Capítulo 40

1.7K 73 30
                                    

Narra Malú

Me quedé un rato en silencio, observando los billetes de avión que tenía entre mis manos y asimilando que no me había pedido matrimonio, ¿como había podido ser tan imbécil de pensar que me iba a pedir algo así si no hacía ni un mes que habíamos vuelto a estar juntas? me sentí realmente estúpida en ese momento y creo que mi decepción y frustración conmigo misma se me notó en la cara.

- ¿Que pasa? ¿No te gusta la idea?

Vanesa me miró con el ceño fruncido y le dediqué una sonrisa forzada.

- Sí claro, me encanta, mi amor.

Le di un beso en los labios y le sonreí, ella me sonrió también no muy convencida con mi respuesta.

- Voy a guardar esto para que no se pierda.

Le enseñé los billetes de avión al mismo tiempo que me soltaba de entre sus brazos y me dirigía a su habitación. Los dejé en la mesita de noche y me senté al borde de su cama.

Me quedé pensando, realmente creí que me iba a pedir matrimonio, y aun que quizás era algo precipitado le hubiese dicho que sí sin pensármelo ni un segundo. Me encantaba la idea de irnos de viaje a París, desconectar las dos juntas y dedicarnos tiempo a ser ella y yo, pero no podía negar que me había desilusionado al no ser lo que yo me esperaba.

- Ey gorda.

Vanesa entró a la habitación y se acercó a mí despacio, se sentó a mi lado y suspiró, la miré y noté como mis ojos se iban empañando.

- ¿Va todo bien? - Su cara y su tono de preocupación eran más que evidentes.

- Sí, no te preocupes. - Sonreí.

Luché porque no saliese ninguna lágrima.

- ¿Y esa carita a que se debe?

Acarició mi mejilla muy suavemente mientras me sonreía, y de verdad, esa sonrisa y esa manera suya de calmarme me daban años de vida.

- Es una tontería.

- Bueno, pues cuéntamelo, tus problemas son míos también, ya lo sabes, por muy tonterías que sean.

Esta vez puso su mano sobre la mía y entrelazó nuestros dedos haciéndome caricias con el pulgar.

- ¿Sabes? Pensaba que me ibas a pedir matrimonio. - Le confesé con la voz algo entrecortada.

Reí nerviosa y una lágrima cayó por mi mejilla, la limpié rápidamente para que no se diese cuenta.

- ¿En serio?

Se sonrojó y abrió los ojos como platos.

- ¿No crees que es pronto? - Me dijo rápidamente.

La miré extrañada y pensé bien mi respuesta, podría decirle miles de cosas sobre lo mucho que la amo y que quiero pasar el resto de mi vida a su lado, pero no quería presionarla ni hacerla sentir mal así que quise zanjar el tema.

- Sí, tienes razón, aún es pronto.

Sonreí y sentí como ella suspiró, quizás aliviada, me abrazó y besó mi cabeza.

- ¿Sabes que te amo, no?

Sonreí y me mordí el labio, me sentía un poco triste pero aún así ella siempre conseguía sacarme una sonrisa y hacerme un poquito más feliz.

- ¿Y tú sabes que yo te amo más, no?

Alzó las cejas sonriendo y me señaló con el dedo índice.

Yo, más yo que nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora