Capítulo 26: Un gesto muy noble

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Ámbar

Desperté con alguien golpeando mi puerta muchas veces. Me levanté y abrí la puerta. Mónica estaba parada frente a mí. La miré con los ojos entrecerrados intentando despertar por completo.

- Tu abuelo está abajo con una sorpresa para ti. – Mónica me avisó y se fue.

Bajé las escaleras aun estando medio dormida. Llegué a la sala y vi una mujer sentada en el sofá. Miré a todos los lados y no encontré a Alfredo.

- ¿Dónde está Alfredo? – Pregunté a la mujer y ella me sonrió. - ¿Qué pasa? ¿Hay algo en mi rostro para estar mirándome de esa forma? ¿Estoy graciosa?

- No. – La mujer volvió a sonreírme. – Tu abuelo me llamó hasta acá para cumplir un sueño tuyo.

- ¿Y cual es ese sueño? – Cuestioné y la mujer se acercó con una cinta métrica. - ¿Qué es lo que está pasando aquí?

- Debo tomar tus medidas. – Ella avisó y me hizo dar vueltas. - ¿Hay algo que quieres de especial en tu vestido? – La vieja me interrogó mientras tomaba mis medidas.

- ¿Mi vestido? – La miré sorprendida. - ¿De qué vestido estás hablando?

- El de tu fiesta. – Ella respondió. – Creo que ese va ser el vestido más lindo del mundo.

- ¿Y dónde mi sueño se encaja en todo eso?

- Aquí. – Ella me mostró una foto mía con el vestido azul. – Alfredo me dijo que perdiste muy rápido ese vestido y no lo aprovechaste bien. Vamos a cambiar eso.

- ¿Vas hacerme una replica de ese vestido? – Ella solo asintió y yo me quedé callada sin reacción. - ¿Alfredo te pidió eso?

- Sí, tu abuelo dijo que eso era importante para ti. – No pude no sonreír al escuchar eso. – Él dijo que quizás tu te sientas mejor y más segura si estuvieras usando eso.

- Quizás sea cierto. – Moví mi cabeza positivamente.

Alfredo salió en la tarde y Mónica fue hacer compras en el mercado. Llamé a Simón para mí casa y nos quedamos en el jardín. Yo estaba sentada mientras él estaba acostado en mi regazo. Estábamos en silencio hacía tiempo y resolví contarle lo que me había pasado en la mañana.

- Hoy Alfredo trajo una costurera para tomar mis medidas. – Le conté mientras Simón miraba al cielo. Él volteó su cabeza a mí y frunció el ceño. – Ella va hacer una replica de mi vestido favorito de chica. Un vestido azul.

- ¿Cómo la Cenicienta? – Él sonrió y yo negué.

- Mejor que ella. – Afirmé. – Alfredo me dijo que cuando chica dije eso en el cumple de mi prima. – Hice una pausa. – Que ese vestido lo quise por muchas veces que fuimos en el centro comercial y que me sentía mejor que la Cenicienta en él.

- Creo que eres mucho más hermosa que la Cenicienta. – Simón levantó y se sentó a mi lado.

- Vos mejor que nadie sabe que yo no quiero esa fiesta. – Respiré profundamente mientras Simón asentía. – Pero creo que eso es importante para Alfredo y no lo quiero lastimar. Sé que me vas a decir que no puedo lastimarme para no lastimar a los demás, pero bien o mal, Alfredo es la figura de abuelo que tengo. No lo puedo lastimar.

- Ámbar, creo que eso es un gesto muy noble. – Él me abrazó. – Bonita, sé más que nadie que no quieres esa fiesta, pero lo que estás haciendo va allá de la fiesta. ¿No te das cuenta?

- Ese gesto de traer una costurera para hacerme el vestido perfecto como siempre quise para que me sienta bien me conmovió demasiado. – Mis ojos estaban llenos de lágrimas. – Y quizás ahora yo quiera un poquito esa fiesta. ¿Vas estar a mi lado?

JUEGOS | Fanfic Simbar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora