Ámbar.
Simón soltó su guitarra y yo me quedé donde estaba. Tenía que irme de allá lo antes posible.
- ¿Te pasó algo? – Él se preocupó.
- No, no me pasa nada. – Mentí. – Solo vine a caminar un poco.
- ¿Estás segura? – Simón me miraba muy preocupado. – Si algo te está pasando...
- No. – Interrumpí. – No me pasa nada de verdad. En verdad, acabo de recordar que tengo que hacer una llamada. Gracias por preocuparte por mí, Simón.
- ¿Después seguimos hablando? – Él aún no estaba cierto que las cosas estaban bien.
- Como vos quieras. – Acepté.
Forcé una sonrisa al chico que estaba frente a mí y me fui. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué había pensado en hacer? No podía ser débil y poner todo a perder. No podía creer en él, en verdad, no podía creer en nadie. ¿Cómo pensé en abrazarlo?
Dos días pasaran desde que mi madrina había me llamado. Hacia lo posible y lo imposible para esquivarme de Simón. No quería charlar con él, no quería que él se acercara a mí, quería quedarme sola como siempre. En esos días solo bajé del cuarto para lo esencial. Siempre que llegaba en la cocina para buscar algo para comer, había un plato hecho para mí en la heladera. Agradecía mentalmente, no podía agradecerlo en persona.
En el tercero día algo pasó. Bajé las escaleras para cenar y encontré a Simón en la cocina. Lo miré sin entender que pasaba y fui hasta la heladera.
- Te estaba esperando. – Él dijo mientras yo buscaba mi plato.
- ¿A mí? – Pregunté sin mirarlo.
- Sí. – Él confirmó. – A ti. Es que te tengo una propuesta, Ámbar.
- ¿Propuesta? ¿A mí? – Estaba confundida. - ¿De qué estás hablando?
- Sí, a ti. No hay otra Ámbar aquí. – Él sonrió. - ¿Te hablo o no?
- Decime lo que quieras. – Di la espalda. – No hay nada que me deje más furiosa que ya estoy.
- Conozco esa ciudad y sé que hay una pista cerca de aquí. – Fruncí el ceño y cerré la puerta de la heladera al no encontrar mi plato.
- ¿Y qué? Felicidades. – Lo encaré y Simón sonrió. - ¿Por qué me estás diciendo eso?
- Es que no quería irme solo. – Él respondió de forma natural. – Es más, solo hay una persona aquí a quien no le encantaría ir a la playa mañana. Tú.
- ¿Me estás invitando a salir, Simón?
- ¿Qué crees? – Él hizo que sí. – Bueno, si quieres quedarte sola aquí mientras todos están en la playa...
- No tienes chances conmigo. – Crucé los brazos. – No me interesas.
- Tu a mí tampoco, Ámbar. – Simón rió. – Solo te estoy invitando a una salida de amigos.
- No somos amigos, Simón. – Fue mi vez de reír. – Hablamos como tres veces. No sos mi amigo.
- Me estoy cansando, Ámbar. ¿Aceptas o no? – Simón también cruzó los brazos.
- Te tengo una condición, Simón. – Lo miré seria. – Es una condición muy seria. Es aquí que se decide todo.
- ¿Cuál es tu condición?
- El gorro. – Fui directa.
- ¿Qué pasa con mi gorro? – Simón puso su mano en el gorro.
- Sacarlo. – Balancee mi cabeza. – No es posible que crees que esto está en moda.
- No quiero estar en moda, Ámbar. – Él rodó sus ojos. - ¿Aceptas o no?
- Está bien, acepto. – No quería pensar mucho. Si pensara demasiado, no iría y no quería quedarme más un día sola en aquel lugar.
- Nos vamos así que ellos fueran a la playa. – Él empezó a contarme su plan. – Tu vas a fingir que estas durmiendo y yo les voy a decir que voy a algún lado para terminar mi canción.
- Ok, gracias por la invitación. – Agradecí. – Y por la comida también.
- Es un placer poder sacarte de acá, Ámbar. – Él se acercó y empezó a susurra. – No hables eso a nadie, pero a mí también me está aburriendo quedarme acá. Ya no aguanto más todo eso.
- Al fin tenemos algo en común, Simón. – Él acordó y yo sonreí. – Pero creo que solo en sacar el gorro no es lo suficiente para que tu pagues por mi compañía.
- No dice que voy a sacar el gorro. – Simón sonrió. - ¿Y que tú quieres más para darme el honor de tu compañía?
- Quiero escucharte cantar. – Él se quedó sin entenderme. – Esa es mi condición. Quiero escucharte cantar.
- Todo bien. Podemos hacerlo ahora si quieres. – Él me invitó y escuchamos un ruido. Simón fue para otro lado y yo abrí la heladera de nuevo.
- Hola, Simón. – Escuché la voz de Matteo. – Y ¿Ámbar?
- Hola. – Dije sin mirarlo. - ¿Qué quieres?
- Vine a buscar un vaso de agua. – El chico se acercó y agarró la botella de agua. - ¿Y tú, Simón?
- Simón me estaba esperando terminar de hacer algo para comer, porque él quiere algo en la heladera, Matteo. – Respondí. – Porque al revés de vos, Simón es un chico muy educado. Él me estaba esperando terminar de hacer lo que tengo que hacer en la heladera para sacar algo y no meterse la mano cuando estoy.
- Perdón, Ámbar. Es que no te vi ahí. – Matteo se burló de mí. - ¿Qué quieres, Simón? Yo busco para ti.
- Era un vaso de agua. – Simón respondió. – Estaba esperando que Ámbar termine de hacer lo que tiene que hacer. Pero parece que no termina nunca.
Matteo dio un vaso de agua para Simón y yo rodé mis ojos. Matteo puso la botella de vuelta a la heladera y sé quedó de brazos cruzados. Simón terminó de tomar el agua y puso el vaso en la mesa.
- ¿Vamos? – Matteo invitó a Simón.
- Sí. – Simón acordó.
- Chao reyna de la heladera. – Matteo dijo y sonrió a mí.
- Sos insoportable, Matteo. – Respondí y Simón me miró.
- Chao Ámbar. – Simón dijo.
- Váyase luego con tu amiguito. – Simón sonrió y Matteo lo llevó.
Suspiréun poco aliviada por finalmente estar a un paso de hacer algo en las vacacionesque enserio me gustaría. Por fin estaría libre de aquellas personas y aquellamansión.
![](https://img.wattpad.com/cover/147840323-288-k869968.jpg)
ESTÁS LEYENDO
JUEGOS | Fanfic Simbar (COMPLETA)
Teen FictionSinopsis: ¿Qué pasa cuando dos personas completamente opuestas se atraen? Ámbar es la chica más popular de su barrio y una de las integrantes de los Red Sharks, un equipo muy influyente de patinaje. Ya Simón no tiene muchos amigos, es parte del equi...