Siento mi corazón acelerarse apenas pongo mis pies sobre el pavimento.
No soy buena siendo visible para muchas personas, lo mío es ser discreta, pasar desapercibida y que nadie me conozca. Y eso es vida, al menos para mí lo es. Lo cierto es que dicen que uno no puede tener todo lo que desea en la vida y en el momento en el que Erick toma mi mano para entrelazar sus dedos con los míos mi piel se estremece y me odio por ello.
Porque el tipo es guapo...pero también es un idiota.
No hay vuelta atrás. Varios flashes se estrellan contra mi rostro y lo único que puedo pensar es que esto es totalmente incómodo. No sé como demonios hay celebridades a las que les encanta posar en las alfombras rojas, es tedioso y amenazan con dejarte ciego.
Pero si yo fuese una celebridad, los demandaría.
Me obligo a sonreír lo más amplio que puedo justo como practiqué con Oriana frente al espejo, me recuerdo una vez más que no importa, que todo está bien y que cuando la noche termine todo volverá a la normalidad, yo volveré a ser la misma Alex de siempre y Erick –junto a su banda- van a desaparecer de mi vida de una vez por todas.
—Alex...—me dice un rubio alto de ojos marrones y lindos hoyuelos. Lo miro un segundo y entonces me doy cuenta que me he quedado de pie como una idiota frente a las cámaras. Llevo mis ojos hasta Erick parece divertido con la situación y lanzándole una sonrisa -que en realidad es de desprecio total- camino a su lado.
—¡Eso fue grosero!—le digo soltando su mano una vez que entramos en el recinto.
—Exactamente, que tu cabeza esté en las nubes es grosero.—responde lanzándome una mala mirada.—Alexandra, si estás aquí es porque tenemos un trato por si no lo recuerdas...
—Tú me orillaste a terminar aquí.—le recuerdo.—Eres...eres...¡eres un patán!—le espeto furiosamente.
—¡Y tú eres una loca!
—¿Loca yo?—cuestionó sintiendo la manera tan desenfrenada en la que la adrenalina se esparce de inmediato por todo mi torrente sanguíneo.
—¡Basta los dos!—se interpone una tercera vez. Llevo mis ojos hasta un hombre pelinegro que seguramente ronda los treinta. Nos observa fijamente pareciendo completamente molesto y entonces caigo en cuenta que cuatro pares de ojos más nos observan bastante divertidos.—Están dando un espectáculo...
—Lo siento, Renato.—dice Erick pero yo me quedo en silencio.
—Desde este momento van a entrar y van a parecer la pareja de enamorados ma felices y enamorados el uno del otro del mundo ¿entendido? No les voy a tolerar ni una sola pelea más...¿entendido?—repite.
—Entendido.—anuncia el ojiverde a mi lado.
—¿Entendido?—cuestiona Renato mirándome fijamente.
Cierro mis ojos un momento y asiento débilmente.—Entendido...
Erick vuelve a entrelazar su mano con la mía y aunque quiero zafarme de su agarre y echarme a correr en dirección a mi casa no puedo hacerlo. Tengo una promesa que cumplir si quiero que mi patética vuelva a ser patética en todo su esplendor. Suelto un pequeño suspiro y escucho atentamente la manera en la que el resto de los chicos juegan y bromean entre sí.
Entonces me doy cuenta que ellos no son malas personas. Son unidos, son amigos, son hermanos. Se aman y se protegen los unos a los otros y Erick es parte de eso. ¿Entonces por qué apenas y puedo soportarlo?
Coloco mis manos encima de mi regazo una vez que hemos tomado nuestros lugares en una mesa ridículamente arreglada. Es decir; podría decir que es linda porque realmente lo es pero mi mal humor por estar en un lugar en el que no quiero puede más conmigo que mi sentido común.—¿Quieres algo de tomar?—cuestiona el ojiverde sin dejar de mirarme. Lo miro un momento y entonces también me doy cuenta que su rostro parece bástate pacifico, luce tan relajado –como se supone que luce una buena persona pero es más que obvio que Erick Brian Colon no lo es- como si él mismo creyese la farsa en la que estamos metido.—Iré a la barra de bebidas...—me explica como si realmente me interesara cualquier cosa que él haga.
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ONE SHOTS|CNCO
FanficCNCOwner; aquí encontrarás una colección completa de imaginas/One shots sobre Richard, Zabdiel, Joel, Erick y Christopher. Todos estamos hechos de pequeños fragmentos de libros que hemos leído en algún lado.