CAPÍTULO LI

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Pronto se había llegado la hora de la cena y Eduardo ya casi llegaba, me había llamado antes de salir de la publicidad, yo no había tenido la oportunidad de decirle que junto con Samantha también había venido mí madre. Sam y yo estábamos sentadas en el sofá hablando, cuando él abrió la puerta, de inmediato ambas nos giramos a verlo.

—Amor, llegaste —dije con emoción al verle. De inmediato fui a abrazarle, Samantha se levantó sonriendo —. Mira cariño, te presento a Sam, mi mejor amiga. —Ella ya venía hasta nosotros, cuando llego a nuestro lado le extendió la mano a Edi sonriendo.

—Hola, mucho gusto —articuló Eduardo saludando a Samantha con una enorme sonrisa —Monique me a hablado mucho de ti. —Sam ni siquiera pudo responder cuando mi madre entro en escena.

—A si que tú eres el "novio" de mi hija... —Pregunto mi madre mirándole de arriba a abajo examinandolé desde todos los ángulos. Eduardo se sorprendió bastante al ver a mi madre aparecer de repente por la puerta de la cocina. Ya andaba por toda la casa como si fuera suya. Y por dios, yo solo quería que la tierra me tragara. Al final era mi madre y me daba vergüenza que su comportamiento fuera tan incorrecto. Como si la gente fuera quién tuviera el honor de hablar con Ciara O' Bryan.

—Oh, amor, ella, ella es mi madre. Ciara O'Bryan. —Él, como el caballero que era de inmediato camino hacia ella y extendió su mano para saludarle, dejando de lado lo sorprendido que se encontraba.

—Es un placer poder conocerle, un verdadero gusto. No sabe cómo...

—Pues... Lastima que yo no pueda decir lo mismo —Le interrumpe mi madre hablando despectivamente. Como solo ella sabe hacerlo. Eduardo baja la mano al ver como ella ni se inmutó en responderle el saludo.

—Madre —digo molesta, por su falta de respeto —Eduardo está siendo muy educado contigo.

—Pues es lo menos que me puedo esperar de tu pareja, Monique.

—No importa cariño —susurra Eduardo lo suficientemente bajo como para que sólo yo le escuché. Yo miró a mi madre furiosa, no soportaré que trate de esta manera a quienes amo.

—Ya está la cena servida —anuncia Leonora. Mi madre la mira y exclama.

—¡Por fin! No iba a vivir a base de puro té.

M A D R E... hable enfatizando cada letra. Y así logré que me mirara unos instantes —. Estas en la casa de Eduardo, mínimo deberías agradecer que permitieron que te quedarás, bien podrían haberte enviado a un hotel. —Mi madre hizo cara de horror, pero de inmediato la cambio a una de enfado.

—Pues es lo menos que podías hacer Monique, puesto que soy tu madre he hizo lo mismo que yo al enfatizar la palabra madre.

—Pero toma en cuenta que no es mi casa madre, yo tengo mi apartamento, y es muy modesto. —aclare —pero podemos ir allí, yo me sentiré más cómoda, al final yo te conozco pero ellos no. —Ella me miró molesta, y simplemente camino hacia el comedor.

—Gracias —pronuncio hacia Nora, con la sonrisa más falsa que jamás había visto. Todos nos hicimos caminó al comedor, pero yo me quedé detrás y tome la mano de Eduardo para hablarle, él me miró extrañado.

—¿Que pasa muñequita?

—Perdóname, no sabía que vendría hasta que la ví en el aeropuerto, Sam ni siquiera me digo nada —pronuncie agitada por el remordimiento —. Pero puedo decirle que se marche amor, no quiero que esté incómodando con su presencia.

—Muñeca...

—De verdad, incluso la puedo llevar a un hotel

—Monique —Volvio a decir.

La fuerza del destino (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora