Treinta y nueve

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Mikey estaba sentado en la cama observando todos los movimientos que hacía mientras yo trataba de alcanzar una mochila que estaba arriba del ropero.

Mañana me iría, estaba tratando de recordar qué cosas pondría dentro además de una mudada de ropa y objetos que me serían necesarios en el camino, no estaba seguro del todo si tardaría más de un día pero sólo por si acaso metía un suéter. También había tenido que vender otras cosas para tener más dinero y no quedarme corto en el viaje. En el transcurso donde me alejaba de lo que tanto me había costado conseguir, me puse a pensar que debía haberme puesto a trabajar desde antes, más que nada para que no hubiese tenido que hacer ninguno de estos sacrificios...

Cuando por fin logré bajar la dichosa maleta dejé todo listo y suspiré agotado, jalé el cierre y me senté a un lado de mi hermano recuperando la respiración.

—No sé si esto cuente como una historia de amor. Aún no puedo creer la suerte que tiene Frank. Mira que encontrar a alguien tan testarudo, ingenuo y estúpido que lo quiera tanto como para ir a visitarlo hasta otro lugar, ¡Y que todavía esa persona sea mi hermano!

—¿Es malo o bueno?

—No lo sé, pero definitivamente eres un idiota —dijo encogiéndose de hombros. Después puso una cara más seria y fruncí el ceño esperando a que hablara. —Si las cosas hubiesen pasado igual con Thom, ¿habrías hecho lo mismo?

Lo pensé.

Claro que había tenido una fuerte atracción con Thomas y ahora que lo había superado podía decir plenamente que no. Frank era distinto, era de esas personas que nunca querrías fuera de tu vida y por eso mismo luchaba para no sólo recordarlo como eso. Quería un futuro con él, quería volver a verlo y hacerle entender que éramos mejor juntos.

Y ahora que sabía que también le gustaba tenía mucha más esperanza de que eso se haría realidad. Sólo esperaba que no hubiese cambiado de opinión. 

—Thom tiene novia y es feliz, yo me enamoré de Frank. Haría esto sólo con él.

Mikey soltó una risa extraña y negó.

—Bien, entonces esto va en serio —dijo y asentí con una sonrisa. —¿Qué le dijiste a mamá y papá? ¿o acaso piensas fugarte?

—No, claro que no —respondí rápidamente mordiendo mi labio inferior. —Les dije que me citaron allá para una conferencia obligatoria de la carrera...

—¿Y te creyeron? —preguntó y asentí. —¿En serio? ¿Cómo pueden dejarte ir sin investigar al respecto? Ahora entiendo por qué somos así, tan despistados.

—En realidad sí existe dicha conferencia, pero no es en New Jersey y es decisión mía si quiero ir o no. 


•∆•


La noche era mi momento favorito del día porque en ese instante me ponía a organizar mis pensamientos y me preguntaba si estaba haciendo las cosas bien.

"Al irte, te olvidaste de llevar todos aquellos sentimientos que ahora sólo me destruyen."

Acaricié la sábana y abracé mis piernas, era un enorme y pesado silencio el que se había instalado en mi habitación. Quería gritar, quería saber cómo me iría ahí y traté de pensar positivamente. Me dejaría sorprender y me atentaría a las consecuencias.

¿Frank estará pensando en mí?

¿Por qué todo esto es tan complicado?

Negué y acomodé mi cabeza encima de las rodillas flexionadas. No tenía el sueño suficiente para irme a dormir, trataba de hacerlo pero no lo conseguía y sabía que me afectaría al levantarme. No podía contenerme, le daba tantas vueltas al asunto preguntándome qué haría al ver a Frank. Tenía tantas ganas de golpearlo, de insultarlo hasta que no pudiese más, y al mismo tiempo quería abrazarlo y besarlo. Llorar en su pecho y decirle cuánta falta me hizo.

Tenía tantas cosas guardadas.


~×~×~×~×~



—Cuídate mucho bebé, si algo te pasa me muero.

—Tranquila mamá, no me voy para siempre.

—¿Seguro? Son como seis horas de aquí.

Donna hizo un puchero y me agarró para envolverme en sus brazos. Pedí oxígeno pero a mi madre no le importaba asfixiarme.

Y por dentro sonreí.

—Cinco y media, a mi parecer —respondió papá.

Una bocina se escuchó desde afuera y supe que Ray había llegado, me colgué la mochila en un hombro y me terminé de despedir de mis padres, Donna trataba de no llorar y Donald puso sus manos en los hombros de su esposa como apoyo.

Al tener un pie fuera de casa vi claramente a Carol sacar la mano en una de las ventanas de los asientos traseros y Mikey pasó a mi lado para subirse también. Cerré la puerta del copiloto y saludé a todos, nuevamente Kristin y Lindsey se unieron en el transcurso para ir a dejarme a la estación y despedirme porque no querían perderse mi partida.

La rubia iba en las piernas de mi hermano mientras que yo les lanzaba miradas a propósito para que no hicieran algo indebido. A todo eso logré que Mikey se sonrojara un poco.

Cuando llegamos no tuve que esperar tanto para la emotiva llamada y los nervios me traicionaron. Algunas lágrimas cayeron por el momento y todos mis amigos se acercaron para abrazarme juntos.

—Les hablaré si algo sale mal, ¿Okay?

—Está perfecto —contestó Carol.

—Los veré pronto.

—Cuídate mucho Gerard, si Frank se pasa de idiota no tengas miedo de darle un buen golpe en la cara. Aunque después te duela la mano.

Reí por el comentario de Raymond y él se encogió de hombros dándome una sonrisa.

—De acuerdo, eso haré.

Por último me acerqué a Mikey, lo abracé fuerte y rápido como pude porque ya tenía que irme. Despeiné su cabello, él hizo una mueca.

—Sigo sin estar de acuerdo, ese jodido punk debe ganarse mi confianza otra vez. Ve con cuidado y no dejes de llamar.

—Te quiero mucho, hermanito.

—Yo también Gerard.

You're ugly too |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora