Fugitivo (Pte. II)-Zabdiel.

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Zabdiel se observó a sí mismo en el reflejo que le ofrecía el espejo del tocador de la habitación de huéspedes que ocupaba en el departamento de Jimena. Desde hacía varios días la idea de irse le venía resultando bastante atractiva pues las cosas entre ellos habían cambiado por completo después de aquel inocente beso que habían compartido.

No terminaba de entender por qué la muchacha parecía bastante reacia a hablar sobre el tema y si quiera a recordarlo pero le intrigaba demasiado. Y tampoco quería que ella se sintiese incómoda en su propio departamento así que tomando en cuenta esos pequeños factores: la idea le parecía completamente coherente.

Ella se lo había dejado bien claro desde el principio. Una vez que todo terminase entonces él se tendría que ir y hacer como si nada de aquello hubiese ocurrido. Y eso era precisamente lo que iba a hacer.

Soltó un largo suspiro y se sentó sobre el colchón de la cama en total silencio cuando un par de suaves golpes se hicieron presentes en la puerta de caoba de la que hasta ese momento era su habitación. Se puso de pie para dirigirse a atender y cuando lo hizo se encontró con la mirada de Jimena.

— ¿Podemos hablar?—cuestionó en voz baja. Zabdiel asintió de inmediato.

—Pasa...—susurró.

Jimena no respondió. Entró en la habitación del muchacho sosteniendo con cuidado el folder negro que tenía entre sus manos y tomó asiento en el mismo lugar en el que Zabdiel había estado un momento antes. Se quedó estática observándole con fijeza hasta que el rubio enarcó una de sus gruesas cejas a modo de interrogación silenciosa.

—Lo encontrè...—anunció la muchacha y automáticamente el corazón de Zabdiel dejó de latir.—Es decir, dijiste que para poder encontrar pistas concretas tenía que ir con Christopher...pues esta mañana fui a su oficina y descubrí dos cosas...

— ¿Qué?

—La primera: que tu ex mejor amigo es el peor idiota del mundo que cree que todo el mundo tiene que enamorarse de él a primera vista, lo cual me parece bastante tonto...—le explicó. Una pequeña sonrisa se formó en los labios del muchacho y negó.

—Christopher siempre fue así...—observó cruzando sus brazos encima de su pecho.—¿Y cuál es la segunda?—quiso saber.

El pulso de Jimena se aceleró y luego le tendió el folder que hasta ese momento ella había estado sosteniendo.—Me dijiste que una vez que estuviese dentro de la empresa fingiera demencia cuando saliera y eso fue exactamente lo que hice...—susurró.—Pude entrar hasta el panel de control de las cámaras de toda la empresa y en especial a la tu oficina, estuve revisando los videos de la fecha en la que se supone que hiciste esa transferencia y no sólo eso...—hizo una pausa.—Erick, mi mejor amigo me ayudó a hackear la base de datos de tu computadora y en este momento está haciendo una copia de seguridad para poder tener acceso a absolutamente todo...—le explicó.—Si todo sale bien, Zabdiel...esta misma noche tendrás en tus manos la prueba irrefutable que comprueba tu inocencia sobre el delito que se te acusa...

Zabdiel se quedó en silencio un momento mientras las cejas de Jimena se fruncían por completo. Ella había espera cualquier reacción por parte del muchacho, un grito de júbilo, una sonrisa de oreja a oreja, un abrazo a modo de agradecimiento, cualquier cosa. Excepto el rostro de derrota que tenía que tenía en ese momento.

—Gracias.—respondió luego de un par de minutos.—Eres increíblemente lista...

—Gracias...—susurró la muchacha poniéndose de pie con la mera intención de marcharse de una vez por todas.—yo...te dejo para que revises más cómodo todo...

—Jimena...—murmuró él impidiendo que ella siguiera avanzando.

—¿Si?

—Sólo...quería decirte que me voy a casa...—anunció. El corazón de la muchacha se apretó de golpe. No es que Zabdiel le gustase o algo parecido; era más bien que se había terminado por acostumbrar a la presencia del muchacho en su casa, verlo todas las mañanas sentado en la mesa del comedor con una taza de café frente a él esperando por ella, comer juntos y reír de cualquier estupidez –aunque no en los últimos días- e incluso a ver televisión juntos y que él hiciera comentarios que a Jimena le parecían los de un verdadero nerd. Pero con todo eso era divertido y ella se sentía bien.

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