Capítulo 2: "Te conozco muy bien"

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Ámbar

La primera noche en la mansión fue como una tortura. No he dormido bien y cada vez más quería irme de allá. Desperté temprano y tomé mi teléfono. Había una llamada de mi madrina. Hablaría con ella después. Abrí la puerta del cuarto donde estaba y bajé las escaleras. Las chicas estaban desayunando y me junté a ellas.

- Hola. – Delfina dijo y yo forcé una sonrisa. Ya no éramos amigas.

- ¿Estás bien? – Fue la vez de Jazmín hablar conmigo.

- Sí. – Confirmé y me senté en una de las caderas.

- Hoy vamos a la piscina, si quieres venir... - Nina, la novia de Gastón, dijo.

- Sí, claro. – Acepté. No había más nada que hacer allí.

Desayuné como si estuviera sola y me levanté poco tiempo después. No había mucho de lo que me gustaba comer. Volví al cuarto y me bañé. Puse el bikini y me fui hasta donde las chicas estaban. Llegué en la piscina y me fui a descansar en la tumbona. Cerré mis ojos arreglando mis gafas y intenté olvidar que estaba cerca de aquellas personas. Estaba casi durmiendo cuando de repente algo me tapó el sol. Senté en la tumbona y saqué mis gafas sin creer que el sol se iba ido. Vi el chico misterioso frente a mí con una bandeja en las manos.

- ¿Puedes salir, por favor? Me estas tapando el sol. – Pedí de forma educada.

- No. – Él respondió. – Toma algo.

- Bueno... - Miré a todos los jugos y elegí uno. – Gracias.

- Es tu preferido, ¿verdad? – Él se sentó a mi lado.

- ¿Cómo sabes mi jugo preferido? – Pregunté.

- Te lo dije que te conocía, ¿o no? – Él sonrió dándose como el vencedor.

- Fue suerte. – Dije indiferente.

- En verdad, Ámbar, puede ver que traje los tres jugos de más te gustan. Y en orden.

- Sos muy afortunado. – Lo encaré. – ¿No me vas a decir como sabes de tanto sobre mí? Me estoy quedando preocupada.

- No es para tanto, Ámbar. Ni te dije que sé tu talla de zapato.

- No, pero ¿cómo? – Miré fijamente al chico y concluí donde lo conocía. - Trabajas en el Roller, ¿verdad?

- Sí. – El chico volvió a sonreír. – Me llamo Simón.

- Es por eso, Simón, que sabes mi jugo preferido y mi talla de zapato. – Lo encaré.

- Lo de la talla estaba jugando, pero ya te he servido tantas veces en el Roller que ya sé que eres muy, pero muy, indecisa. No me reconociste porque nunca miras a los ojos a ninguno de los chicos que te sirven.

- No es nada personal, Simón. No me gusta mucho mirar las personas a los ojos. – Confesé.

- Así no pasas confianza a nadie, señorita. – Él me dijo serio. - ¿Tu amiga no viene?

- ¿Emilia? – Pregunté y el asintió. – No. Me dijo que no iba a venir. Yo solo vine por ella, porque ella me prometió las mejores vacaciones de mi vida y lo único que tengo hasta ahora son personas nefastas cerca mío.

- ¿Yo soy nefasto? – Simón preguntó y yo confirmé. – Ah, bueno, soy el único que te habla normal y soy nefasto.

- Todos lo son. No es tu prioridad. – Sonreí.

- Pues para mí también eres muy nefasta.

- Que bueno, empleado del Roller.

- Buenísimo. – El miró hacia otra dirección. - ¿Y conoces a México?

- Si, tengo familia allá. Hay una mansión en el nombre de mi familia.

- ¿Y tus padres? ¿Por qué no vivís con ellos? ¿Eres tan insoportable que ni tus padres te aguantan? – Simón estaba jugando, lo sabía, pero aquello me lastimó un poco. – Solo estoy jugando. ¿Te pasa algo, bonita?

- No, nada. – Mentí. - ¿Pero por qué me preguntaste si conozco a México?

- Soy mexicano. – Él dijo con orgullo.

- Comidas re calientes, ¿no?

- Sí. – Simón confirmó sonriendo. - ¿Ya probaste algo?

- No. No creo que me guste eso. – Forcé una sonrisa. – Creo que me voy.

- ¿Y para dónde? – Él pregunto pareciendo estar preocupado.

- Para allá. – Apunté para el interior de la mansión. Me levanté de la tumbona y dejé el jugo en la bandeja.

- Espera! – Simón me agarró la mano. - ¿Te dice algo malo? ¿Dije algo que te lastimó?

- No. – Negué. – Solo me dijiste que todos dicen.

- Para, Ámbar, no soy todos. – Él me miró fijamente. – Solo estaba jugando contigo, no te pongas mal por eso. Me parece que eres una hermosa persona. No quería lastimarte.

- No me lastimaste. – Forcé otra sonrisa. – Mira, solo quiero descansar un poco.

- Te conozco muy bien. Más que imaginas. No me mientas.

- No me conoces en nada, Simón. – Afirmé y fui para el interior de la mansión.

Subílas escaleras yendo de vuelta al cuarto. Cerré la puerta y tomé mi teléfono. Llamémi madrina, pero ella no me contestó. Intenté otras veces y nada. Me tiré en lacama y cerré mis ojos. Estar sola a veces era un poco agotador, pero no lograbaconfiar en nadie para decir lo que me pasaba. Necesitaba estar cerca de alguienque me entendería, pero nunca nadie me pasó confianza. Volví a cerrar mis ojosy intenté pensar en lo que podía hacer para que mis vacaciones no fueran laspeores del mundo.

JUEGOS | Fanfic Simbar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora