Capítulo 46

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Narra Malú

Decidí pedirme una pizza para comer, ya que no tenía mucha hambre ni ganas de cocinar, además, tampoco tenía mucha comida en la nevera ya que estaba de gira y cuando volvía solía ir a casa de Vanesa.

Deshice la maleta mientras esperaba al repartidor, saqué una camiseta negra con letras rojas en la que ponía "munay", era de Vanesa. Siempre que me iba durante bastante tiempo le quitaba alguna camiseta, para así, de alguna forma, sentirla más cerca, me quedé mirando la camiseta fijamente y no pude evitar ponerme a llorar al saber que ya se había acabado todo.

Levanté la cabeza y miré hacia el techo, dejando la mirada perdida en alguna parte, pensando en ella.

El timbré sonó, me limpié las lágrimas que volvían a acumularse en mis ojos y me dirigí hacia la puerta, pagué al repartidor y dejé la pizza en la cocina.

Saqué una copa y la botella de vino y lo llevé al salón, iba a ir a por la pizza pero mi móvil comenzó a sonar.

Miré la pantalla y fruncí el ceño, era Ana.

Decidí no contestar, dejé que se finalizase sola la llamada mientras yo iba a por la pizza y me sentaba a comer, me puse a mirar las redes sociales cuando otra llamada de Ana me interrumpió, suspiré y descolgué.

- Dime Anita - Intenté parecer simpática, aún que en realidad no me apetecía hablar con nadie, pero ella no tenía la culpa, así que hice un esfuerzo.

- Malú yo... - Fruncí el ceño, le temblaba la voz.

- ¿Estás bien Ana? - Pregunté a la par que soltaba el trozo de pizza que tenía en la mano.

- Es que Vanesa... - Suspiré, me sentí cabreada, no me podía creer que Vanesa sea tan cobarde de mandar a Ana a decirme cualquier cosa.

- Mira Ana, no sé qué es lo que quiere Vanesa, pero no quiero saber nada de ella, díselo y que... - Me interrumpió.

- ¡Malú joder! - Me sobresalté - Que no es nada de eso coño. - Noté como tenía la voz rota, incluso me pareció oírla llorar y algo se encogió en mi interior.

- Vanesa ha tenido un accidente con el coche - y ahí sí que lloró.

Y yo... yo me quedé en silencio, con los ojos abiertos de par en par, con la respiración cada vez más acelerada e intentando procesar lo que acababa de oír. No sé en qué momento las lágrimas habían comenzado a caer de mis ojos, pero no podía parar de llorar, Ana me dió la dirección del hospital y me indicó en que planta estaba justo antes de colgar.

Estaba demasiado nerviosa así que decidí llamar a mi hermano para que me viniese a buscar y sea él quién me lleve al hospital, y eso hizo.

Nada más llegar me encontré con Ana, la pobre estaba llorando y al abrazarla no pude evitar llorar yo también.

- ¿Como está? - Preguntó José.

- Mal, muy mal. - Dijo Ana mirándole, pero dirigiéndome la mirada a mi nuevamente.

- Pero... - titubee.

Cogió aire antes de hablar.

- Tiene la rodilla derecha fracturada, un esguince en la mano izquierda, se dió un fuerte golpe en la cabeza Malú, le han tenido que poner bastantes puntos, de hecho, por lo que me ha dicho el doctor, hay bastantes posibilidades de que haya sufrido alguna lesión cerebral, lo cual solo sabrán cuando despierte y puedan hablar con ella y hacerle las pruebas necesarias, porque en este estado no la pueden mover, y por si fuera poco, no le llega el suficiente oxígeno a sus pulmones por lo cual le han tenido que inducir el coma y no sabemos cuando va a despertar, ni si quiera si va a ser capaz de hacerlo. - Se limpió las lágrimas que comenzaban a brotar de sus ojos y cogió aire para mantenerse firme.

Yo, más yo que nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora