Capítulo 30

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Narra Malú

Entré a saludar a los padres de Vanesa, al principio me dio algo de vergüenza pero enseguida me sentí cómoda y sobre todo bien recibida, parecía que no habían pasado estos años, que todo seguía igual a cuando eramos pareja. Después de insistir bastante consiguieron convencerme y me quedé a comer, nos pusimos al día y charlamos sobre la vida en general.

- ¿Podemos hablar?

Toñi y yo la miramos, asentí y la seguí hasta su habitación.

Se había sentado en el borde de su cama, con la mirada perdida en alguna parte, me agaché en frente de ella apoyándome en sus piernas.

- ¿Está todo bien?

Puse mi mano en su barbilla y giré su cara con cuidado haciendo que me mirase, tenía los ojos llorosos.
Negó con la cabeza como respuesta.

- ¿Y que te hace no estarlo?

Tragué saliva y cogí aire, tenía miedo a la respuesta.

- Tú.

Me quedé helada, sentí una punzada en el pecho y se me hizo un nudo en la garganta, me levanté, quise irme para darle espacio pero me agarró del brazo haciendo que me girase, estaba a un palmo de mi.

- Tú, yo...

cogió aire antes de seguir.

- Nosotras, no sé, esto, sea lo que sea que tengamos, me duele pero a la vez me encanta, tengo miedo Malú.

- Yo...

- Da igual, no hace falta que digas nada, lo siento, no tendría que haberte dicho esto, entiendo que no quieras volver a abrir heridas...

Vanesa daba vueltas de un lado a otro diciendo cada vez más cosas sin sentido, estaba nerviosa y muerta de miedo, lo notaba en su mirada, y lo sabía porque a mi me pasaba lo mismo, no era fácil estar con ella, eso implicaba reabrir una historia que ya estaba cerrada, abrir heridas que ya estaban cosidas, y dolía, pero la amaba.

- ¿Por qué estás aquí aún?

Paró en seco y me miró confundida, por fin había dejado de hablar, y me reí por su reacción.

- ¿Que te hace tanta risa?

Me acerqué a ella y rodeé mis brazos por su cuello. Noté como se relajó al instante y tragué saliva antes de hablar.

- Yo también tengo miedo, esto no es fácil, ni para ti ni para mi, pero ¿sabes qué? Te amo. Y creí que ya te lo había dejado claro durante estos días, quiero estar a tu lado Vanesa, ya hemos perdido demasiado tiempo.

La besé y ella me correspondió agarrando de mi cintura y pegándome más a ella. Me separé para coger aire, agarré su mano y me arrodillé ante ella, su cara era un cuadro, se quedó perpleja y a mi me entró la risa, aclaré mi garganta e intenté ponerme seria.

- Te amo, te amo Vanesa Martín Mata, y nunca he dejado de hacerlo, nos hemos hecho mucho daño, y hemos sufrido sin sentido alguno, pero el destino a hecho de las suyas y creo que la vida nos está dando una segunda oportunidad, a ti, a mi, a que haya un nosotras, a esta historia. ¿Y quién somos nosotras para llevarle la contraria al destino?

Reí y ella también.

- ¿Que me dices Malagueña? ¿Empezamos de 0?

Yo, más yo que nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora