Narra Malú
El avión por fin aterrizó, una vez con todas las maletas y fuera del avión respiré aliviada, odiaba volar, me daba un miedo increíble, pero me encantaba viajar.
- ¿Ya estás más tranquila?
Sentí su mano posarse en mi espalda y me giré apoyándome en su cuerpo.
- Ahora sí.
Hundí mi cara en su cuello respirando su olor, me encantaba como olía. Pasó sus dedos por mi columna haciéndome caricias y sonreí abrazándome a ella, me rodeó con sus brazos y besó mi cabeza.
El taxi nos dejó en nuestro hotel poco después, dejamos nuestras maletas y nos dimos una ducha, que se alargó algo más de lo normal porque Vanesa se empeñó en ahorrar agua y ducharnos juntas, y claro, todos sabemos como son esas duchas.
Paseamos por París cogidas de la mano, allí nadie nos miraba, nadie nos paraba, nadie nos conocía, podíamos ser Vanesa y Malú, una pareja como cualquier otra, que se amaba sin ser juzgadas.
El ascensor comenzó a ascender, subimos poco a poco a lo alto de la torre Eiffel, nuestras manos estaban entrelazadas y nos íbamos besando y acariciando como si no hubiese nadie más en ese ascensor.
Me agarró por la cintura desde detrás y comenzamos a caminar a la vez hasta acercarnos lo máximo que pudimos al borde de aquella barandilla desde donde se veía París, no era la primera vez que hacíamos este viaje, ni era la primera vez que visitábamos este lugar, pero cada vez sentíamos una mágia especial y distinta a la anterior.
- ¿Que bonito es París, no?
Me dijo al oído a la vez que colaba una de sus manos bajo mi camiseta.
- Vanesa... - Le dije notando que me sonrojaba y mirando a los lados por si alguno de los turistas nos miraba.
- Imaginátelo de noche, con millones de luces iluminando la ciudad, y las estrellas, la luna... quedaría todo muy romántico desde aquí, ¿no crees?
Metió su mano bajo mi sujetador y comenzó a jugar con mi pecho haciendo que mi respiración se volviese irregular, estabamos algo apartadas por lo que quería creer que nadie nos iba a ver, pero aún así estaba alerta.
- Vanesa que nos pueden ver...
Le susurré como pude intentando sacar su mano de mi pecho.
La muy capulla comenzó a besar mi cuello con intensidad y sin previo aviso coló su otra mano dentro de mi pantalón.- Intenta no gritar mucho.
Me susurró en el oído para después morder mi lóbulo a la vez que introducía uno de sus dedos dentro de mí y mi respiración se volvía aún más entrecortada, besó mi cuello a su antojo como si de su gominola favorita se tratase mientras me embestía cada vez con más fuerza, haciendo diferentes movimientos circulares, de arriba abajo... y casi pierdo la cordura ahí mismo, sabía muy bien como calentarme y le encantaba provocarme, me di la vuelta rápidamente con un movimiento un poco brusco, lo cual, captó la atención de algunos turistas, Vanesa se sonrojó dando un paso hacia atrás, para así mantener las distancias y que no se notase nada.
- ¿Está todo bien? - Me preguntó el guía acercándose hacia nosotras y mirándome con una cara un tanto extraña.
- Sí, sí, todo perfecto - Le sonreí y siguió explicando no sé qué sobre la torre Eiffel.
Vanesa se acercó a mi con la cabeza agachada y me tendió un pañuelo, era de una azul turquesa muy clarito.
- Pontelo anda...
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Yo, más yo que nunca
FanfictieSe prometieron amor eterno. Pero ¿podrá el amor contra todo? ¿Y contra la muerte?