Capítulo 61 (final)

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Narra Malú

Tres días más tarde...

— Todos y cada uno de los que estamos aquí conocemos a Vanesa, ella es... increíble, espectacular, una mujer luchadora, fuerte como la que más, la persona más maravillosa que he conocido, la mujer de mi vida...

Las lágrimas salían de mis ojos sin remedio, hablaba delante de toda esta gente, amigos, conocidos, familiares, ahí estaban todas las personas importantes de su vida, algunos me sonreían dándome ánimos, otros ni me miraban, lloraban, se secaban las lágrimas, otros se abrazaban dándose apoyo entre ellos.

— Y sí, hablo de ella en presente, porque Vanesa no es pasado, porque me niego a hablar como si ya no estuviese, porque no se ha ido, porque solo muere quién es olvidado, y os puedo asegurar que a ella la voy a recordar cada día de mi vida.

Miré hacía su ataúd y le susurré.

— Te amo malagueña.

Salí de allí con lágrimas en los ojos, no podía aguantar más, grité, grité cayendo de rodillas al suelo, no me podía creer que ella ya no estuviese aquí, que su cuerpo sin vida se encontrase ahí dentro, metida en ese ataúd, todo había sido tan rápido e inesperado... ella merecía mucho más que esto, merecía vivir, ser feliz, le quedaba mucho por soñar y cumplir, y por culpa de esa enfermedad ni si quiera iba a tener la oportunidad de conocer a nuestro bebé.

De repente sentí una mano posarse en mi hombro, me sobresalté pero después me relajé al ver que era Ana.

Me tendió la mano y me ayudó a levantarme del suelo.

— Yo también la echo de menos... - me dijo con la voz entrecortada.

Mis lágrimas comenzaron a brotar aún más, nos fundimos en un abrazo, ambas estabamos llorando, cuando nos separamos limpió mi cara y me dedicó una sonrisa.

— Ella no se merecía acabar así Ana...

— Lo sé. - Me dijo limpiándome las lágrimas con ambas manos.

Sacó un cigarrillo y me ofreció uno, me quedé dubitativa, quería y necesitaba uno pero sabía que en mi estado no debía hacerlo.

— No debo. - Le dije desviando la mirada.

Me miró extrañada mientras sacaba su mechero. Puse mis manos en mi barriga y le sonreí, las lágrimas volvieron a caer sin poder remediarlo. Me miró perpleja.

— ¡Hostia Malú! ¿Estás...?

Ni si quiera se llegó a encender el cigarro, se había quedado boquiabierta, yo asentí llorando aún más fuerte y me abrazó.

— Íbamos a daros la notícia la otra noche pero...

Me volvió a abrazar acariciando mi espalda, como pude le expliqué todo el proceso y que decidimos hacerlo con su óvulo.

— Tendrá sus genes. - Sonreí tocándome la barriga mientras lo pensaba.

— Una mini Vanesa... - Susurró Ana acariciando también mi barriga.

Se limpió las lágrimas, me agarró de la cara con ambas manos mirándome fijamente y bastante más seria que antes.

— Tienes que ser fuerte Malú, ahora más que nunca, tienes un gran motivo por el que sonreír y tirar hacia delante, Vanesa se ha ido, pero te ha dejado algo maravilloso por lo que merece la pena luchar. - Vi como sus ojos brillaban, se había emocionado.

Sonreí apenada.

- Yo sola no puedo... - Luché por contener las lágrimas.

— Y no lo estás, yo voy a estar contigo para todo lo que necesites.

Yo, más yo que nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora