Novio por una noche.-Richard Camacho.

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Cuando Perla abrió los ojos esa mañana supo que estaba comenzando el peor día de su vida.

Primero porque su alarma no había sonado a la hora que ella juraba que la había programado la noche anterior así que de inmediato cuando fue capaz de abandonar el sueño lo primero que había hecho había sido revisar el teléfono que en su efusión y nerviosismo por saber que al día siguiente tenía una junta importante se olvidó por completo de recargarlo.

Ahora iba tarde al trabajo, se había puesto lo primero que había encontrado en su closet -sin importarle poco si combinaba o no-, ni siquiera había desayunado todavía y tampoco había tenido tiempo para peinarse decentemente. Era sin duda alguna el peor día de su vida.

—Sube, sube, sube. Vamos, más rápido.—murmuraba mientras el ascensor de la oficina había su lento recorrido al piso superior. Los minutos nunca habían pasado tan lento en su vida y le parecían eternos.

Dejó escapar un largo suspiro y negó lentamente. Seguramente Sofía –su jefa- estaba furiosa con ella pero ya tendría tiempo para arreglar el desastre después.

Un pequeño ding la hizo volver de golpe a la realidad obligándola a abandonar el mundo de excusas que estaba creando para disculparse por su retraso de una hora y cuarenta y cinco minutos. Se aferró con fuerza al par de folders que sostenía entre sus manos y comenzó a caminar con pasos apresurados tratando de ganar algo de tiempo.

—Perla...—la voz de Valentina la llamó. Detuvo sus pasos un segundo y la miró fijamente.

—Lo lamento, no puedo. —respondió reanudando su caminata.

—¡Espera un segundo! Tengo un mensaje para ti de Sofía.—anunció y automáticamente sus pasos volvieron a frenar. Se giró sobre sus talones con una sensación de adrenalina creciendo en su interior.

—¿Qué pasa...?—cuestionó en voz baja. Los ojos de Valentina la miraron un momento de arriba-abajo y frunció sus cejas.

—Primero que nada...tienes zapatos diferentes...—el corazón de la chica dejó de latir un momento.

—¿Qué?—su amiga señaló sus pies y cuando se dio cuenta que en efecto, tenía zapatos diferentes. Sintió sus mejillas arder de vergüenza y negó lentamente.

—Bien, supongo que en este momento esa es una de mis menores preocupaciones...—respondió.—¿Puedo saber para que me está buscando Sofía?

—No te está buscando de hecho.—anunció.

—¿Qué? Pero tú dijiste que...—comenzó y luego se quedó en silencio un momento.—Escucha, en este momento no tengo tiempo para quedarme a platicar contigo aunque me encantaría pero...—la chica negó.

—Estás despedida.—soltó.

—¿Qué?—chilló.—Pero tú no puedes hacer esto, Valentina...

—Y no lo hice yo, créeme. En realidad lo hizo Sofía.—contó.—Esta mañana al ver que no llegabas a tiempo para la junta con los inversionistas y al ser su mano derecha decidió echarte...

—Bueno, si llegué tarde pero todo tiene una explicación.—se apresuró a decir.

—De verdad, lo siento.—hizo una pausa.—Solo tienes que pasar al departamento de recursos humanos para recoger tu liquidación...

—Pero...

—Por favor no lo hagas más difícil.—murmuró.—Sé que estás confundida y enfadada con todo esto lo cual me parece bastante sensato porque Sofía fue un poco injusta pero puedes volver después cuando no haya posibles inversionistas en potencia que quieran cerrar tratos importantes con la empresa, seguramente ella te recibirá y podrás aclara todo con ella...

ONE SHOTS|CNCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora