Capítulo 38

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Evité caminar, me tomé un taxi, llegué a casa con la cabeza enfocada en nada, los ojos inexpresivos, la cara como esfumada

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Evité caminar, me tomé un taxi, llegué a casa con la cabeza enfocada en nada, los ojos inexpresivos, la cara como esfumada. Ya no tenía una esencia o una emoción que demostrar, me encontraba tan abarrotada por todo lo sucedido, tan confundida, que aún no conseguía definir cómo reaccionar.

Me eché en mi cama y agarré mi celular como fuente de distracción. Fui tan inocente, tan tonta, tan ingenua. ¿Cómo no se me ocurrió? Si la gente no se atreve a enfrentarte de cara te enfrenta en las redes, y así fue, mensajes y notificaciones rebalsando mi casilla, todas insultándome, difamándome, apuntándome como el único enemigo y la única descorazonada. Yo era el demonio, el monstruo, la puta. Todos aquellos usuarios, los cuales no conocía, estaban usando mi nombre, y todas aquellas menciones, las cuales eran denigrantes, estaban acompañadas por un link, pero ¿qué era ese link? Por un segundo me sentí amenazada por la tentación de ingresar en un sitio del que desconocía su contenido; sin embargo, cuando me percaté de que ya estaba tan expuesta, tan vulnerable y tan destruida, pensé que ya no existiría nada más que lograra afectarme.

Cliqueé en él, sin miedo, sin temblar.

El enlace me condujo a una página web en la que subían diariamente noticias "relevantes" del colegio. Era un blog, estructurado por un formato llamativo que enmarcaba en primera plana la fotografía que nos tomaron a Sebastián y a mí después del beso, tenía hasta un título:

"Una patada con muchos puntos".

¿Quién sería el organizador de la página? Estaba contaminada por escándalos entre estudiantes que no ubicaba, situaciones tan ridículas que parecían tener las intenciones de dar algo para hablar a los grupos que llenan sus vidas opinando de las del resto.

Ingresé al artículo del que era protagonista y me dediqué a leer los párrafos redactados con un entusiasmo falso:

"La nueva estudiante de sexto año se ocupó de apuñalar a su mejor amiga por la espalda y sumó varios puntos cuando se comió al potro del colegio: Sebastián Jones, quien aseguró sus intimidades con Nadia Bolton frente a Gala, la víctima del caso...". ¿Víctima del caso? No se trataba de un homicidio, el asunto giraba alrededor de la ruptura de una amistad por un imbécil. Me salteé la exagerada introducción reboleando los ojos y me centré en el último párrafo, ¿lo habría escrito el chico que nos fotografió? "Como todos conocemos, Sebastián Jones es el punto de atracción en los pasillos del colegio y no hay chica que se niegue vivir una fantasía con él. Resulta que, a la entrada del instituto, varios estudiantes fueron testigo de la escandalosa escena entre Sebastián Jones y Nadia Bolton, quien con su carita de princesa desamparada ablandó el corazón de nuestro chico, pero ¿por qué se metió con el punto de interés de su mejor amiga? Bolton descartó todos los códigos que la ataban a una linda amistad con Gala Nelson y besó a Jones sin límites llamando la atención de todos. La pregunta es: ¿lo hizo a propósito?". ¡Por supuesto que no lo hice a propósito! Me desquiciaba que formularan preguntas capciosas para llevar a razonar lo peor y generar una polémica en base a datos básicos que salían de una persona que solamente deseaba visitas en su sitio y no la preservación de la dignidad de las personas. "De algo podríamos estar del todo seguros: Jones y Bolton tienen una relación con beneficios, pero lo mantienen en secreto para evitarse el escándalo que ya se está generando en torno a Nadia Bolton, la nueva zorra del instituto y prisionera de los encantos de nuestro gran Sebastián."

Bloqueé el celular y lo dejé sobre la mesa de luz. Me giré sobre el colchón y hundí mi cabeza entre los almohadones. Grité, porque más que triste y humillada me sentía enojada. Estaba enojada con la poca humanidad que existía en aquellas personas, la poca compasión que tenían ante errores como el que cometí y el poco tacto que aplicaban al comentar sobre lo que sucedió. Lloré, porque estaban hablando sin conocerme, porque no tenían idea de cuál era realmente el papel de Jones en mi vida y cuáles eran los verdaderos sentimientos que Gala tenía hacia Sebastián. No conocían toda la historia, conocían lo que el resto quería que conocieran. No logré si quiera luchar y ya estaba vencida.

Escuché a mi celular vibrar y arrastré mi cara sobre los almohadones para quitarme las lágrimas que quedaron atrapadas entre mis pestañas. Me levanté con los ojos hinchados y alcé el celular para ver el remitente: Sebastián.

—Hola—atendí con la voz afectada, sentándome nuevamente en la cama.

—¿Ya viste el blog? —preguntó con tranquilidad.

—Sí.

—¡Qué pelotudez! —exclamó para mi sorpresa, riéndose entre medio—, me siento famoso.

A penas me pude sonreír vagamente. Jones empezaba a convertirse en un remedio para mis altibajos.

—¿Te causa gracia?

—¿Debería estar triste? Porque no me funciona si quiero hacerte feliz.

—¿Querés hacerme feliz?

—Sí, supongo que la mierda que dice el blog te afectó, pero creo que soy una razón por la que al menos deberías estar sonriendo.

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