Capítulo 31

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Pasó casi una semana desde que Nadia comenzó a ausentarse al colegio

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Pasó casi una semana desde que Nadia comenzó a ausentarse al colegio. Intenté llamarla, saber dónde estaba, cómo estaba y por qué no venía; pero mis intenciones fueron inútiles, ya que el celular de Bolton parecía estar apagado. Llegué al punto de creer que conocerla había sido un simple sueño, hasta que empecé a notar que Gala también estaba ausentándose en los mismos días que Nadia.

Me sentía ansioso de volver a verla, escuchar su voz, robar su atención, seducirla, besarla, tocar su cintura, contemplarla. Quería reencontrarme con ella para evitar que mi plan siguiera atrasándose, necesitaba poner a prueba aquellas sensaciones que me dominaban al tenerla cerca. Quería controlarme para poder controlarla y de tal manera poder alcanzar cada uno de mis objetivos. Mi única ventaja hasta ahora era que Ashley debía hacer unas semanas de reposo en su cama, por lo cual no existía nadie que pudiera intervenir en mis planes o distraerme durante ellos.

El problema era que, si Nadia estaba volviendo a reponer su vínculo con Gala, entonces en su regreso marcaría una mayor distancia de la que ya estaba marcando. Además, ¿qué cambiaría si Gala se hacía a un lado? Bolton era una persona sencilla, no necesitaba a un chico atractivo y corpulento a su lado, ni siquiera necesitaba de un chico, ella estaba muy centrada en sus conflictos familiares y en sus tareas escolares, ¿por qué sería yo la excepción? No existían razones por la cuales pudiese llegar a considerarme y yo tampoco debería estar considerándola a ella.

Ese día había llegado al colegio unos minutos antes del horario habitual, me dolía la cabeza y mi cuerpo se sentía pesando. Me había dedicado a pasar todo el fin de semana de fiesta en fiesta, embriagándome, conociendo mujeres y viviendo la vida del viejo Sebastián Jones. Sin embargo, por más que lo intentase, ya no me sentía a gusto llevando aquel estilo de vida.

Entre la cantidad de estudiantes que ingresaban al colegio, capté una melena ondulada y rojiza que le pertenecía a Abbi, una compañera de curso que sobresalía en la mayoría de las materias.

—Hola Abbi—la saludé, cruzándome en su camino para detenerle el paso—, ¿sabés algo de Nadia Bolton o Gala Nelson?

—Hola. —Se ruborizó en cuanto me miró a los ojos—. No, no las he visto.

Era divertido ser testigo de cómo una persona es capaz de cambiar el color de sus mejillas en unos segundos simplemente por sentir vergüenza o nervios, ¿ahora se hacía a la sumisa? La pelirroja había pasado por mi cama y no fue ninguna santa en aquel momento, ni tampoco se resistió mucho cuando comencé a chamuyármela. Tal vez Nadia quería hacerse a la difícil, pero en el fondo moría por conocer lo que era tener una noche de acción con Sebastián Jones.

—¿Qué haces hoy? —pregunté luego de unos segundos en silencio.

—Me quedaré estudiando en la biblioteca, mañana hay examen—respondió con tranquilidad, volviendo a la tonalidad blanca de su piel, la cual estaba rellena de pequeñas pecas.

Sin Límites | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora