Starving <pte. I>.-Christopher.

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Christopher no era capaz de apartar la mirada de aquella joven castaña que había llegado a su vida –y a su salón de clases- tres semanas atrás. Ella parecía completamente diferente al resto de las chicas de su clase y estaba completamente seguro que aquellos pensamientos no se debían solamente porque ella pareciera una chica solitaria. No. Era algo más. Algo había en sus ojos que lo hacían querer hablar con ella hasta que la voz se le acabara. Conocerla. Protegerla.

Era como sí cada vez que la miraba y ella le devolvía la mirada algo dentro de él se removía. Era un sentimiento tan nuevo pero familiar a la vez y no entendía que era pero Danna parecía ni siquiera darse cuenta de aquello. Pasaba el rato dibujando en la última hoja de su libreta y escuchando música en su celular que no era consciente realmente de la presencia de sus compañeros.

No siempre había sido una chica solitaria. Ella siempre había sido muy sociable y su grupo de amigos siempre era el más grande sólo que todo aquello pertenecía al pasado y ella sabía muy bien que si quería ser feliz tenía que dejarlo ir. Al pasado y a todo lo que tuviese algún tipo de relación con él.

Ellos parecían agradables. Todos. Pero ella prefería mantenerse al margen y no volver a sufrir nunca más.

...

Si de verdad quieres ser feliz, Danna...se feliz sola. No te acerques a nadie. No confíes en nadie y entonces nunca sentirás dolor ni decepción. Sola las cosas siempre son mejor. Siempre.

...

—Hola—Danna apartó la mirada de su libreta frente a ella y posó sus ojos castaños en un muchacho rubio de ojos marrones que le ofrecía una pequeña sonrisa acompañada de lindos hoyuelos.—¿Eres Danna, cierto?—cuestionó sin dejar de sonreírle.

—Um...si.—respondió.

—¡Soy Zabdiel!—anunció él tendiéndole su mano.

Ella la miró un par de segundos debatiéndose entre tomarla o no. No pretendía ser grosera o algo parecido, simplemente no quería crear vínculos. Era todo.

—Danna.—musitó finalmente estrechando su mano con la del muchacho rubio de linda sonrisa que seguía mirándola. Luego apartó sus ojos un momento para posarlos al fondo del salón pero ella prefirió no seguir la dirección de la mirada de su compañero.

—Escucha...el próximo sábado es mi cumpleaños y estoy organizando una fiesta para celebrarlo...creo...no lo sé, que podrías venir si lo deseas...—inquirió Zabdiel volviendo a mirarla.—Es decir...pareces agradable y creo que a todos nos gustaría conocerte mejor...tu presentación no fue precisamente muy...especifica...—agregó sonriéndole amablemente.

Danna pestañeó un par de veces perdiéndose momentáneamente entre sus recuerdos y volviendo a tres semanas atrás cuando entró por primera vez en el aula de clases, cuando todos sus nuevos compañeros la miraron fijamente como si fuese una especie de bicho recién descubierta y cuando por supuesto...la profesora la hizo presentarse.

...

—Mi nombre es Danna Silvetti y...realmente no tengo nada más que decir...

...

—Pues gracias...—respondió simplemente. Zabdiel se quedó mirándola fijamente y ella movió sus labios dándole a entender que esa era su señal para que la volviese a dejar sola.

—¿Eres nueva en el barrio, cierto?—cuestionó Zabdiel sin entender el mensaje silencioso de la castaña.

Danna abrió la boca y luego la volvió a cerrar debatiéndose entre responder o marcharse. Los ojos de Zabdiel estaban fijos en ella y él parecía tan agradable como interesado. Parecía amigable. Ella no necesitaba amigos pero era consciente que no podría ignorar a sus compañeros por el resto de su vida.—Si...—respondió finalmente.—Mi casa es la que está al final de la calle...—confesó simplemente.

ONE SHOTS|CNCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora