Capítulo 12: Somos Amigos

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Ámbar

Me fui a frente de Simón. Aún no podía creer que aquello había pasado y menos que él realmente tuvo aquella reacción. Subí al cuarto y tiré las sandalias para lejos así que entré y cerré la puerta. Me miré al espejo y pasé la mano en mi cabello. Me sentía tan tonta, estúpida y que más fuera semejante a eso. Fui al baño y me miré en el espejo con los ojos cristalizados. Me bañé y me vestí. Puse un pijama y me fui a la cama. Escuché alguien golpeando la puerta y ni hice caso.

- Ámbar, ¿podemos hablar? – Escuché la voz de Simón y cerré los ojos.

- No estoy de ánimo. – Me forcé a responder. – Por favor, déjame en paz.

- Escúchame bonita, te puedo explicar todo lo que pasó. – Él intentó hacerme abrir la puerta.

- No te quiero escuchar. – Dije nerviosa. – Por favor, vete de aquí.

- Pero yo quiero decirte algo importante. – Simón siguió intentando. – Dos minutos es todo lo que te pido. Los chicos ya deben estar por llegar.

Levanté de la cama y paré frente a la puerta. No sabía si debía abrirla o no. Suspiré y abrí la puerta. Simón me sonrió y yo lo encaré.

- Tengo miedo que juegues conmigo. – Simón disparó. – Tengo miedo de decirte algo y que lo utilices contra mí.

- Yo jamás haría eso. – Afirmé. - ¿Cómo pudiste pensar algo así de mí?

- Ahora sabes como me sentí cuando desconfiaste de mí. – Él no consiguió mirarme a los ojos.

- ¿Es una punición? – Volví a encararlo. - ¿Me estás haciendo sentir mal porque te hice sentir mal?

- No. – Él negó. – Lo que te quiero decir es que me lastimó muchísimo lo que me dijiste, Ámbar. Yo no te dije nada después de lo que pasó porque tuve miedo que tu estuviera jugando conmigo. No fue mi intención lastimarte.

- Yo no quiero jugar contigo. – Respiré hondo. – Yo no salgo por ahí besándome con todos los chicos que aparecen en mi camino. Por eso que para mí fue especial.

- Para mí también, Ámbar. – Él suspiró. – Solo Dios sabe lo cuanto deseaba eso, pero es muy complicado todo eso para mí. Y yo sé que para ti también.

- Ok, no quiero que te vayas peleado conmigo. – Extendí mi mano a él. – Somos amigos.

- Sí, somos amigos. – Él confirmó. – Y no quiero que peleemos porque eso me hace mal.

- Me hace mal también. – Sonreí. – Te deseo un buen viaje, que te vayas super bien y que todo pase como vos lo desees.

- Te deseo las mejores vacaciones de tu vida. – Simón dio un besito en mi mano. – Espero que cuando los veamos la próxima vez, me tengas mucho que contar.

- Tu también. Espero que tengas mucho que decirme. – Contuve las lágrimas. – Gracias por todo.

- Gracias. – Él sonrió y yo le di un beso en la mejilla. – Descansa, mañana te llamo.

- Ok. – Simón soltó mi mano y salió del cuarto. Respiré hondo para no llorar. Estaba tan confusa y no sabia que estaba sintiendo.

Desperté temprano y me levanté de la cama. Bajé las escaleras y no vi a nadie. Subí las escaleras de vuelta y pasé frente a la puerta del cuarto donde estaba Simón. Volví a mi cuarto y me senté en la cama esperando la hora que él entraría y se despediría. Pocos minutos después escuché la voz de él y de los otros chicos. Cerré los ojos y intenté no hacer ningún drama con su partida. Todo estaría bien. Simón volvería. Escuché la puerta del cuarto se abriendo y me quedé callada. Había un nudo en mi garganta.

- Solo voy hablar con ella. Me encanta verla molesta con algo. – Él dijo y cerró la puerta.

- ¿Ya te vas? – Pregunté bajito y él asintió.

- No tengo mucho tiempo, bonita. – Simón susurró. – Pronto nos volveremos a ver.

- ¿Te puedo pedir un beso de despedida? – Pedí vulnerable.

- Obvio. – Simón sonrió para mí y Jazmín entró en el cuarto.

- Me dijeron que tu taxi está a punto de llegar, Simón. – Jazmín dijo y él asintió. - ¿Está todo bien? Los dos están con unas caras horribles.

- Sí, obvio. – Intenté disfrazar. – Simón solo vino a molestarme como siempre. Encendió las luces del cuarto y me hizo despertar. Un idiota.

- Tu también eres una idiota. – Él rodó sus ojos. – Mejor me voy. Nunca vas a cambiar.

- No, nunca, menos para gente insoportable como vos. – Forcé una sonrisa y Jazmín pareció creer en la escena.

- Me voy. – Simón miró a Jazmín y ella lo acompañó a salir del cuarto.

Me quedé sin el beso. Salí del cuarto y seguí los chicos hasta el primero piso. Simón se despidió de todos y entró en el taxi. Tuve ganas de mandar todo a la mierda y besarlo frente a todos, pero luego olvidé esa idea tonta. Pronto estaríamos juntos de nuevo y nos daríamos todos los besos posibles y pendientes. Sonreí, intentando disfrazar el dolor que estaba sintiendo al verlo irse. Engullí las lágrimas y volví a me cuarto cuando el taxi se fue. Me tiré a la cama y tapé mi cara con la almohada. Algo dentro de mí decía que algo cambiaría cuando nos volveríamos a vernos. Lo nuestro era algo tan secreto, prohibido y raro que quizás no pasase de un amor de verano. Sea lo que fuera sabía que Simón era diferente de los demás que ya había conocido y que valía la pena. Lo quería con todo mi corazón, pero difícilmente lo diría eso. Creo que estaba enamorada de él.

En aquella noche, bajé las escaleras y fui hasta el balcón donde siempre nos quedábamos. Ahora solo quedaban nuestras memorias y una canción por terminarse. Vi Matteo de lejos, pero no estaba solo. Fruncí el ceño sin creer en lo que estaba viendo. Él se acercó y yo me levanté, encarándolo.

- Matteo, ¿Qué haces? – Pregunté y él pidió que las dos chicas nos dejaran solos.

- Hola Ámbar. – Él dijo burlándose de mí. - ¿Qué te pasa?

- ¿Qué haces con esas chicas? – No podía creer que él enserio estaba haciendo eso a mi amiga.

- ¿Estás celosa? – Él preguntó riéndose de mí. – No sabia que eras celosa, Ámbar.

- No estoy celosa. – Rechacé rápidamente. – Yo solo me preocupo por Emilia.

- No le digas nada a Emilia o te vas a arrepentir. – Matteo me provocó. – Creo que no quieres que Emilia sepa de lo tuyo con Simón.

- No serias capaz de hacerme eso. – Lo encaré. – No digas nada a Emilia.

- Yo no digo nada a Emilia, tu no dices nada a Emilia y tenemos negocio cerrado. – Él sugirió y yo tuve que acéptalo. – Es siempre muy bueno hacer negocios contigo.

- Yo no puedo decirte lo mismo. – Rodé mis ojos.

- Si te interesa participar de la fiesta, estaremos en mi cuarto. – Matteo parpadeó uno de sus ojos. – Te estaremos esperando, rubia.

- Solo váyase de aquí antes que algo me haga cambiar de opinión. – Pedí. – Y no me dirijas la palabra.

- Desearía que fueras tu en el lugar de ellas. – Él se acercó y susurró.

- Aléjate de mí. – Lo empujé y Matteo se rió.

- Vamos, chicas. – Él llamó las dos y se fueron.

Rodé mis ojos al verlo subir las escaleras de la mansión con las dos chicas y suspiré. Algún día deseaba poder decir todo eso a Emilia. Me quedé un tiempo afuera de la mansión y después volví. Subí las escaleras, entré al cuarto y lo cerré con llave. Me tiré en la cama y apagué las luces. Cerré los ojos y escuché algo de mi teléfono. Abrí los ojos y agarré mi celular lo más rápido que pude. Las esperanzas que tenia de que fuera Simón se acabaron en la hora que vi que era un mensaje de Emilia. Ella me estaba contando sobre el desastre que fue la boda de su hermana y que en días llegaría a la mansión. Me sentí mal por tener que verla cerca de Matteo sin poder decirte nada y encerré la conversación. Decidí dormir y eso lo hice.

JUEGOS | Fanfic Simbar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora