Capítulo 29: Yo soy tu...

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Ámbar

Por la tarde, Alfredo me llamó para un paseo en el centro comercial. Como Simón estaba trabajando y no me encontraría, decidí aceptar. Caminamos por todo el lugar y Alfredo me compró algunas ropas. Me detuve en una tienda de gorros, gorras, sombreros y otros accesorios. Entré en el lugar y compré la más bonita que encontré. Planeaba dárselo a Simón mientras me declaraba, porque aun recordaba que a él le gustaban esas cosas.

En la noche, mandé un mensaje a Simón y pedí que nos encontrásemos en el parque. Llegué primero y me senté en el banco repasando todo lo que quería decirle. Simón llegó y se sentó a mí lado. Sonreí y me acerqué dándolo un beso, pero él no correspondió.

- ¿Qué te pasa? – Pregunté y Simón movió su cabeza negativamente.

- Estoy cansado. – Él se justificó y yo le encaré. – Perdón, el trabajo me está matando.

- ¿Y estás tan cansado que no me puedes dar un beso? – Cuestioné y él forzó una sonrisa. – Fui al centro comercial con Alfredo y te compré algo.

- ¿Para mí? – Él parecía sorpresa, yo solo asentí y le extendí la bolsa de regalo. – Gracias, Ámbar. – Simón agradeció y abrió el saco. - ¿Un gorro?

- Sí, porque sé que a vos te gustan esas cosas. – Dije y él me sonrió. – Y recuerdo que cuando salimos por la primera vez, yo te dije que sacara el gorro y desde entonces nunca más te vi con ninguno y me sentí re culpable.

- ¿Aun recuerdas eso? – Simón preguntó y yo accedí. Él se acercó y me dio un beso rápido. – Yo también recuerdo nuestras vacaciones y las extraño un poco.

- Hay algo que te quiero decir hace unos días y nunca logro decirle. – Miré a Simón fijamente y él frunció el ceño. – No es fácil, pero... Yo... - Hice una pausa. – Eso parecía más fácil en mi mente.

- Decime. – Él pidió y yo bajé la cabeza.

- Bueno, Simón, es que... - Estaba cerca de decirle, pero su teléfono empezó a sonar. Toda mi valentía se está yendo. – Contéstalo.

- Perdón, es solo un minuto. – Simón dijo y contestó la llamada. – Hola, ¿Cómo estás? Sí, estoy libre. Te encuentro en un rato. – Él colgó la llamada y puso su teléfono en el bolsillo.

- ¿Quién era? – Interrogué. - ¿A quien vas a encontrar en un rato?

- Alisha. – Simón respondió y yo reí. Él no estaba hablando en serio conmigo.

- Te estoy preguntando de verdad. – Seguí sonriendo.

- Y yo estoy contestándote de verdad. – Él miró a otro lado. – Es que yo voy a empezar a darle clases de guitarra.

- ¿Me estás diciendo que vas a irse de nuestra cita para encontrar a una chica que conoces hace unas horas? – Perdí los estribillos. - ¿Me estás diciendo que preferís a ella?

- No. – Simón negó moviendo su cabeza negativamente por sucesivas veces. – Pero yo ya tenía prometido a ella, Ámbar. Lo siento, pero no puedo fallar con ella.

- ¿Y puedes fallar conmigo? – Me levanté del banco. – Simón, vos la conoces hace algunas pocas horas y me estás dejando plantada para irse encontrar con ella. ¿Qué te pasa?

- Lo siento, Ámbar. – Él volvió a repetir. – Nosotros podemos encontrarnos después de nuevo.

- ¿Y por qué ella no puede esperar? – No podía creer que aquello estaba pasando. – Simón, si vos aún no te diste cuenta, yo soy tu... - Me interrumpí. Yo no era nada.

- Eres mi... - Él intentó hacerme decir lo restante. - ¿Qué eres, Ámbar?

- Soy tu mejor amiga. – Me forcé a pronunciar aquellas palabras. – Soy la persona que está a tu lado y que te quiere decir algo muy serio.

- Decime de una vez. – Simón pidió y yo negué. – Entonces, ¿es así?

- No tengo como decirte eso ahora. – Me rendí. – Váyase a encontrar con tu amiguita y después hablamos y te digo todo.

- ¿Te vas a quedar molesta conmigo por eso? – Moví mi cabeza negativamente. – Eres irreemplazable. – Simón se fue y yo le forcé una sonrisa. Él estaba se portando de forma muy rara y no me estaba gustando para nada esa proximidad con la chica nueva.

Por la mañana después del pésimo entrenamiento con los Red Sharks, fui en dirección a la cafetería lista para matar a alguien. En revés a los otros días, no dormí bien y desperté peor aún. El entrenamiento había sido pésimo porque yo no lograba concentrarme. En pocos días teníamos una presentación y Juliana amenazó sacarme de esa aparición. Simón no me había llamado después de dejarme plantada para dar clases de guitarra a la chica nueva y esto me estaba consumiendo en odio. Cuando estaba llegando a la cafetería, alguien se chocó conmigo y derramó jugo de maracuyá en mi ropa. Miré hacía arriba y Alisha me sonrió.

- Perdón, Ámbar, fue un accidente. – Ella dijo con una risada cínica. – Perdóname.

- ¿Qué me hiciste, perra? – Vociferé. – Primero, que odio al maracuyá nefasto y segundo que te voy a matar.

- Fue un accidente, Ámbar. – Alisha repitió. – Y ya te pedí perdón. Sorry.

- No fue un accidente. – La encaré. – Sé muy bien que es lo que estás haciendo. – Susurré.

- No necesitas hablarme así, perdón. – Alisha lloriqueó y todos se volvieron para mirarnos.

- No te dije nada. – Volví a susurrar.

- Perdón. – Ella siguió lloriqueando. – Perdón, Ámbar, no va a pasar de nuevo.

- ¿Qué pasa? – Simón preguntó acercándose. – Ámbar, Alisha ya te pidió perdón.

- Buenísimo. – Dije irónica. – Ahora mi día esta completo. Gracias, Simón, pero no necesito de tus consejitos de vida.

- Ámbar, no le hables así. – Alisha pidió entrometiéndose en nuestra conversación. – Simón solo está intentando ayudarnos y yo ya te pedí perdón muchas veces.

- Ámbar, perdónala. – Simón me pidió y yo sonreí sin creer que aquello en serio estaba pasando. – Alisha solo estaba distraída y se chocó contigo.

- Todo bien. – Forcé una sonrisa. – Fue solo un accidente. Te perdono, Alisha.

- Gracias. – Ella me sonrió y abrazó a Simón. Eso ya estaba yéndose lejos demás. - Yo te ayudo a limpiar eso, Ámbar. -  Alisha sonrió a Simón, que le devolvió la sonrisa. – Vamos.

Solo acompañé a Alisha en silencio. Entramos en el baño y ella abrió el grifo.

- ¿Viste como Simón me mira y me sonreí? – Ella preguntó mientras me ayudaba a limpiar mi ropa. – Creo que me estoy enamorando de él y él también.

- Si, claro, en tus sueños. – No aguanté y la respondí. – Yo sé muy bien que estás intentando ponerlo contra mí. Pero no vas a conseguir.

- Ayer estuvimos tan cerquita. – Alisha me ignoró y siguió diciéndome cosas que no me importaban. – Nadie puede separarnos. Tenemos algo que nos une.

- Lo que ustedes tienen, nosotros tenemos mil veces más. – Cerré el grifo.

- Él también me dijo que se está enamorando de mí. – Ella sonrió. – Que se interesa por mí y que podemos tener algo a más.

- Escúchame, Alisha. – La empujé hasta atrápala en un rincón del baño. – Yo no jugaría conmigo si fueras vos. Lo que estás intentando hacerme, yo puedo hacer mil veces peor.

- No contaría tanto con eso, Ámbar. – Alisha se apartó y me amenazó. – Yo creo que te puedo hacer algo mil veces peor. Ya quedó muy claro hoy de qué lado Simón está.

Ella se fue del baño y yo me encaré en el espejo. Necesitaba hablar con Simón y aclarar eso todo. Volví a la cafetería y pedí para hablar con él. Simón me dijo que estaba muy ocupado trabajando y que no podía hablar conmigo en aquel momento. Le susurré al oído diciendo que tendríamos una charla definitiva en la noche. Y él solo acordó sin decirme nada más.

JUEGOS | Fanfic Simbar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora