Capítulo 45: Vuelo Hacia el Olvido

644 47 1
                                    

Ámbar

Desperté en el otro día y bajé las escaleras. Sol estaba desayunando sola. Fui hasta ella y le sonreí. Ella me forzó una sonrisa y me senté frente a mi hermana.

- ¿Qué te pasa? – Pregunté. – Estás con una expresión rarísima.

- Quizás porque no puedo decir nada a Matteo sobre el viaje. – Sol suspiró. – Tengo miedo que él diga algo a Simón, entonces no le dije nada.

- Gracias. – Agradecí y Sol mordió un pedazo de pastel.

- Si me quedo sola con mil gatos va a ser tu culpa. – Ella me encaró y yo sonreí. – Me tendrás que aguantar toda tu vida. Estás arruinando Sotteo.

- Creo que también estaré con mil gatos. – Sonreí y Mónica me sirvió una taza de jugo. - ¿Y Sotteo?

- Sí. – Ella suspiró y Mónica se fue. – Sol y Matteo.

- Que gracioso. – Respondí y me tomé un vaso de jugo.

- Lo tuyo con Simón sería como Amón.

- Pésimo. – Rodé mis ojos. – No hay Simón y yo, pero si hubiera sería Simbar. Es mejor.

- Simbar me gusta. – Ella acordó y yo sonreí mientras rodaba mis ojos.

Simón me llamó todo el día, pero no le contesté. No lograba mentirle y tampoco podía decirle la verdad, entonces elegí el silencio. Estaba terminando de arreglar mis maletas, poniendo cosas que había olvidado y Sol entró en mi cuarto. Ella me miró por unos segundos y sentó en mi cama. Seguí poniendo cosas en mi maleta mientras ella me vigilaba.

- ¿Estás segura? – Sol cuestionó y yo la ignoré. – Ámbar, no le hagas eso. Él se importa tanto contigo. Por favor.

- Estuve pensando mucho, Sol. – Tiré una remera en la maleta con rabia y mordí mis labios. No quería llorar en aquel momento. – Y...

- ¿Y? – Ella se levantó y paró a mi frente. Yo me volteé para otro lado y Sol tocó mi hombro. - ¿Qué te pasa?

- Creo que debo decirte la verdad. – Cerré mi maleta y me senté frente a mi tocador. – No puedo decir nada a Simón porque tengo miedo.

- ¿Miedo de que él te haga algo? – Ella preguntó preocupada y yo asentí. - ¿Qué él podría hacerte?

- Simón podía convencerme a quedar aquí. – Forcé una sonrisa. – Mientras estuve haciendo las maletas, supe que, si él apareciera aquí, creo que dejaría todo. – Admití.

- ¿Me estás diciendo que seguís enamorada? – Sol fue hacía donde yo estaba y sonrió. – Contéstame, Ámbar.

- Sí. – Suspiré. – Pensé mucho en todo que pasó y sé que también fue mi culpa. Simón no tuvo la culpa solo. Yo también hice un montón de cosas que lo lastimaron mucho.

- ¿Y te vas sin decirle eso? – Ella parecía no creer en lo que estaba diciendo. – Tienes que decirle la verdad, Ámbar.

- No. – Rechacé. – Esos meses van a ser buenos para nosotros. Voy a poner mi cabeza en el lugar y volveré lista para decirle la verdad.

- ¿Y si él se enamora de otra en ese tiempo? – Mi hermana cruzó los brazos.

- Sol, me dijiste la leyenda del hilo rojo y me aferré en eso. – Confesé. – Si debemos estar juntos, no importa el tiempo, ¿verdad? No importa con quien pasemos el tiempo, donde estamos, solo importa nuestro amor. Si Simón se enamora de otra, él no es mi príncipe azul.

- Maldita hora cuando te dije esa leyenda. – Ella se rendió. – Esta bien, estás utilizando lo que yo dije contra mí. Padrísimo, ¿no?

- Te quiero. – Dije, abrazándola. – Mucho.

- Yo también. – Sol retribuyó el abrazo. – ¿Puedo dormirme aquí?

- Claro. – Respondí y volví a hacer mi maleta. - ¿Me ayudas?

- Obvio. – Sol aceptó. – No te olvides las gafas de sol. – Ella parpadeó uno de sus ojos.

En el otro día por la mañana, despertamos y bajamos las escaleras. Desayunamos con Alfredo y volvimos para mi cuarto. Sol eligió mi look para viajar y yo también elegí el suyo. Ella fue a su cuarto y yo fui al baño. Puse mi ropa cuando terminé de bañarme y mi teléfono empezó a sonar mientras cargaba. Era Simón. Respiré profundamente antes de ignorarlo y seguir arreglándome para salir. Hice una trenza en mi pelo y me maquillé. Me miré al espejo y suspiré. No había como volver atrás. Sol abrió la puerta y nuestro chófer tomó mis maletas. Sol me abrazó emocionada con nuestro viaje y bajamos las escaleras. Nos despedimos de Alfredo y adentramos en el auto después que nuestro chófer puso nuestras maletas en el maletero. Miré a la mansión una ultima vez y forcé una sonrisa. Llegamos atrasadas para el embarque y casi perdimos el vuelo. Nos sentamos en nuestros lugares y Sol sacó su celular del bolsillo de su pantalón. Miré al teléfono de mi hermana con los ojos saltones y puse mi mano en la boca.

- ¿Qué te pasa? – Sol cuestionó. – ¿Estás asustada?

- Sol, olvidé a mi teléfono. – Respondí aun con las manos en mi boca. – No puedo creer que hice eso.

- Me parece que vas a tener una desintoxicación profunda en eses meses. – Ella sonrió. – Voy demostrar mi solidaridad y también no utilizaré mi celular. – Sol apagó su teléfono y yo solo asentí. – Ámbar, acabo de recordar que no traje el cargador. Así que voy realmente ser solidaria.

- Gracias. – Forcé una sonrisa y me volteé a la ventana del avión. Sol puso uno de sus auriculares en mi oído y yo la encaré al escuchar. - ¿Enserio?

- Es Maluma, baby. – Ella me encaró. – Reservación para uno solo, aunque llevo de más. Sobrepeso de preguntas, mi equipaje es la soledad. Hay solo un vuelo hacia el olvido y no trae vuelta atrás. La turbulencia del recuerdo, hoy me afecta mucho más. – Sol empezó a cantar y yo volví a voltearme para la ventana.

- Por no desviar el vuelo en tu corazón, lo lamento, pero esta es mi decisión. – Moví mis labios cantando solo para mí.

Las azafatas empezaron a decirnos que hacer en caso de accidente y fingí estar prestando atención. Sol siguió cantando y yo saqué el auricular, relajando en el respaldo de la silla. No tardó mucho para el avión levantar vuelo. Vi la ciudad quedándose para tras y Sol se apoyó en mi hombro.

- Ahí vamos, Miami beach. – Ella dijo y yo solo asentí de ojos cerrados. 

JUEGOS | Fanfic Simbar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora