Capítulo 19

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La noticia estaba para la portada del diario nacional: Nadia Bolton en un boliche con Fabián, el supuesto novio que cumplía su papel de taxista sin auto en la puerta del colegio

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La noticia estaba para la portada del diario nacional: Nadia Bolton en un boliche con Fabián, el supuesto novio que cumplía su papel de taxista sin auto en la puerta del colegio.

La rubia fue muy estúpida al cederme la información de que su compañía era el mismísimo Fabián, quien fue muy fácil de conquistar.

Había decidido que se lo quitaría tal como ella me quitó a Sebastián.

—¿Solo? —pregunté luego de romper nuestro beso.

—No—contestó sobre mis labios.

—¡Qué lástima! Pensé que íbamos a poder ir a tomar algo—bajé la vista.

—Pensaste bien, no creo que haya problema—me animó con una sonrisa.

Era despreciable. Su despreocupación y desinterés denigraba a Nadia, una persona que, por más que la odiara, merecía ser respetada por un hombre. Sin embargo, ella había elegido a un chico feo y desleal, por lo que probablemente la muy turra quería quitarme a Jones, el hombre ideal y millones de veces mejor que el imbécil de Fabián.

—¿Querés que vayamos a mi casa? Mis papás están de viaje—me preguntó Fabián.

Mis intenciones con el novio de Nadia eran nulas, pero el juego que me estaba brindando el idiota era lo suficientemente tentador cuando pensaba en lo doloroso que sería para Bolton enterarse que Fabián se acostó conmigo.

Quería hacerla sufrir como ella hizo conmigo al momento de arrebatarme la atención absoluta de Sebastián, quería hundirla y demostrarle que conmigo no debía meterse. Desde que Jones se alejó de mí estuve de cama en cama buscando alguien que sea capaz de asemejarse a sus brazos abrazándome, sus manos tocándome, sus labios besándome, sus ojos mirándome, su voz nombrándome y su sonrisa seduciéndome. Extrañaba su todo, y por eso estaba dispuesta a luchar con quien sea sólo para conseguir lo que perdí. Jamás me rendía y Sebastián lo sabía. La solución ideal no era perseguirlo, sino que quitarle lo que podría ser considerado un estorbo en mi camino; debía quitarle a Nadia de la vista.

No aceptaría que una muñeca de mechones rubios sea el atractivo de Sebastián, yo era el único atractivo que debía tener en mente, no quería formar parte del montón de imbéciles que dejó usadas, quería formar parte de su vida, ser su novia, hacerlo oficial y desparramarlo por todos los pasillos para que cada chica que pasó por la cama de Sebastián sepa que yo había ganado y nadie más lo haría.

—Buena idea—sonreí.

Bolton era la presa más indefensa del bosque, se había metido en la boca del lobo y ya no podría salir de allí. Estaba rodeada. Cuando la muy ilusa accediera a Sebastián a hurtadillas de Gala yo sería la vocera que le contaría lo sucedido, así me comería en un segundo el noviazgo y las amistades de Bolton.

—Vine en auto, vamos—me sonrió Fabián, y agarró mi mano dispuesto a arrastrarme hasta su automóvil.

Comenzamos a caminar entre la gente que movía sus cuerpos al compás del ritmo de la música, ¿Nadia se habría ido? No quería pensar en ella, pero era inevitable, quería que viera cómo su novio me arrastraba hasta su cama.

Salimos a la calle y Fabián se acercó a un auto negro, su auto negro, me abrió la puerta del acompañante y la cerró en cuanto estuve en el interior del coche.

—¿Seguro que no hay nadie en tu casa? —le pregunté en cuanto estuvo frente al volante.

—No tengas miedo, no hay nadie.

Encendió el automóvil con una sonrisa que se me comenzaba a hacer muy falsa, y empezamos a circular por las calles iluminadas.

A veces me daba cuenta de que ni yo estaba de acuerdo con mis decisiones, que a veces me arriesgaba a ridiculeces y cometía actos de los que me arrepentiría más tarde, actos como acostarme con Fabián.

¿De dónde había salido aquel plan? Esperaba que al menos sepa cómo hacerlo.

Ya has hecho esto sin desearlo, Ashley.

Prendí la radio para insonorizar mis pensamientos, me reacomodé en el asiento, disfruté por unos segundos del tema que se estaba reproduciendo de Soda Stereo, y me pregunté qué estaría haciendo Sebastián en aquel instante.

Sin Límites | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora