Me había escapado de los labios de Jones antes de que la clase empezara. Decidí que saldríamos por turnos, para evitar levantar sospechas, así que me adelanté para entrar en el salón antes que él. Aunque, de saber que me encontraría con una escena sexual dibujada en el pizarrón, que nos representaba a Sebastián y a mí, entonces los puestos de salida hubiesen sido al revés.
Me quedé helada junto a la puerta del salón, con los ojos centrados en las siluetas de los cuerpos unificados, que habían sido trazados con un fibrón negro sobre la superficie blanca del pizarrón. El intercambio entre Sebastián y yo, sumando el beso, le había dado al morboso dibujante el tiempo suficiente para humillarme de aquella manera.
Fue Ashley quien se atrevió a acercarse, precavidamente por la herida de su tobillo y tranquilamente ante la indefensa imagen que proyectaba a través de mis hombros caídos y mis ojos cristalizados.
—Qué obra de arte, ¿no? —Me pasó un brazo por lo hombros y se giró hacia el pizarrón para contemplar la ilustración junto a mí.
Sádica.
Encogí mi cuerpo para quitarme su brazo de encima y me hice a un lado para mirarla a lo lejos.
—¿Venís vestida de maestra jardinera? —Me recorrió el cuerpo con sus ojos críticos, despreciando cada parte de mí y, tal vez, pensando en qué decir para rebajarme a su imagen de superioridad—. Mi amor, si pensás seguir acostándote con Sebastián al menos usa algo que se la pare.
—Basta, Ashley—murmuré, mirando a mi alrededor.
Había algunos compañeros adentro, pero nadie hacía nada, todos preferían ser los cobardes testigos que disfrutan del show o que temen romper con él, pero ¿Por qué? ¿Por qué temen? ¿Acaso les importaba más la opinión que tenía Ashley Kellen sobre ellos en vez de ser héroes del indefenso?
—No llores Nadiecita—dijo con cara triste, frotándome con su mano izquierda mi brazo derecho, en forma de consuelo—, deberías ser feliz por al fin poder figurar un poquito en el colegio. —Me dio dos palmaditas en el hombro y se distanció.
—No tenés idea—contesté, amagando para dirigirme a mi banco.
—¿A dónde vas? —Se interpuso—, no terminé de hablar con vos.
—Yo sí, dejame. —Intenté hacerla a un lado, pero, sin esperarlo, me tomó de ambos brazos y me acercó a ella.
—Te metiste conmigo y con Gala, Bolton, ¿Te pensás que te vas a librar fácil?
—No me metí con nadie. —Negué con la cabeza—, solamente me besé con un chico.
—Con mi chico.
—Nunca fue tuyo.
Forzó su agarre alrededor de mis brazos y pude sentir cómo sus uñas empezaron a incrustarse en mi piel.
ESTÁS LEYENDO
Sin Límites | COMPLETA
Teen Fiction(LIBRO 1 DE LA DUOLOGÍA | TERCERA EDICIÓN) Reiniciar tu vida no siempre es una tarea sencilla cuando miles de tormentas se encargaron de dejarte miles de heridas. La adaptación no parece ser un problema al principio, pero a veces llega alguien para...