El chico pizza-Erick. B Colón.

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Las tardes para Fernanda pasaban lentamente siempre con la misma rutina. Por las mañanas pasaba ocho horas diarias sentada en un escritorio negro tratando de poner atención a sus maestros en medio del caos provocado por sus compañeros. Se sentaba en medio del grupo de chicos que se la pasaban hablando en clase y haciendo bromas estúpidas y sin sentido. Y a ella le gustaba, se divertía después de todo. Pero a diferencia de algunos que otros, a ella si le interesaba aprender. Del otro lado del aula se sentaba él. Un chico de cabellos negros y ojos verdes como las esmeraldas, siempre en silencio con la cabeza metida entre las hojas de las libretas con los auriculares en los oídos ignorando a todo el mundo.

A pesar de tener casi dos años juntos en la misma aula, Fer jamás había hablado con él. Si mal no recordaba su nombre era Erick. Pero era tan callado que a veces era difícil recordar su presencia.

—¡Oye!—apartó la mirada del muchacho que escribía en la libreta como era muy su costumbre y observó detenidamente a Richard, su primo, que le sonreía ampliamente.—El día de hoy con los chicos iremos a la pizzería que está cerca de aquí ¿quieres venir?—preguntó mirándole fijamente.

—No creo que sea posible, Rich—anunció simplemente.

—¿Por qué no? ¡Viene Christopher! Y no es por intrigar pero sabes de sobra que lo traes todo loquito y que le encantas—Fernanda rio en voz baja.

—Sí, claro. No es ofender pero tu amigo es un mujeriego de primera...igual que tú, así que paso....—murmuró encogiéndose de hombros.

—Puedo invitar al antisocial ese si eso es lo que quieres—declaró cruzándose de brazos. Fernando lo miró fijamente y negó un poco.—De verdad Fer, ¿crees que no me di cuenta de la manera en la que estabas mirándolo? Sólo hacía falta ponerte una cubeta debajo de tu barbilla para que ahí cayera la baba—Fernanda lo fulminó con la mirada, negó un poco y se giró en su asiento totalmente indignada por la declaración de su primo.—De acuerdo, de acuerdo. Creo que me pase un poco con lo que dije—ella negó.

—¿Un poco, Richard?—se mofó—¡Eres molesto! No eres mi hermano mayor, no te metas en mis asuntos y ya te dije que no quiero ir a la estúpida pizzería—se quejó volviendo a mirarlo fugazmente.

—Vamos, Fer. Sabes que Christopher se muere por ti desde que entraste por a bendita puerta del salón dos años tras—la chica rio.

—No es que se muera por mí, lo que pasa es que soy la única que se ha resistido a él—le espetó cruzándose de brazos.

—Vamos, Fer...no seas aguafiestas—demandó el muchacho. Fernanda parpadeó un par de veces tratando de aclarar sus ideas.

Los amigos de Richard en algunas ocasiones solían ser muy divertidos. Ella no era de tanto ambiente, se conformaba con tener un buen libro a su alcance, un par de mantas calientitas y una taza de humeante café para darse por bien servida, en cambio para Richard era todo lo contrario. Desde que ella se había mudado a casa de sus tíos, ese había convertido en un miembro más de aquella familia aun con todos los cuidados excesivos y los corajes que eso conllevaba el convivir con su primo.

Él intentaba hacer de guardaespaldas todo el tiempo con cualquier muchacho que se acercarse a ella o que simplemente mirara en su dirección, pero de lo que Richard no se daba cuenta realmente era que sus amigos eran los únicos que la hostigaban. Sobre todo Christopher Vélez, que no perdía la oportunidad para acercarse y coquetearle aun sabiendo que a ella no le interesaba. ¿En dónde estaba Richard cuando eso pasaba? ¡Tras las faldas de Allison!

—Te prometo que si me dejas sola le diré a mi tía que la semana pasada estuviste en la delegación—amenazó la chica. Richard rio.

—Vale, enana. No voy a dejarte sola—agregó sonriente.—¿Quieres que invite al antisocial? Aunque en realidad, no creo que quiera ir...puede que se sienta un bicho raro entre la gente—bromeó ganándose una mala mirada por parte de la chica.

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