque todo parecía igual me costaba relacionarme con ellos de nueva cuenta porque no éramos los mismos niños de hace diez años. Teníamos algunas diferencias, eso estaba bien. Ellos no tenían la obligación de ayudarme y poco conocían lo que me pasaba o como era hoy en día, era como volver a conocerlos. 

Había dejado a propósito el cofre y había escrito esa carta antes de venir, sabía que me sería imposible regresar para ese día porque el dinero me comenzaba a faltar, porque no podía estar viajando todo el tiempo y mucho menos cuando los boletos estaban poniéndose más caros. Hubiese odiado la idea de que Gerard o alguno de los chicos me hubiese pagado el viaje porque sabía que eran capaces de hacer eso y ni siquiera con Linda lo permitía. 

Tenía que ahorrar para otras cosas en específico. Y si hubiese existido la posibilidad de asistir tendría que haber enfrentado todo lo que había estado evitando por meses.

Me gustaba Gerard, de eso no había duda. Había caído en cuenta de que sería imposible seguir ignorando esos sentimientos que poco a poco nacían en mi interior y esas ganas de estar siempre con él o querer algo más pero, ¿Qué tal sí resultaba igual o peor que mi antigua relación? ¿y si todo se iba a la mierda en un instante?

No deseaba eso, no quería arruinar nuestra amistad por algo que yo sentía, y para ser sincero no sabía cómo ser un "novio". Me costaba mucho incluso decir esa palabra y eso había sido parte del problema para expresar mis sentimientos, de ahí la ruptura. No quería que nuestra relación se estropeara por cosas estúpidas, que pronto comenzáramos a vernos distinto y que todo terminara siendo algo incómodo de recordar. No quería empezar a imaginar cosas que no pasarían. Tenía miedo, me sentía inseguro. Yo no era lo mejor que Gerard podía conseguir, no era suficiente para él, y creo que para nadie. Por eso dejaba de lado todo lo que se relacionara a ello.

Puede que esto se vea como algo pesimista pero no lo era porque sólo veía la realidad de las cosas. Y a medida que avanzaban los días no me sentía mejor con lo que había decidido, ¿Alejar a Gerard para despejar estos pensamientos estaba bien?

Comenzaba a creer lo contrario después de todo. 

Y aunque yo estaba en otra ciudad mis sentimientos seguían estando intactos. Era un cobarde por no querer charlar con él luego de que leyó esa carta, pero Gerard no sabía que yo no sabía cómo afrontar situaciones tan difíciles. Que por las noches lloraba porque su nombre me hacía mucho ruido y no sabía que hacer. Deseaba mucho reencontrarme con él, sin embargo, sabía que eso no pasaría, y sólo me quedaba seguir con mi vida y esperar que esto cesara. Que todo se calmara. 


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Regresé luego de un día largo en el curso que tomaría antes de entrar a clases, mamá no estaba en casa pero no tardaría en llegar. Lo bueno de haber llegado a New Jersey es que Linda ya no se la pasaba trabajando todo el día, comíamos juntos y a veces preparábamos la cena contando lo que nos había pasado en la mañana y transcurso de la tarde.

Ella había notado que mi humor había cambiado un poco, me definía como una persona un tanto "bipolar" porque en ocasiones me encontraba feliz y hablando muy animadamente con todos a mi alrededor, y en otras triste y nostálgico porque algo o alguien me hacía falta. Mucha falta. Ese alguien era claramente el pelinegro.

Dejé mis cosas en el sofá y caminé hacia la cocina en busca de algo para beber, el agua pasó espesamente por mi garganta y me quedé cerca de la barra un momento. Todo estaba silencioso, el vecino regaba sus plantas en su patio trasero y pude verlo desde la ventana. Por inercia encendí el teléfono, me sorprendió no tener ni una notificación nueva.

Hace días las llamadas y los mensajes habían dejado de insistir, se habían detenido. No sabía si sentirme preocupado o nervioso porque no había querido abrir ni uno. Sabía que algo andaba mal con Gee, alcanzaba a leer algunos insultos por parte de Mikey, Ray y otras personas, pero no había sido capaz de indagar.

Me sentía fatal por eso. 

Abrí Facebook y me metí a su perfil, no había fotos o publicaciones nuevas, la última era un post sobre lo decepcionante que podía ser confiar tanto en alguien y rápidamente supe para quién era la indirecta. Tenía demasiadas ganas de explicarle que sí, que era un idiota por tomar medidas drásticas, que era un idiota por abandonarlo y no darle ni una explicación, que era un idiota por dañarlo aún cuando le prometí que nunca lo haría.

Que era un imbécil.

Quería pedirle perdón aún sabiendo que no lo aceptaría tan fácil. 

Era demasiado tarde, solo me ganaría su desprecio y odio, no había algo que ahora mismo dijera lo contrario pero me gustaba pensar que no era así. Quizás muy por dentro tenía la esperanza de algo, no sé. Pero evitaba hacer cualquier cosa en relación a él. Por el bien de ambos. 

Tenía que resignarme a seguir de esta forma. 

You're ugly too |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora