CAPÍTULO XLI

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Intentas mirar al frente, a diario tratas de olvidar todo lo que quizá un día te hizo mucho daño. Pero en ocasiones simplemente pasa, personas o situaciones del pasado regresan a atormentar tu cabeza, tu mundo. Traen caos a tu presente nuevamente. Y no queda de otra más que enfrentar todo, hacerlo cual Guerrero dispuesto a ganar la batalla

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La noche se me hizo corta, desperté con un terrible dolor de cabeza. Las cortinas de la ventana aún no estaban corridas pero podía observar como por entre los orificios se colaba la luz del día. Me gire con cuidado pues cualquier movimiento brusco aumentaba los síntomas de la resaca. entonces ví sobre la cómoda un vaso con agua y unas píldoras, aún lado estaba una nota. Incorporandome lentamente tomé la nota y comencé a leer su contenido.

«Eduardo te he dejado unas Aspirinas para aminorar un poco el malestar. No te preocupes por ir hoy a la publicidad, yo me encargo tú recupérate que seguramente sentirás que la cabeza te estalla, en la noche hablamos, cualquier cosa te marcaré. Por favor trata de arreglar todo, te quiero.

Monique»

Suspiré pesadamente y tome las píldoras, realmente sentía que la cabeza me estallaría. De pronto recordé porque estaba así, por qué incluso fuí al The Hell, «un bar que me traía buenos recuerdos» Mi madre había vuelto, esa palabra me asqueaba, pronto sentí la rabia burbujeante en mi interior. Fuí al baño hice mis necesidades, lave mis dientes y me di una ducha rápida, intenté relajarme al sentir el agua tibia resbalar por mi cuerpo. Al salir la cabeza aún me dolía pero ya era soportable. Vi la hora, eran las diez de la mañana, me sentía culpable por qué Monique fuese sola, probablemente solo almorzara algo y fuera directo con ella. Entonces bajé a la cocina y la vi, estaba haciendo no sé qué, la ignore y fuí al refrigerador, saqué jugo de naranja, tome unos cuantos huevos y una berenjena para preparar mi almuerzo.

—Sr Romero, tengo tostadas, tocino y huevos preparados para usted. —Me debatí entre seguir ignorandola o ser un poco conciente. Mi lado idiota ganó: la ignore. Seguí con mis cosas hasta la estufa. vacíe los huevos en un tazón y puse una casuela sobre la lumbre, mientras esperaba a que calentará corte las berenjenas, después rocíe un poco de aceite en spray y las saltee un poco, seguido de eso vacíe los huevos sobre las berenjenas, podía escuchar como comenzaban a freírse. Creí que Leonora ya no se encontraba en la cocina hasta que al girarme para tomar jugo la vi, estaba de pie aún lado de la mesa, observándome, me sentí como un niño pequeño que está apunto de ser reprendido.

—¿Seguirá ignorándome? —Mi parte madura y racional me decía que hablara con ella, al final era mi familia. Pero mi parte imbécil siempre dictaminaba las peores ideas, y ese lado casi siempre ganaba. La ignore nuevamente.

—Solamente déjeme decirle una cosa... una sola cosa y prometo irme de su vida para siempre, —La miré detenidamente, sus ojos estaban cristalizados, se veía cansada, vulnerable, por fin la vi como lo que era: una mujer que había pasado por muchas cosas, pero a todo lo había afrontado con valentía.

—Habla, que tienes que decirme. —Ella se lo pensó, pero asintió.

—Como ya le expliqué, su madre regreso aquí cuando solo tenía 19 años —Al momento de decir "madre" sentí como la bilis subía por mi garganta, pero deje que continuará hablando-. Ella siempre había sido una chica un poco rebelde, pero buena hija. Más nunca le gustó vivir en otro país, decía que esa no era vida, casi diariamente peleabamos por esa razón. —Suspiro cansada— Un día simplemente dijo que volvía, que ese lugar no era para ella, y regreso... nunca me dijo a donde llegaría o con quien, simplemente se fue.

—¿Porque no volviste tú con ella? ¿no habría sido lo mejor? —Pregunté con amargura.

—Porque... me faltaban solo cuatro años para nacionalizarme, tenía un trabajo estable, seguro, una buena vida, teníamos una buena vida, incluso Sofí la tenía, —la sola mención de su nombre era repulsivo para mí, aún me afectaba demasiado. Olvidaba el huevo sobre la estufa, fui y los apague, los puse sobre un plato. Me gire hacia ella para que continuará hablando —. Podía estudiar allá, pero nunca quiso, a pesar que yo le rogué se inscribiera en la preparatoria, le dije que incluso tendría más oportunidades... pero era necia. Nunca lo hizo.

—Ya nos habías dicho eso Leonora. —Solte sin ningún atisbo de sentimiento. —¿A donde quieres llegar con todo ésto? ¿Dime, éste era su plan desde un inicio? ¿adentrarte en mi vida para que la perdonará? ¿Sacarme dinero? ¿Que quiere? ¿porque hasta ahora? ella ya no es nadie para mí -dije con tono de reproche. La mirada de Nora se llenó de aflicción, no podía creer que le preguntará todo eso.

—No, no, claro que no. Cuando volví yo no sabía dónde estaba. Ella nunca mantuvo contacto conmigo salvó una vez que te ví por fotos, y eso fue porque yo le pedí que me mandará algunas por correo, después de eso ella se desaparecío, no volví a saber nada de ella. Cuando llegué aquí les busque, pero tarde 12 años en dar con ustedes. La primera vez que tuve una pista de su paradero fue porque una amiga de ella me dijo donde vivían, incluso me comentó que tu padre tenía una imprenta de serigrafía, me fue más fácil dar así con ustedes. Pero cuando al fin llegue a la dirección resultó que habían vendido la casa... —Al escuchar eso miles de recuerdos me inundaron, habíamos vendido la imprenta por qué mi padre necesitaba unos estudios, y medicinas, si solo hubiésemos tenido más dinero... quizás, quizás él se hubiera podido curar. Me quito esos pensamientos y vuelvo mi atención a ella, es tan fácil divagar.

—Tuvimos que vender esa casa por los tratamientos tan costosos de mi padre. Rentamos un pequeño apartamento, solo tenía una habitación, el comedor estaba dentro de la cocina y el baño era apenas un metro cuadrado, ella no aguanto mucho después de eso, ya no tenía la vida cómoda de antes. Mi padre con cáncer: el hombre que la había mantenido durante 18 años ya no podía seguir llenandola de lo que ella pedía, al final la muy cobarde nos dejó —hable llenó de odió- Tres meses después mi padre falleció. -Nora me miraba culpable, las lágrimas resbalaban por ambos lados de sus mejillas.

—Lo siento tanto, debí buscarles con más ahínco, quizá yo habría podido ayudarles... yo... evitar que se fuera...

—¿Como? —ataque —¿Como habrías evitado que se fuera? fue preferible así, de esa manera me di cuenta que simplemente fue una falsa interesada. De una vez que lo sepas, ella no es nadie para mí. Para mí ésta muerta. —Nora abrió tanto los ojos que creí saltarían de sus órbitas, de pronto comenzó a llorar. Nunca la había visto así, pero lo dicho era verdad, no importaba cuanto me dolía verla así.

—Eduardo... perdonala por favor, todos en algún momento necesitamos perdonar, liberarnos de el pasado.

—¡No! ella ya no existe para mí, ¿ENTIENDES? ¡¡ella ésta muerta para mí!! —grite.

—¡¡Está muriendo!! —contraataco Nora— está muriendo... —y comenzó a llorar descontroladamente, yo me quedé estupefacto, no podía ser lo que estaba diciendo, no podía ser. No lo creía, increíble cómo pareciera no estaba feliz, no lo estaba para nada, al contrario sentí un pinchazo en el pecho, algo que me decía que yo la odiaba tanto, por lo mucho que la había querido. Al final, nunca dejaría de ser, mi madre. Pero no podía perdonarla, no despues de ver a mi padre llorar por las noches cuando ella nos dejó. —Esta muriendo Eduardo...

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Awwww Edi 😭😭😭😭😭
pobrecito Edi 😭
Les dejo muchos besos mis amores.

La fuerza del destino (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora