LVI

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Capítulo dedicado a todas mis
hermosas dementes, quienes me siguen
desde facebook.
¡Levanten su mano quien viene desde allá!


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De quién menos te esperas los golpes, es de quién los recibes. La puerta se abrió, y me quedé congelada, jamás, jamás hubiera imaginado que él, se encontraría tras mí cautiverio. Mi cuerpo comenzó a temblar de inmediato, las náuseas me invadieron, era él. Se encontraba bastante demacrado y muy delgado, su cabello se observaba largo y grasiento, parecía tener la barba de días.
Sus ojos de inmediato se abrieron en asombro al verme.

-A despertado la bella durmiente, ¿Cómo te sientes hoy, Monique? -pregunto con tono jovial, como si tenerme atada a una cama, como si el haberme dejado a punto de morir de inanición fuera lo más cotidiano del mundo.

-¿Que quieres de mí? ¿Dinero, quieres vengarte de Eduardo?

-Mmm, vas mal bonita. Yo no quiero vengarme de nadie, y mucho menos dinero, y que conste que no nado en el. -Dijo a modo de broma.

-¿Entonces que quieres, Alexander?

-Veras, es muy simple. Te quiero a ti. -Mi mente se quedó en shock, ¿a mi? ¿Por qué a mí?

-Pero nosotros te vimos, te vimos con tu novia en el zoológico -hable incredula.

-Ah, eso, bueno. Si supieras lo fácil que es que alguien haga algo por dinero. Ese día los ví, y esa chica estaba sola, me pareció la perfecta coartada, y cayeron, lo hicieron muy fácil. Yo solo le ofrecí una pequeña cantidad a ella para que se hiciera pasar por mi chica, y acepto, ya solo tuve que fingir delante de ustedes. Fue muy fácil, y con una disculpa "sincera" todo quedó arreglado, nadie jamás sospecharía de mi. Tanto me creyó Eduardo, que incluso días después me llamo ofreciéndome trabajo -se carcajeo sarcásticamente- Obviamente le dije que no, que estaba fuera del país, que me había ido por un trabajo que me habían ofrecido en la empresa de mi novia. Fue tan fácil.

-¡Eres horrible Alexander!

-Mmm, no, yo no lo soy. Eduardo, él sí lo es, siempre aparentando lo que no es: un santo.

-Él, no es así, no es como tú dices.

-¡Es que, eso crees tú! -y se pasó una mano por su largo cabello frustrado-. Pero ya no importa, ya nada importa, ahora estás aquí, conmigo.

-¿P-p-pero... por qué yo? Nunca te he hecho daño, siempre nuestros tratos eran de trabajo, ¡nunca te insinue nada!

-Exactamente eso preciosa. Yo siempre te ví ¿Sabes? Te ví como el ser angelical que eras, Monique. En cambio él, ¡ahh, él! Te trato como a una puta y tú caiste a sus pies, ¡como todas! como cada chica que ha estado con con él, ahí, rogándole atención, rogando ser cogida por el gran macho Eduardo. -Mis ojos se abrieron en sorpresa, jamás hubiera imaginado que le tuviera tanto coraje -¿Que tiene él, ah Monique? ¿Que tiene él que no tengamos los demás?

-Nunca te di ninguna esperanza Alexander -respondí aguantando el nudo de mi garganta.

-¡Eso, eso es! ¡Que nunca me diste una maldita oportunidad! -Y golpeó fuertemente la puerta, eso me hizo cerrar los ojos y estremecerme -nunca lo hiciste, pero en cambio si corriste a los brazos de él.

-Casi me matas de inanición -respondi tratando de sonar fría, no quería que viera cuanto miedo tenía -. Me dejaste aquí pudriéndome en mi misma porquería. ¡Sin nada de agua, ni comida! ¡Atada!-y fue entonces que caí en la cuenta, ya no llevaba mi ropa, traía una playera que me llegaba bajo el muslo, solo eso, ni ropa interior, nada. Eso me cubría de él, una sola prenda. De inmediato me sentí expuesta, vulnerable, no quería pensar que él se había aprovechado de mi situación.

La fuerza del destino (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora