El novio de Leyre.-Christopher Vélez #Danpher.

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Christopher Vélez realmente no estaba preparado para lo que estaba a punto de vivir.

A lo largo de su vida se había llevado grandes sorpresas, por ejemplo; ser parte de un reallity show, tener millones de fans al pendiente de sus pasos, inclusive conocer al amor de su vida, enterarse que sería padre y casarse.

Pero los nervios que había sentido en cada una de esas ocasiones no se comparaba para nada con los nervios que estaba sintiendo en ese momento. Por años había temido que eso pasara pero estaba completamente seguro que cuando finalmente pasara estaría preparado.

Grave error; él no estaba preparado en absoluto.

¿Y es que quién estaba preparado alguna vez para que su hija –su princesa- llevara a casa a su primer prospecto de novio? ¡Nadie! ¡Nunca jamás en la vida! 

La noche anterior al encuentro ni siquiera había podido dormir de la angustia. Leyre era una niña de quince años que claramente no tenía ni la más remota idea de lo que era el amor o de las intenciones con las que un chico se acercaba a una chica. Sin embargo, ahí estaba ella. Toda radiante con esa linda sonrisa que para desgracia de Christopher; lo derretía.

El parecido que esa niña compartía con su esposa cuando tenía diecisiete años era tan abrumador que era como si fuesen una copia exacta la una de la otra y eso independientemente de la belleza que pudiesen poseer ambas, a Christopher le molestaba un pocodemasiado. Era linda, sí. Pero también era un imán para los chicos.

Todavía podía recordar el arreglo floral que había llegado a la casa dos semanas atrás de parte de un tal Manuel. El único Manuel que podía enviar flores a casa –ya fuesen para Danna o para Leyre- era el mismo Manuel que en ese entonces estaba disfrutando de unas vacaciones con su esposa Mariana por el Caribe. Ningún otro Manuel tenía el derecho de enviarle flores a su niña.

Y ni hablar del enorme oso de peluche que un tal Ulises le había regalado en San Valentín. El enorme oso permanecía en la habitación de Leyre –por supuesto bajo los cinco millones de protestas por parte de Christopher- encima de una silla de madera. Constantemente lo revisaba minuciosamente porque creía que tenía una cámara secreta o algo parecido.

¿O que tal la caja de chocolates con la que había vuelto del colegio un viernes por la tarde? Tenía que admitir que el tal Miles tenía buen gusto para los chocolates porque realmente estaban exquisitos pero ese no era el punto. Leyre no necesitaba que ningún escuincle de nombre Miles le regalara chocolates cuando él podía comprarle todas las cajas que ella quisiese.

Pero no. ¡Se rehusaba a que Leyre –su Leyre- creciera!

—¿Christopher?—lo llamó su mujer desde el umbral de la puerta de la sala.—¿Qué haces? Pensé que ya estabas listo para la comida...y sigues en pijama—susurró con el ceño fruncido.

—Danna...

—¿Todavía estás celoso porque Leyre tiene un amigo al que invitó a cenar?—preguntó ella acercándose un poco a él.

—¡Es su novio!—chilló ofendido y ella negó.

—Prácticamente aun no lo es—sentenció ofreciéndole una pequeña sonrisa. Christopher apartó la mirada y ella colocó su mano derecha bajo la barbilla de su esposo para obligarlo a mirarla a los ojos.

De inmediato una corriente eléctrica recorrió toda su espalda y volvió a suspirar.—¿En qué momento creció tanto?—cuestionó dramáticamente—Aun recuerdo cuando era una niña que no hacía más que babear y comer—replicó y la castaña se echó a reír.

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