walkie talkies

11 0 0
                                    

Mi noveno cumpleaños fue el mejor. Me dieron un juego de Transformers con figuras de acción de Bumblebee y Megatron, un pastel de Optimus Prime súper genial que mi mamá preparó ella misma, y un par de walkie talkies antiguos que mi papá tuvo cuando estaba pequeño.

—A veces, hijo —solía decirme con una palmada en el hombro—, los juguetes tradicionales son los mejores. No me creerías si te digo cuánto me divertí con estos cuando tenía tu edad, y ahora quiero que tú también te diviertas de esa manera.

No me sentía emocionado al comienzo, pero cambié de opinión muy rápidamente. Papá siempre cargaba uno y yo cargaba el otro, y nos hablábamos como si fuéramos Autobots ejecutando una misión secreta.

—Bumblebee, aquí Optimus —me decía. Mi papá ya podía hacer una gran voz de Optimus Prime, pero la recepción distorsionada de los walkie talkies lo hacían sonar incluso mejor—. Creo que los Decepticons están planeando un ataque en la cocina, se van a robar toda tu cena.

Exhalé un jadeo de miedo pretendido.

—¡Ay no! ¿Qué podemos hacer, Optimus?

Mi papá se rio por la línea. Amaba mi voz de Bumblebee.

—Creo que ya comenzaron a robarse los palitos de pescado, ¡esos monstruos! Pero si llegamos rápidamente, creo que podremos interceptar a Starscream con el helado de chocolate.

—Estaré ahí a la velocidad de la luz, Optimus.

Luego dijimos, al mismo tiempo: «¡Autobots, en marcha!»

Pasó de ser un regalo casual a uno de mis obsequios preferidos de todos. Sacamos horas de diversión de los walkie talkies; en la casa, en el parque e incluso a la hora de dormir (si alguna vez me sentía asustado por los sonidos raros que se escuchaban en la casa, solo tenía que levantar el walkie talkie y presionar el botón del costado, y entonces escucharía a mi padre convertido en Optimus Prime haciéndome sentir a salvo de nuevo).

Pero dos semanas después mi cumpleaños, algo muy terrible sucedió. Mi padre estaba haciendo que algunos cuartos de la casa fueran a prueba de sonido para que mi madre pudiera practicar tocando su violín, y mientras todos los trabajadores estaban en la casa, el walkie talkie de mi padre se perdió. Se había esfumado por completo.

Lloré por bastante tiempo después de eso, a pesar de que ya era un muchacho. Es solo que me había divertido tanto bromeando con mi papá que me entristecida que no fuéramos a recuperar esa diversión. Me dijo que nos compraría un par nuevo más adelante, pero no me hizo sentir para nada mejor.

Otro día, pasó algo más extraño. Me encontraba en mi habitación jugando con los Transformers que mis padres me habían dado para mi cumpleaños, cuando escuché que mi walkie talkie estaba pitando debajo de mi cama. El tipo de pitido que hace cuando alguien está tratando de hacer contacto.

Había guardado el walkie talkie bajo la cama desde que se perdió el de mi papá, pero solté rápidamente a Bumblebee y Megatron para recogerlo. Pulsé el botón del costado y escuché la voz de una niñita, probablemente de mi edad, que sonaba muy preocupada.

—Necesito ayuda… Por favor… Ven a ayudarme —dijo. Sonaba como un cachorro herido.

—¿Qué tipo de ayuda necesitas? —pregunté, nervioso. En ese momento no me sentía como Bumblebee.

Ella siguió haciendo unos sollozos acallados, como si estuviera gravemente herida.

—Ayer… el monstruo se llevó mi brazo… Se llevó mi pierna la semana pasada cuando traté de escapar.

—¿En dónde encontraste mi walkie talkie?

—No lo sé… Aquí está muy oscuro y tengo mucho miedo… Quiero a mi mami y a mi papi.

Ahora me estaba asustando bastante.

—¿En dónde estás?

—No lo sé… El monstruo me sacó de mi casa y me puso aquí… Usa una máscara blanca y tiene un gran cuchillo… Creo que me moriré si no voy al doctor… Oh n…

El walkie talkie dejó de transmitir. La niña debió de haber quitado su dedo del botón. Eso no se hace.

No volví a escuchar a la niña. Me pareció una broma muy tonta y grosera, pero mantuve el walkie talkie conmigo solo en caso de que volviera a llamar. Me sentía preocupado por ella.

Una semana después, el walkie talkie comenzó a pitar, y presioné el botón del costado con un dedo tembloroso.

—Bumblebee, aquí Optimus —La voz de mi padre estaba llena de alegría—. ¡Adivina quién acaba de encontrar el walkie talkie!

Chillé por la emoción. Mi papá estaba sonriendo de oreja a oreja cuando entró a la habitación, sosteniendo el walkie talkie orgullosamente y dándole unos toquecitos como para asegurarse de que estuviera en óptimas condiciones. Por supuesto, corrí hacia él y lo abracé.

—¿En dónde lo encontraste?

—Ah, solo estaba tirado en el sótano. Se me debió de haber caído del bolsillo la última vez que estuve ahí. Qué torpe.

Entre risas, le di un gran y fuerte abrazo, el cual me correspondió.

Tengo un papá tan increíble.

CreepypastasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora