Capitulo XXXVII

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Sentí que mi quijada dolía de tanto que apretaba la mandíbula, disimuladamente miré a Miguel, estaba tan pasmado como yo,  ni siquiera había pestañeado ante la declaración de la loca de Alexa.

—Escuchame estúpida —respondí con coraje—con quién yo me acueste no es asunto tuyo, tú —apunte hacia ella— deberías dedicarte a trabajar, pero parece que ni eso sabes hacer bien. —articulé en tono de burla, bien sé que me estaba comportando como una niña de secundaria, pero en mi defensa, ella había comenzado.

—¡¿Qué que me importa?! me importa por el hecho de que tú no eres nadie y te sientes muy grande solo por el puesto que obtuviste por acostarte con Eduardo
¿Dime Monique? ¿que le diste al gefe para que te ascendiera ehh? —cada palabra era como ser mordida por una víbora venenosa —. A no, perdón. ¿Que hiciste? Quizá te mueves como una verdadera puta, que te parece si me das unas clases... ya sabes —me guiñó un ojo en complicidad —soy más guapa que tú, seguro si me acuesto con Eduardo te eché a tí y yo terminé en tu lugar —sonrie cínicamente. Oh no, esto es la gota que derramó el vaso, ¡Maldita! sentí como mi corazón bombeaba muy a prisa, ésta maldita se iba a arrepentir. Corrí hacia ella con las manos en puños, solo quería borrar esa estúpida sonrisa de su rostro un golpe, solo uno, y quizá arrancarle la lengua con mis uñas para cortarla en trocitos y después hacer que se la tragara junto con todas sus palabras. No pude llegar muy lejos cuando sentí como dos fuertes brazos me sujetaban por la cintura: Era Miguel.

—¡Suéltame carajo! —le gritaba mientras me retorcía bajo su agarré— ¡¡CARAJO, PERO SUÉLTAME HOMBRE!! ¡¡Que le voy a borrar esa estúpida sonrisa socarrona del rostro!! —Alexa sonrió aún más al ver que Miguel no me soltaba.

–¡Ves Miguel, es una gata! ¡No la sueltes por favor—grito Alexa haciendo cara de terror.

—¡Estupida! Te voy a borrar la sonrisa del rostro —dije mirándola fijamente —. ¡¡Pero suéltame carajo!!

—Lo siento, no te soltaré Monique, por favor, toma las cosas de quién vienen. Esa –dice haciendo ademán con la cabeza hacia ella— no vale la pena, no que alguien como tú se rebajé, sentí como su agarré aflojaba un poco, y ví mi oportunidad, y así lo hice, en cuanto pude me removí más y no tuvo remedio. Corrí hacia Alexa, quien inmediatamente borro esa sonrisa socarrona del rostro. Me sentí triunfante, pero no duró mucho: Apenas y pude lanzarle un puño a la cara, pero éste solo acarició su rostro, puesto que nuevamente estaba siendo jalada hacia atrás. ¡carajo! sentía como mis manos temblaban por la irá contenida. Miguel había logrado cogerme otra vez.

—¡¡Ahh pero carajo hombre!! ¡¡suéltame!! —Despues todo paso en cámara lenta, Alexa se me dejó venir tomando mi cabello con su mano y lo jalo tan fuerte que se llevo varios mechones en ella —¡¡Ay!! —no pude más que gritar pues Miguel aún me tenía sujeta por los brazos, lo siguiente que ví venir fue el puño de ella estrellarse en mi rostro, y es verdad, si se ven como estrellitas.

—¡¡Connor!! —Grito Miguel desesperado— ¡¡agarra a Alexa hombre!! ¡Ayúdame! —El pobre de Connor que había estado en shock despertó de su ensimismamiento y corrió hacia Alexa sujetándola por la cintura, ésta gritaba como loca y se movía para soltarse del agarré arañandolo y pataleando.

—¡Me las vas a pagar! te lo juro... —gritaba y pataleaba, pero Miguel ya me estaba llevando fuera del set. –¡¡Pero que mierda te pasa hombre!! ¡¿no me dejaste siquiera acercarme pero si le permitiste a ella hacerme ésto?! —inquiri furiosa. Por fin me había soltado, pero se había parado frente a la puerta para no darme acceso.

—Monique, de verdad lo lamento, ¡Nunca creí que esto pasaría! te lo juro, no creí que estuviera así de loca, discúlpame de verdad.

—¡Pero que mierda! ¡Carajo! —caminaba de un lado para otro, estaba realmente molesta, la mejilla comenzaba a arder. De pronto escuche pisadas viniendo por el pasillo al girarme vi que eran dos guardias quienes venían a toda prisa. Seguramente alguien había escuchado todo el escándalo y les había llamado.

—¿Esta todo bien? –pregunto uno de ellos mirándome casi sin aliento.

–No, no lo ésta, por favor vaya dentro y saqué a... —Un ruido fuerte seguido de gritos se escucharon dentro, luego de eso un sonido de cristal rompiendose nos alertó. Los guardias entraron rápidamente al set, casi segundos después uno de ellos salió, era el más bajo.

—Señorita Gregory, una lámpara de iluminación se a roto. —De inmediato Miguel y yo entramos, inspeccionamos el lugar y efectivamente, era una de las lámparas que Eduardo acababa de pedir a Japón. Mire a Alexa quien estaba sujeta por el guardia más alto, intentaba soltarse, pero ahora estaba mucho más tranquila. La miré fijamente

—¿Sabes cuanto cuesta esa lámpara?

No me im-por-tasoltó con asco.

—Pues debería ya que cuesta más de cuatro meses de tu sueldo, y te aseguro que hablaré con recursos humanos, no te daremos liquidación. Por favor, saquenla de aquí –Espeté con altanería.

—No... ¡No te atrevas! se van a arrepentir, ustedes... —Pero no alcance a escuchar que más dijo puesto que ya la habían sacado del set. Mire todo, era un desastre, a Eduardo no le iba a agradar nada de esto. —Camine hacia algo que había visto en el suelo, era el bolso de Alexa, lo tome con las puntas de los dedos con asco, pareciera que temía contagiarme de su estúpidez. Se la di al guardia que se había quedado.

—Densela a la mujer, y prohíbanle la entrada a la empresa.

—Muy bien señorita Gregory, así será, —a continuación el guardia salió. Me gire hacia Connor quien tenía el rostro lleno de rasguños, vaya si que era una gata de la calle esa Alexa.

—¿Estas bien Connor? —él solamente agachó la mirada apenado.

—Lo siento Monique, de verdad. Debí haberte dicho que Alexa y yo habíamos tenido una relación que no termino nada bien. Pero creí que sería un poco más madura y profesional. Debí haberlo sabido, ella obviamente no es así, y mirá —apunto a todo su alrededor, y finalmente a mí— incluso contra tí arremetió, y encima rompió una lámpara del set, pero quiero que sepas que me haré responsable también. Quiero pagar por ella.

—Ya hablaremos de eso Connor, por lo pronto yo iré... pues tengo que irme, pasa mañana a mi oficina por favor. —La mejilla comenzaba a punzarme, me dolía. Quería ir por hielo.

—Vamos Monique, vayamos a la enfermería. —dijo Miguel con tono suplicante, yo simplemente lo miré, seguía molesta con él por no haberme permitido darle a esa loca su merecido.

—Siento todo lo que pasó, de verdad, no tenía idea de que todo saldría así, perdoname —Realmente se veía apenado. Llegamos a la enfermería, y lo primero que hice fue mirarme al espejo, ¡Dios, estaba realmente horrible! tenía la mejilla realmente roja he incluso comenzaba a inflamarse, el cabello lo tenía todo revuelvo, intenté acomodarme el nido que estaba hecho pero fue casi imposible. Llegó Miguel y me puso hielo sobre el pómulo. —Auch —temble al sentir el contacto del hielo sobre mi piel.

—Lo siento —habló en un susurro. Lo miré detenidamente, tenía los ojos claros, eran de color miel. Un hermoso color, pero también tenía unas pestañas realmente largas que hacían juego con ellos, era de tes morena pero increíblemente guapo sus labios eran gruesos. Nunca me había percatado pero era casi igual de grande que Eduardo, de hombros anchos. «¿Dios Monique que haces mirando a otro hombre así? ya tienes a Eduardo» me regañe.

Miguel también me miraba fijamente, poco a poco se acercó a mí rostro. Su pulgar acariciaba de manera distraída mi mejilla, creo que iba a besarme. De inmediato mi cuerpo grito peligro, me aclare la garganta quitando su mano de mi pómulo.

—Creo que ya está listo, gracias por tomarte la molestia Miguel, me tengo que ir. —Y salí hecha rápidamente de la enfermería para no darle tiempo de que saliera tras de mí. m
Me metí en mi despacho cerrando con seguro preguntándome ¿Que diablos acababa de pasar?

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Quién la viera, esa Monique es
toda una rompecorazones.
😏😐😐😐

La fuerza del destino (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora