Capítulo 13

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"Y que la mala suerte esté de tu lado", me dijo mi subconsciente en cuanto Sebastián quitó importancia a la renuncia que tuve frente a nuestro pacto

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"Y que la mala suerte esté de tu lado", me dijo mi subconsciente en cuanto Sebastián quitó importancia a la renuncia que tuve frente a nuestro pacto.

Sentirme usada y despreciada me hundía en un dolor del que no ejercía control alguno. No había importancia sobre mí, no era mucho más que una persona perdida en el mundo sin saber qué hacer con su insignificante vida. Siempre pensé que Sebastián era la única razón por la cual debería sentirme valorada e importante, pero nunca le importé, nunca signifiqué algo para él ni para nadie.

Mi corazón latió con fuerzas cuando pasé caminando por las calles céntricas de la ciudad y logré divisar el auto de Sebastián, junté agallas y tuve las intenciones de acercarme a él para poder aclarar una de mis últimas dudas, pero todo se destruyó a mi alrededor cuando noté que a un costado Nadia lo abrazaba y él la rodeaba de una manera muy acogedora. Las lágrimas no tardaron en llegar y nublarme la vista. Presioné los párpados con furia y procuré destruir a Nadia como ella destruyó mi oportunidad de estar con Sebastián.

Recordé el momento en que apareció mientras yo lloraba dentro de uno de los cubículos del baño, ese momento en el que intentó consolarme por algo que ella misma causó.

¡Ridícula!

Caminar con las imágenes de ella y Jones abrazados despertaban mi peor lado. Nadia Bolton tenía la inocencia de una mosquita muerta y si venía a sabotear mi puesto le enseñaría con quién intentaba meterse, haría lo que sea para que se hundiera en su propio cuento de fantasía con el chico que soñé tener en mi vida, le mostraría lo malvada que podía ser y lo sencillo que era perder como yo perdí a Sebastián.

En cuanto llegué a casa, agarré mi celular, furiosa, y marqué el número de Gala, quien estaba completamente obsesionada con Jones y se decepcionaría totalmente de su mejor amiga si se enteraba que estuvo abrazada a él esa misma tarde, ¿qué clase de amiga se mete con el chico que te gusta? Una sonrisa se formó en mi rostro al recordar también el joven que pasó por Nadia a la salida del colegio, parecían estar saliendo, y pensé que también podría contactarlo para contarle sobre las cosas que hacía su chica a espaldas de él.

—¿Hola? —me atendieron al segundo tono.

El primer paso sería conseguir el número de Bolton, si quería que las cosas me salieran bien debía empezar con cautela y diligencia.

—Hola, Gala—la saludé con simpatía mientras caminaba hacia la puerta de mi habitación y la cerraba en silencio, evitando que mi madre me escuchase. Acababa de llegar, seguramente de algún bar, y no quería que se me acercase en su estado desechable—, soy Ash. ¿Cómo andas?

—¿Ash? —se la escuchó confundida—. Qué sorpresa, muy bien, ¿pasó algo?

—Te quería dar las gracias por lo que hiciste con Nadia en el colegio—volví a sentarme en el colchón de mi cama destendida—, fue un gesto muy lindo.

—No fue por nada, en realidad, Nadia fue la que te ayudó.

Me ayudó a destruir las pocas posibilidades que tenía con Sebastián, pensé.

—Sí, es divina—dije, intentando no sonar tan falsa.

—Es maravillosa—coincidió con una posible sonrisa—. ¿Pudiste solucionar las cosas con Sebas?

—Me propuse olvidarme de él, como dijo Nadia, no vale la pena...

—Hay millones de chicos—aseguró—. ¿Lo hablaste con tus amigas?

—Sí, por supuesto, pero necesitaba agradecerte a vos.

—Creo que las gracias se las debes a Nadia, ella fue la que decidió ayudarte, ¿no te parece?

—Creo que tenés razón—concordé, aprovechando la oportunidad de ir directo a mi objetivo—, ¿me podrías pasar su número? No lo tengo.

—¡Claro! ¿Cómo no lo dijiste antes?

Gala me dictó el número con entusiasmo y, luego de despedirme, corté la aburrida conversación que tuve que llevar con interés. Sin esperar un minuto, marqué el número de Nadia, deseosa de que contestara, pero no conseguí respuesta alguna, ¿estaría en la casa de Sebastián haciendo de las suyas o pensaría que por no tener el número agendado sería un acosador? La critiqué tras los tres buzones que me recibieron en las tres llamadas que hice y corté con la paciencia al límite.

Entré en internet y busqué su Facebook para inspeccionar su lista de amigos y ver sus fotografías, de las cuales en una aparecía abrazada al chico que la había estado esperando en la puerta del colegio, ¿serían novios o muy amigos? Debería averiguarlo antes de llamar al muchacho y hacerle las confesiones.

Pasó una hora desde que la había llamado e intenté nuevamente, pero no obtuve respuesta y tuve que darme por vencida. Entonces, como consuelo, decidí llamar a Cecilia, mi mejor amiga.

—Ayuda—dije en cuanto me contestó.

—Código colegio—bufó con impaciencia—, estoy con lo de literatura, ¿qué pasó?

—No te hagas a la responsable ahora. Es una mina el problema.

—¿Nadia?

—Sí, me está robando a Sebastián.

—¿Ya te dejó?

—Se rompió el pacto.

—¿Te parece no haberme contado nada? —preguntó, haciéndose escuchar algo molesta.

—¿Te parece reprocharme eso ahora? Estoy mal.

—Se notó, hoy estabas hecha un asco.

—¿¡Qué!? —levanté la voz, escandaliza.

—No te lo dije porque cuando lo intenté me miraste con una cara de or...

—Callate—la interrumpí, cerrando los ojos para contener la calma—. Solucionemos el problema.

—¿Misión rubia? No entiendo a Sebastián, la mina no sabe ni pegarle a una pelota.

—Es una pelotuda—mascullé.

—Lo de pelotuda se ve que atrae porque Sebastián no le quita los ojos de encima.

—Sí, hoy los vi abrazados. La quiero matar.

—No me involucro en delitos, Ash, algo que no sea asesinato, ¿okay? —se rio de su propia broma, pero yo me mantuve seria—. ¿Cuál es el plan?

—Se está acercando a Sebastián y la estúpida no se da cuenta que tiene a la mejor amiga enamorada de él y un novio que la busca todos los días al colegio.

—Es una zorra—volvió a reírse—. Investiguemos, yo me sumo.

—Deja literatura para rendir y ayúdame con esto, es serio.

—Mis papás exigen estudio, Ashley...

—Y ahora tenés a tu mejor amiga que te exige, ¿vos me escuchaste? Estoy perdiendo a Sebas, sabés lo importante que es para mí.

—Lo sé—susurró—. Empiezo hoy mismo.

—Gracias—suspiré con alivio.

—Tranquila. Un beso.

La llamada se cortó y me sentí sumamente satisfecha con mi recolección. Tenía un plan en curso y mi rifle apuntaba a Nadia, solamente necesitaba de una buena puntería para hacerla caer y quitarla de mi vista.

Sin Límites | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora