Capítulo 18

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Narra Malú

Me desperté con la cabeza aún apoyada en su pecho y sus brazos rodeandome, sonreí instantáneamente y recordé nuestra conversación de anoche.

Flashback

- Que te quiero, nunca he dejado de hacerlo, sigo enamorada de ti Vanesa, y creo que lo seguiré estando hasta el día en que me muera.

El corazón me latía cada vez a más velocidad, acababa de confesarle que seguía enamorada de ella y no sabía si había hecho lo correcto o si por lo contrario la acababa de cagar, pero si algo me había caracterizado hasta ahora era el dejarme llevar por mis impulsos, por lo que sentía en cada momento, y eso es lo que acaba de hacer, ni si quiera sabía que intenciones tenía diciéndole esto ya que era más que consciente de que ella tenía su relación con Inma y no podía pretender que lo dejase todo por mi, por querer intentar salvar algo que había muerto hacía años.

- Yo también te quiero Malú.

Su respuesta me dejó atónita, una vez más, Vanesa Martín estaba rompiendo todos mis esquemas, la miré con una sonrisa y vi como una lágrima se escapaba de sus ojos, que por supuesto, rápidamente se limpió, me quedé seria, sabía que para ella esto no era algo fácil, y no quería presionarla ni arrastrarla a decidir nada.

-Pero...

La interrumpí.

- Inma, ¿no?

Me acaricio la mejilla y asintió.

- Quiero hacer las cosas bien, Malú.

Suspiró, entrelacé mis dedos con los suyos y acaricié su mano con delicadeza.

- Tranquila, te entiendo, para mí lo más importante es que tú seas feliz Vanesa, siempre lo ha sido, y que sepas mis sentimientos no tiene por qué cambiar nada, no quiero que te sientas presionada a cambiar nada, y menos por mi, esto no tiene por qué interferir en tu vida.

Separó su mano de la mía y me tapó la boca con dos de sus dedos en señal de qué me calle, y así lo hice.

- Shh...

Acarició mi pelo, y como de costumbre, comenzó a juguetear con mis mechones enredandolos entre sus dedos.

- La voy a dejar.

Hizo una pausa y suspiró.

- Y no, no es por ti ni tiene nada que ver con lo que me acabas de decir, es una decisión que viene desde hace días así que por eso no te preocupes.

Volvió a quedarse en silencio, mirando a saber donde, acariciándome.

- ¿En qué piensas? - le pregunté.

- En muchas cosas, pero - bostezó - de eso ya hablaremos más adelante Maria Lucía, no tengas prisa.

Se acurrucó abrazándose a mi cuerpo y susurró.

- Buenas noches Lula.

Me mordí el labio inferior y sonreí como una idiota abrazándome también a ella.

- Buenas noches Malagueña.

Fin del flasback

Me levanté con cuidado, aún era bastante temprano así que no la quise despertar, le di de comer a los perros y los saqué a pasear.

Acabé de preparar el desayuno, lo puse en una bandeja y lo subí a la habitación.

- ¡Buenos días marmota!

La saludé al entrar pero ni se inmutó, esta mujer tenía el sueño muy profundo. Me acerqué a ella y la acaricié con cuidado. Me quedé contemplandola en silencio y una lágrima se escapó de mis ojos, no me había dado cuenta hasta ahora de lo muchísimo que la echaba de menos.

Fui al baño a lavarme la cara y para cuando volví ya se había despertado.
Me sonrío nada más verme.

- ¿Y eso?

Preguntó señalando la bandeja que había dejado en la mesita de noche.

- El desayuno.

Sonreí.

- No hacía falta boba.

No pude evitar morderme el labio al ver como se sonrojaba, definitivamente esta mujer podía conmigo.

- ¡Claro que sí!

Cogí la bandeja sonriente y me senté a su lado.

- Gracias.

Me sonrió de lado y me dejó un tierno y largo beso en la mejilla, que logró ponerme la piel de gallina.

Estábamos charlando mientras desayunabamos cuando se oyó la puerta de la entrada de mi casa cerrarse, la miré sorprendida, solo dos personas tenían las llaves de mi casa, cerré los ojos por un instante y tragué saliva rezando porque no fuese quién yo pensaba, aun que él ya no debería tener mis llaves, así que solo me quedaba una opción, y sinceramente, prefería que fuese ella.

Me levanté con cuidado y volví a dejar la bandeja en la mesita de noche, fui a salir a ver si estaba en lo cierto pero me tropecé y caí al suelo.

- ¿Estás bien?

Vanesa se acercó rápidamente y me ayudó a levantarme.

- Sí, sí, no es nada.

Me apoyé en sus hombros y la miré a los ojos sonriéndole, volvíamos a estar muy cerca, tenía ganas de besarla pero sabía que no debía hacerlo, la analicé, era preciosa, sus ojos me hipnotizaban y me hacían perder la noción del tiempo, le coloqué un mechón detrás de la oreja y pasé mi mano por su mejilla con delicadeza hasta llegar a sus labios, los perfilé con mis dedos como si se los estuviese dibujando y le sonreí con timidez. Parecía como si el tiempo se hubiese parado y solo existiesemos ella y yo, incluso se me olvidó donde estaba yendo antes de tropezarme.

- ¡Malú! ¿estás ahí?

Preguntó mi madre casi gritando mientras entraba en mi habitación.

- Ay perdón, no quería interrumpir.

Vanesa y yo la miramos perplejas, ella sonrío avergonzada, por cómo estábamos seguramente se había pensado lo que no era.

- ¡Mamá! ¿que haces aquí?

Mi cara debía ser un cuadro, efectivamente no me había equivocado, la miré indignada.

- Si no vienes a verme tendré que venir yo, ¿no?

- Ya, ya, pero podrías avisar al menos, ¿no?

Me acerqué a darle dos besos pero ella no paraba de mirar a Vane y me apartó ignorándome completamente.

- Hola Vanesa guapísima, ¡cuanto tiempo!

- Hola Pepi ¡Que guapa estás eh! por ti no pasan los años.

Mi madre rió, siempre se habían llevado muy bien y mi madre la adoraba.

- Oye hija, no sabía que volvíais a estar juntas, que calladito te lo tenías ¡eh! Con lo que quiero yo a Vanesa.

- Eh.. No, no, nosotras no...

Vanesa se puso pálida, no le salían ni las palabras.

- Vanesa tiene pareja mamá, nosotras solo somos...

La miré, sentí un nudo en la garganta y a penas me salió la voz al pronunciar esa última palabra.

- Amigas.

Joder, no entendía por qué me dolía tanto cuando ya lo tenía más que asimilado, pero no soportaba la idea de ser solo eso para ella, una amiga.

Volví a mirar a mi madre que parecía escanearnos algo incrédula.

- Ya, ya, bueno, yo me voy, ya vendré en otro momento, os dejo que sigáis con vuestras cosas de "amigas".

Remarcó esta ultima palabra y se fue sin más, dejándonos ahí, mirándonos sin saber exactamente qué es lo que acababa de pasar.

Yo, más yo que nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora