CAPÍTULO LIX

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Eduardo

Leí todo los papeles que pusieron frente a mí, me devore cada palabra, cada nombre.
No terminaba de creer lo que estaba escrito, por fin sabía quién había mandado a matar a Elizabeth, en ocasiones bebemos, comemos, reímos, y hasta llegamos a querer a nuestros peores enemigos, incluso los llegamos a llamar: hermanos, eso él era para mí.

Alexander me traiciono, desde un principio simplemente fingió ser mi amigo, no puedo entender ¿Cómo alguien puede no tener corazón? ¿Cómo puedes simplemente mandar a quitarle la vida a alguien?

-Él, él tiene a Monique. -Hablo con resolución.

-Estamos investigando eso señor Eduardo -dice Padilla -probablemente sea así. Pero necesitamos con certeza saber dónde está.

-A desaparecido señor Eduardo, no le encontramos. Vendió el departamento que tenía en el centro de la cuidad hace aproximadamente siete meses, no a vuelto a trabajar, pareciera que se esfumó sin dejar rastro alguno. -Dice Morales. Aprieto los nudillos fuertemente.

-¡Encuentrenlo! -grite arrojando la carpeta alsuelo -. Lo quiero frente a mí, quiero matarlo con mis propias manos.

-Le aseguro que estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para encontrarlo. Le aseguramos, que daremos con él.

-¡¿Como pudo?! ¡¿Como pudo hacerlo?! Que debes tener en la mente para hacer algo tan aberrante, ¡está loco! -digo mientras masajeó mis sienes. Todo esto es demasiada información, mi mente no puede procesarlo todo. Agarró la primer botella que tocan mis manos y le doy un gran trago.

-Eduardo -me habla Padilla informalmente. Volteo a verle tratando de centrar mi vista en él -. No debería beber, quizá dentro de algunas horas tendremos el paradero, o días, no lo sabemos con certeza, pero le daré un consejo. Usted necesita estar al cien por ciento bien, si damos con su novia, ella te necesitará completo. -Aprieto fuertemente la botella contra mi pecho, y me desplomó sobre el suelo. Lo único que puedo hacer es cubrir mi rostro con ambas manos.

-Es demasíado -digo dejando salir toda mi frustración -todo esto, es mucho. No puedo.

-Se que es demasiado señor Eduardo, pero usted puede. Hemos hecho hipótesis sobre el comportamiento del sospechoso. Si concuerda con el cuadro que nos hemos hecho sobre él: ella estará bien, probablemente siente algo por ella.

-Lo más probable es que este obsesionado con usted, y esa obsesión la vuelque sobre las mujeres que están cerca suyo. -Concuye Padilla -Algo que recuerde usted, ¿un detonante?

-Yo... no. Siempre trate de ayudarle, desde la Universidad. Él era un completo desastre, faltaba a clases, sus notas eran una vergüenza. Cuando reprobó el último examen, su padre lo mando fuera del país, él estaba tan molesto... -trate de recordar que fue lo que había pasado, porque Alexander haría algo así. Y de pronto vino a mi mente, -¿Como nunca lo ví? - dije levantándome del suelo y comenzando a caminar por todo el despacho. -Su padre me había consiguió mi primer cliente, incluso me presto dinero cuando le hable que quería iniciar mi negocio. Cuando Alexander volvió del extranjero había cambiado mucho, su padre era un hombre muy duro con él, pero lo peor fue que al morir, el hijo de su otra familia se quedó con las empresas de su padre, y a mí me dejó en ceros la deuda que tenía con él. ¡¿Pero por qué hacerle daño a Elizabeth?!

-Él está enfermo Eduardo, no necesitamos más explicaciones, creé que lo que ha sido de su vida todos son culpables, exepto él. -Dijo Morales -vamos a encontrarlo. Nunca hemos dejado un trabajo sin respuesta señor Eduardo, y le aseguro, este no será el primero.

-Si ya mato una vez... lo puede volver a hacer. -digo ahogando la voz.

-Tenga esperanza señor Eduardo, si es como lo hemos hablado mi compañero Padilla y yo, la mantendrá viva, la necesita para sentirse poderoso.

La fuerza del destino (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora