Starving <Pte. II>.-Christopher.

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—¿No piensas comer nada?—cuestionó Christopher observando cautelosamente a la castaña que contemplaba fijamente la comida que tenía en la charola de plástico delante de ella.

—No tengo hambre...—respondió en voz baja ofreciéndole una mirada demasiado fugaz y empujando suavemente la comida en dirección a él. Christopher la siguió observando y ella sintió su piel erizarse ante la mirada curiosa que él le estaba dando.—¿Qué tengo...?—preguntó lentamente.

—Un misterio...—murmuró.—Y lo que más deseo en este momento es descubrirlo...

—No tengo ningún misterio.—decidió en tono mordaz.—Ni siquiera sé porque estamos teniendo esta conversación.—musitó haciendo amago de ponerse de pie. La mano del castaño se envolvió alrededor de su mano y ella automáticamente llevó sus ojos hasta su unión.

—Prometiste que confiarías en mí...—le recordó.

—Yo no prometí nada...—musitó ella lanzándole una mirada llena de reprobación.

—Danna...—susurró y ella se volvió a sentar en el mismo lugar que había ocupado un par de minutos antes.

—De acuerdo...

—¿Entonces...?—preguntó él.—Puedes empezar a hablar conmigo...

—¿Y que se supone que quieres saber...?—cuestionó a modo de respuesta. Christopher inspiró profundamente y cerró sus ojos un momento pensando muy bien que era lo que preguntaría primero.

Eran tantas preguntas las que se le venían a la cabeza que ni siquiera sabía por dónde comenzar.

—¿Por qué te mudaste en primer lugar al barrio donde vivimos si es más que obvio que no eres feliz...?—musitó lentamente y ella apartó la mirada lentamente.

—Mi padre fue quién escogió la casa...—murmuró simplemente.

—Pero tú no eres feliz aquí...—adivinó él. Danna lo observó un segundo en completo silencio.

—No...no es eso...—susurró.—No se trata de si soy feliz o no por el lugar en donde vivo...es...es algo mucho más complicado y no tan superficial...

—¿Y entonces que es...?—él suspiró pausadamente.—confía en mí, por favor...no voy a hacerte a daño...sólo quiero que seamos amigos pero no podemos ser amigos si tú no tienes confianza en mí...

—Mi mamá murió hace ocho meses...—el corazón de Christopher se hizo un puño y ella cerró sus ojos un momento tratando de no echarse a llorar.—Tenía una enfermedad extraña pero mortal llamada Malaria que hacía que siempre tuviese fiebre y dolor de cabeza...hasta que su cuerpo no lo resistió más...

—Lo siento tanto, Danna...—murmuró colocando su mano encima de la de la muchacha. Ella la retiró lentamente y apartó la mirada un tanto nerviosa.—Debió haber sido muy difícil para ti...lo siento, en verdad no quería hacer que recordaras cosas tristes...

—Lo superé...—respondió en un hilo de voz.

—¿Por eso tu padre y tú se mudaron entonces...?—Danna asintió lentamente.

—La casa anterior estaba muy llena de recuerdos que con el tiempo se comenzaron a tornar dolorosos y por eso él decidió que era lo mejor...que confiar en las personas y en las promesas de que nunca se irían era una mierda y que si quería ser feliz entonces me quedase lejos del mundo entero...—le explicó.

—¿Qué...?—murmuró.—No puedes ser feliz estando sola...—observó él.

—Él lo dice para protegerme...porque no quiero que vuelva a pasar por el dolor de perder a otra persona cercana a mí...—inquirió en medio de un suspiro.

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