Capítulo 14.1: Badly Elfy.

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~Melf~

Cuando consigo despegarme de esos tres, salgo corriendo hasta casa y entro en mi habitación sin apenas parar para recuperar el aliento. A pesar de el comienzo complicado en el que el hombre lobo me ha descubierto fingir estar durmiendo y me ha interrogado como si fuera un sospechoso policial, lo cierto es que Jason, Matthew y Alice no son malas personas. Y eso me hace dudar de lo que tengo que hacer.

Como si escuchase mis pensamientos, una sombra inunda mi habitación, consumiendo toda la luz que entra de la ventana.

– ¿Qué has descubierto de esos tres? —Me pregunta Shax, marqués del Infierno y señor de mi alma.

– Nada. —Respondo cabizbajo, sin poder mentir— No me han dicho nada que ya supiera... Ni siquiera he tenido tiempo de preguntarles nada. No sé qué es eso que tanto desea, mi lord, pero al menos les he caído bien así que será más sencillo arrebatárselo.

– Lo que quiero no puede arrebatarse, estúpido inútil. —Shax apreta sus puños, haciéndome daño— Necesito poseer el alma del hombre lobo. Es especial. Una alma como la suya sólo aparece cada milenio...

– Yo le conseguiré el alma del hombre lobo, mi lord.

– No, Melf... Acabarán descubriéndote y te eliminarán. Así que no te encariñes, que ya puedo escuchar las dudas en tu mente. Aunque, hay algo que sí puedes conseguirme. El colgante de la bruja. Todavía no lo tiene en su poder, pues es resguardado por su madre, pero pronto se lo dará. Eso sí, ten cuidado con el vampiro. Es muy observador.

– No se preocupe, mi lord. No maté a tantos seres mágicos para que me venzan tres adolescentes.

– Recuerda que el vampiro tiene casi tres siglos de edad, no es el crío que aparenta ser. —Y, dicho eso, el demonio desaparece, dejándome sólo una vez más.

Al mirarme en el espejo, veo que el colgante que llevo al cuello se ha roto y es que me lo dio mi señor para poder mentir si la bruja me echaba un hechizo de la verdad. Lo cierto es que pasé mucho miedo, porque no estaba seguro de que funcionase y terminase balbuceando mis desgraciadas verdaderas intenciones, pero al final había salido todo a salir de boca.

Aunque, ¿realmente quiero seguir a merced del demonio? Es verdad que no puedo escapar, pues hice un trato hace mucho tiempo con él y ahora estoy atado para siempre a su voluntad. Y todo por obtener algo que ya no necesito? Fue una estupidez que me lo ha costado todo.

Incapaz de concentrarme en mi objetivo, decido salir a pasear con mi cuaderno de dibujo bajo el brazo. Justo al pasar por el hospital, encuentro un camino que se adentra al bosque que parece prometedor. Al llegar a un lago acristalado, me siento sobre una gran roca en el borde del agua y comienzo a pintar la escena frente a mí.

De repente, una mujer aparece de bajo el agua. Su cabello era de color café y ondulado por el movimiento del agua. Sus ojos negros resaltan con su tez de piel y sus labios finos dibujan una línea horizontal casi perfecta. En su espalda, dos alas blancas brillan con intensidad, mientras que gotas de agua caen con delicadeza sobre la superficie del lago, que produce el movimiento que ondula su cabello.

Sin duda, es la ángel de agua más bella que he visto jamás. Las ángeles de agua eran hijas de un ángel y una ninfa. Su aspecto físico es similar al de las ninfas de agua, pero con el extra de las alas blancas.

Completamente inspirado por ella, comienzo a dibujarla con rapidez y precisión, al mismo tiempo que observo cómo camina hacia mí, hasta quedarse a centímetros de la roca en la que estoy. Aunque no muestra autoridad, lo cierto es que me genera cierto respeto, por lo que no puedo evitar tragar saliva, nervioso de su presencia.

– Eres un elfo, ¿verdad? —Me pregunta, con la voz más dulce que he escuchado nunca— ¿Qué hace un elfo en una ciudad como esta? ¿Te fugaste de tu hogar?

– Pues...

– Era una pregunta retórica, Melf. Sé que sigues las órdenes de Shax, el marqués del Infierno. Pero sé que podrías dejar de obedecerle...

– ¿Y que me mate? No, gracias...

– Morir es el final de toda criatura, Melf. Ningún ser inmortal lo es para siempre. Si sigues obedeciendo sus órdenes, terminarás muriendo por algo en lo que no crees y por manos de aquellos que podrías haber considerado tus amigos. Existe la forma de salvarte, pero debes encontrarla por ti mismo si realmente crees merecer la salvación.

La ángel de agua se da media vuelta con la gracia de una pluma que flota en el aire y vuelve a caminar hacia el interior del lago, hundiéndose a cada paso. Aunque mi mano sigue dibujando su esbelto cuerpo rodeado por ese vestido blanco, mi cuerpo reacciona por sí sólo, metiéndose en el agua.

– ¿Volveré a verte? ¿¡Cómo te llamas!?

– Mi nombre es Aria. Y sólo el tiempo dirá si volveremos a vernos, Melf.

Mi nombre pronunciado por sus labios suena como un intenso eco que poco a poco va desapareciendo hasta que el completo silencio toma el control del lugar. Bajo la mirada a mi dibujo y observo el reflejo de la majestuosidad y belleza que Aria emite desde que ha surgido del agua.

Con el corazón mucho más relajado y con la duda de si merezco o no realmente ser salvado, vuelvo a casa y cuelgo el dibujo frente a mí cama, para poder verlo cada vez que me despierte. En mi cabeza se amontonan miles de preguntas. Preguntas sobre si volveré a verla, sobre si sería capaz de desobedecer a mi señor sin morir, sobre qué era eso que debía hacer para conseguirlo...

Cansado de tantas preguntas y tan pocas —para no decir ninguna— respuestas, cierro los ojos y caigo rendido a Morfeo. Ahora mismo, solamente quiero descansar. Ya pensaré más tarde sobre lo que podía hacer para salvarme y no acabar muerto. Pero algo me dice que esos tres tienen algo que ver en todo esto. Porque, si no, ¿para qué va Shax a querer el alma de un simple hombre lobo?

Amor Entre Sombras [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora