Viaje familiar

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Faltaban dos días para la reunión familiar y Danny estaba cumpliendo con su responsabilidad anual de transportar a sus padres a la casa de su hermana justo afuera de Spokane, Washington. Él temía cada año esa excursión de seis horas y la insistencia de sus padres por hacer de copilotos. Parecía que, cuando menos, una cosa tenía que salir mal en cada viaje por carretera, y dio la casualidad de que el primer error en ese viaje fue que Danny se equivocó de giro, lo cual los dejó en un camino largo, desolado y con nada más que un bosque espeso y ominoso a ambos costados.

Dado que la familia no sabía cuánto tiempo les iba a tomar hasta que estuvieran devuelta en la carretera principal, tomaron la decisión unánime de detenerse en un área de descanso solitaria para usar los baños. A medida que salía del auto y estiraba sus piernas, Danny echó un vistazo para estudiar al único vehículo en el área de descanso, una camioneta grande que estaba estacionada a unos cuantos espacios, con un hombre barbudo y fornido en el asiento del conductor. Luego de que Danny terminara de usar el sanitario, regresó a donde estaba estacionado. Parecía que sus padres se tomarían su tiempo, así que decidió curiosear mientras trataba de distraerse a sí mismo de la sensación sobrecogedora de temor que le provocaba el sujeto misterioso en la gran camioneta.

Sin darse cuenta, escuchó que las puertas de su auto se cerraron de golpe y se giró, notando que sus padres lo estaban esperando. Ahora que todos estaban listos para irse, Danny arrancó por el largo tramo de carretera en tanto la oscuridad consumía todo alrededor de ellos. O fue así hasta que dos luces resplandecientes se dispararon por detrás del auto. Era aquella camioneta haciendo señas con las luces y tocando la bocina como si fuera el fin del mundo. Danny bajó su ventana y le gesticuló que lo rebasara, pero la camioneta monstruosa continuaba su acoso.

Finalmente, Danny se estacionó, se bajó y empezó a gritarle al conductor de la camioneta, la cual se había estacionado detrás de él. El sujeto barbudo salió en un apuro y corrió hacia Danny. Casi sin aliento, el hombre corpulento agarró a Danny por los hombros y dijo con una voz angustiada: «Esas personas que se subieron a tu auto no fueron las mismas personas que entraron a los baños. Las vi venir del bosque».

Antes de que Danny pudiera comprender lo que ese hombre estaba tratando de decir, escuchó que las puertas de su auto se abrieron, seguido por el sonido de pisadas retirándose velozmente hacia el bosque oscuro que los envolvía.

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