Capítulo 38: Nuevas Reglas

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Ámbar

Estaba cenando en un restaurante con Alfredo y Sol. Ella no estaba contando sobre su intercambio cuando mi teléfono empezó a sonar. Mi abuelo me miró con una cara fea y yo le sonreí. En la hora de la cena, no hay teléfonos. Era la regla.

- Perdón, olvide de ponerlo en silencio. – Me justifiqué y Alfredo me sonrió. - ¿Qué estabas diciendo, Sol?

- Estaba diciendo que su cultura es muy distinta de la nuestra. – Ella reportó sorprendida. – Cuando llegué y vi todos aquellos platos distintos de comida, me sentí en el paraíso.

- Siempre pensando en comida, Sol. – Mi abuelo movió su cabeza de forma negativa mientras reía. Mi teléfono empezó a vibrar en la mesa y Alfredo me encaró.

- Creo que es algo importante. – Dije. – Me está llamando desde que salimos de casa.

- Déjala contestar, abuelo. – Sol le pidió. – Puede ser algo importante.

- Ok, pero no tardes, Ámbar. – Él me pidió y yo asentí yendo al baño.

Miré al teléfono cuando llegué al baño y vi que era Simón. Él me había mandado un millón de mensajes y otras mil llamadas. Pensé en llamarle de vuelta, pero resolví esperarlo. No tardo más que dos minutos para que Simón me empezara a llamar de nuevo.

- Hola. – Dije al contestar.

- Hola, ¿Me dices? – Simón preguntó enojado. – Estoy intentando hablar contigo desde la hora del almuerzo.

- Perdón, estaba ocupada. – Mentí. – No podía contestarte. Además, yo estaba bloqueada.

- No vamos hablar de eso. – Él me pidió y suspiró. – Ella me dijo que Hernández es el apellido de su padre. El de la madre ella no me quiso decir.

- ¿Ella te dijo algo más? – Cuestioné. – No sé, como habló algo de su madre o de hermanos.

- Ella dijo que no le gusta hablar de su madre porque la extraña. – Solo me quedé en silencio. – Y de los hermanos ella dijo que no tiene, pero me dejó una pulga en la oreja.

- ¿Y por qué?

- Porque primero me dijo con rabia que no tenía una hermana y después habló de los hermanos, que también no tiene. – Simón relató y yo solo asentí. – Creo que no hay nada más que te interese.

- ¿Crees que ella se dio cuenta que estabas preguntas esas cosas por algún motivo? – Interrogué y Simón se quedó callado. - ¿Simón?

- Creo que sí, Ámbar. – Él confesó al fin. – Creo que no soy muy bueno en esas cosas. Ella se quedó muy desconfiada de todo.

- Pero, ¿Por qué no le hablaste tranquilo? No hay prisa. – Rodé mis ojos. Simón era muy ansioso y sin dudas le había hecho preguntas demás. – Pero, ok, gracias. Voy intentar descubrir algo sobre Hernández.

- No hay. – Él se adelantó. – No hay ningún perfil de ella en las redes con ese nombre. Ella me dijo que no le gusta ese apellido. Quizás su perfil está con el apellido de su madre.

- Entonces, tenemos que averiguar cuál es el apellido de su madre. – Sonreí.

- Ámbar, ten cuidado. – Simón pidió con la voz rara. – Ella puede querer hacerte algo. Cuídate.

- Ella no me va hacer nada. – Afirmé. – Lo único que ella quiere es atingirme en mi punto débil. Y ya lo hizo.

- ¿Y cuál es tu punto débil? – Simón me preguntó y yo sonreí, balanceando mi cabeza de forma negativa.

- Tengo que irme. – Dije y él empezó a pedirme que no colgara la llamada. – Mi abuelo ya debe estar enojado con mi demora.

- No, necesito decirte algo.

- Chao. – Colgué la llamada y volví a la mesa.

- ¿Quién era? – Alfredo preguntó cuando me senté.

- Un amigo. – Respondí y Sol me encaró. – Sí, Sol.
- Ámbar, creo que es la hora que conozcas las reglas de Dua Lipa. – Ella cruzó sus brazos. – Ya has infringido la primera.
- ¿Que reglas son esas, Sol? – Alfredo preguntó y ella se rió. - ¿Es algún código?
- Si, abuelo. – Sol confirmó y volvimos a cenar.

