Starving <Pte. III>.-Christopher.

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Los días iban pasando lentamente para Danna desde el día en el que había abierto sus atormentados pensamientos a Christopher.

Él había cumplido con su palabra y se había mantenido alejado de ella tal y como ella le había prácticamente pedido en medio de aquella charla. De vez en cuando se daba cuenta que los ojos del castaño estaban fijos en ella pero prefería pensar que no era así puesto que cada vez que aquello pasaba una intensa oleada de culpabilidad la atacaba.

Se suponía que lo que ella quería era permanecer sola, no ir por la vida dañando a las personas que se atrevían si quiera a ofrecerle cualquier mínima señal de amistad.

Zabdiel la saludaba a diario. Tal parecía que la sonrisa del muchacho nunca se iba y que no se daba cuenta que ella no era buena socializando. Christopher seguramente no le había contado nada de lo sucedido entre ambos y Danna estaba bien con eso. El dibujo y la música eran sus mejores amigos y sus fieles compañeros cuando todo el mundo parecía tener algo interesante que hacer como para prestarle atención.

Y estaba bien así. No se quejaba.

—Hola—saludó Zabdiel tomando asiento en el banco frente al de Danna. Ella apartó sus ojos de la hoja con dibujitos a medias y observó la linda sonrisa de hoyuelos que él le estaba obsequiando.

—Hola...—respondió.

—Mañana es sábado...—observó. — ¿Si vienes a mi fiesta de cumpleaños?—cuestionó directo y sin rodeos. Los ojos de Danna lo contemplaron un par de minutos en completo silencio mientras su cerebro trataba desesperadamente de encontrar una buen excusa para decir que no.

No es que fuese una mal agradecida pero realmente no tenía demasiado ánimo como para ir a una fiesta donde no conocía a nadie a excepción de dos personas. Una seguramente estaría demasiado ocupado puesto que era el cumpleañero y la otra...bueno, Christopher le había dicho que no le importaba si le hablaba o no, así que... ¿Qué caso tenía...?

—Eh, sobre eso...

—Danna me dijo que está muy contenta de venir a tu fiesta de cumpleaños, Zab...—se entrometió Christopher tomando asiento en el banco de madera al lado derecho de Danna. Dos pares de ojos castaños lo contemplando de inmediato. Unos llenos de felicidad y los de Danna completamente repletos de incredulidad.

— ¿En serio, Dan?—cuestionó Zabdiel.—¿Puedo llamarte así...?—la chica asintió lentamente.—¿De verdad vienes a mi fiesta?—volvió a preguntar.

—Yo...

—Cuéntale, Dan...el otro día me dijiste que estabas encantada con el hecho de que Zabdi te haya invitado a su fiesta de cumpleaños...—le sonrió Christopher y automáticamente su sonrisa fue como un dardo a su corazón.

Sintió sus latidos aumentar gradualmente y apartó la mirada un momento antes de volver a mirar a Zabdiel que la contemplaba a su vez con un rostro lleno de entusiasmo esperando por un respuesta positiva. Positiva, la que él quería escuchar. Negativa, la que Danna Silvetti en realidad quería pronunciar.

—Si...—respondió finalmente.

—¡Estoy muy seguro que te vas a divertir!—anunció pareciendo completamente feliz.

—Seguramente...

(...)

Cuando el sábado llegó Christopher realmente no podía estar más nervioso. Sentía tantos nervios de sólo pensar que Danna podía dejarlo plantado. Se había encontrado a sí mismo tantas veces pensando en ello que cuando Danna apareció frente a él en la puerta de su casa se sorprendió demasiado.

ONE SHOTS|CNCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora