Extra 3: QUERIDA LEYRE...

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Erick parpadeó un par de veces tratando de que su cerebro terminara de comprender que era lo que él estaba haciendo. Sentía la adrenalina recorrer cada fibra de su cuerpo pero sabía que no se podía echar para atrás. No en ese momento. Observó detenidamente la pantalla de su teléfono con el corazón en un puño. Sentía la necesidad de salir a caminar un rato y sus pulmones le pedían a gritos por un poco de aire fresco.

Se puso de pie incapaz de poder seguir aguantando la incertidumbre y justo cuando dio el primer paso para marcharse de la sala de su casa, su celular comenzó a sonar escandalosamente anunciando un nuevo mensaje de texto.

¡Estaba nervioso! Estaba tan nervioso como nunca en su vida.

Con manos temblorosas tomó el aparato color negro y su corazón latió demasiado de prisa cuándo registró el número de Ady y su foto en la pantalla.

— ¡Hola, Er!—saludó Adilenne con voz entusiasta del otro lado de la línea telefónica. —Perdón que no te haya respondido antes pero estaba con mi sobrinita y la verdad es que no alcancé a llegar a mi teléfono. ¿Pasa algo malo? Espera un segundo... ¿Le pasó algo a Leyre? ¿O a alguno de los chicos?—cuestionó a toda prisa y Erick rio en voz baja.

—Ah, está bien. No te preocupes—respondió el cubano jugueteando con un hilito que sobresalía de su suéter—Y no, no le pasó nada a nadie. Te llamé para otra cosa...—anunció ansiosamente.

—¿Entonces qué es lo que pasa, Erick?—volvió a preguntar la muchacha.

—Verás...estaba pensando que tal vez...no lo sé, podríamos ir por ahí a tomar un helado...a pasear...al cine...o a donde tú quieras, la idea es salir y divertirnos un rato—ofreció el ojiverde y su corazón latió todavía más de prisa cuándo la chica se quedó en silencio total del otro lado de la línea.—¿Ady?

—Lo siento...es que...me tomaste un poco por sorpresa, pero sí. Creo que sería una excelente idea tener una salida de amigos para pasar el rato...—inquirió lentamente.

¿Qué? ¿Había escuchado bien o ella había dicho "salida de amigos"? El corazón de Erick volvió a estremecerse dentro de su caja torácica. ¡Ella lo acababa de enviar directo y sin escalas a la famosa Friendzone! Parpadeó un par de veces tratando de aclarar sus ideas y asintió de manera lenta al mismo tiempo que Christopher entraba en la sala de la casa.

—Sí. Pasar el rato con amigos—murmuró y el ecuatoriano le frunció el ceño.—Entonces pasaré por ti esta tarde ¿de acuerdo? Alrededor de las seis...

—Claro, Er. Nos vemos esta tarde—agregó la chica y luego finalizó la llamada.

Erick soltó un suspiro exasperado dejándose caer en el sofá y Christopher rio.

—¿Qué es lo que te pasa, cubano?—cuestionó el chico contemplando el rostro frustrado de su amigo.

—Me pasa que la chica que me gusta me acaba de enviar directo a la Friendzone. Eso es lo que me pasa...de verdad que no sé qué hacer, Chris. Ady me encanta y ella parece no darse cuenta de ello—explicó ofendido y Christopher rio.

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