Después de la cena volvimos a casa. Sol subió las escaleras junto a mí y entré en mi cuarto. Escuché alguien golpeando mi puerta. Abrí la puerta y vi Sol. Ella me miró y entró a mi cuarto.

- ¿Pasó algo? – Pregunté y Sol asintió.
- Alfredo me dijo sobre la busca que estás haciendo sobre tu verdad. – Ella susurró. – ¿Hay algo que yo pueda hacer para ayudarte?
- La verdad es que sí. – Confesé. – Sé que ya viste tus fotos de chica un millón de veces y bueno... ¿Sabes si hay alguna foto tuya con un lazo rojo?
- Sí. - Sol prontamente confirmó. – Hay muchas fotos con un lazo rojo. Incluso, tengo una con mi mamá y tú en mi celular. - Sol sacó su teléfono del bolsillo y me mostró la foto. – ¿Pero en que ese lazo rojo te ayuda?
- Tuve un recuerdo de cuando Sharon me robó y vos estabas en él. – Dije y Sol solo accedió. – Pensé que nos habíamos conocido en la adolescencia, pero no.
- No, nos conocimos desde chiquitas. – Ella me sonrió. – No sé qué pasó, pero me estoy sintiendo bien a tu lado esos días. Estás muy distinta de lo que siempre fuiste.
- Vos también. – Fue mi vez de sonreírle.
- Ahora hablemos de las reglas de Dua Lipa.
- No hace falta. – Reí. – Él me está ayudando a buscar la verdad.
- Eso solo me parece una excusa para encontrarse. – Ella cruzó los brazos y me miró por el rabillo del ojo. – Ámbar, creo que ese chico ya está en crisis con la otra y te quiere de vuelta. Ningún chico se hace el amiguito de una ex, teniendo novia. – Sol constató. – Pero ni dejes que él se acerque de ti de esa forma, ¿ok? Si él quiere estar contigo, tiene que ser como la numero uno y no, la suplente. Eres una Benson.
- No creo que él me quiera de vuelta, pero jamás me rebajaría y sería la otra. – Dije segura. – Tengo que ser la numero uno siempre. Soy una Benson.
- Recuerda de las reglas de Dua Lipa. – Sol volvió a hablar de las reglas y me reí. – No te dejaré hacer ninguna tontería.
- Ok, gracias, prima. – Agradecí y nos abrazamos.
- Ahora me voy, pero me quedaré muy atenta en ti, señorita. – Sol me amenazó.
- No haré nada estúpido. – Prometí a mi prima y ella me soltó.
- Buenas noches. – Ella camino hasta mi puerta y me hizo señas riéndose.
- Buenas noches. – Respondí y ella apagó las luces, yéndose.

Después de haber prometido a Sol que no haría nada estúpido, Simón empezó a llamarme y le contesté de primera.

- Hola. – Dije.
- Hay cosas que no puedo decirte por aquí. Tenemos que encontrarnos. – Él dijo en tono misterioso. – No puedo llamar la atención de los chicos, por eso estoy susurrando. ¿Te puedo ver ahora?
- No. – Negué inmediatamente. – Todos aún están despiertos y no creo que se vale el riesgo de que ellos te vean aquí.
- Entonces mañana bien temprano. – Simón pidió. – Necesito decirte algo y quiero que tengas mucho cuidado.
- Debe ser realmente muy importante porque hasta me desbloqueaste el número. – No logré contenerme. Aún me parecía muy infantil que él me hubiera bloqueado.
- Te veo mañana. – Él me ignoró y yo me reí.
- No te dije que voy. – Jugué.
- Sé que vas a ir. – Simón me respondió.
- Buenas noches. – No le respondí nada.
- Tu amigo Tiburón te desea buenas noches. – Simón dijo y yo colgué la llamada.

Quizás yo realmente debería conocer las reglas de Dua Lipa. No debería haber contestado a mi ex. Rodé mis ojos imaginando lo que Sol me diría y me tiré en la cama. Suspiré y abracé mi almohada. Ya no estaba tan afectada por él, pero aún estaba. Tenía que mantener la calma y no hacer nada estúpido de nuevo.

JUEGOS | Fanfic Simbar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora