Capítulo 30: Broken trust.

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~Jason~

Ian Fitzgerald es, sin duda, la persona más peligrosa a la que nos hemos enfrentado hasta ahora. A su lado, el Marqués del Infierno parece amable y todo. Y es que, como venganza de haber defendido a Matthew y haberle dado una sola vez, ha secuestrado a Sheila para hacerle daño a Thomas. Ni siquiera a nosotros, sino a él. Además, mató a Raúl y, muy posiblemente, a Josh seguramente para confirmar sus sospechas de que eran los White quienes me protegieron estos últimos cuatro años.

– Tranquilo, Tom... —Le dice Matthew, tomando su brazo antes de entrar en una capilla en ruinas en el bosque— Nosotros nos encargamos de él.

– Esta pelea con Ian es mía, Matty.

– No desde la madrugada de ayer, no. —Digo yo, sonriendo— En cuanto nos atacó, en cuanto nos dijo que había matado a Raúl, lo que le haya pasado a Josh... Si los ha matado por mi culpa, por estar enamorado de tu hijo, o por haberle pegado... Entonces estamos involucrados.

Una vez dentro, nos encontramos con un interior igual de en ruinas que el exterior. Las estatuas y figuras santas están rotas o destrozadas en el suelo, las raíces de los árboles se han hecho paso por las paredes del edificio y la gran vidriera apenas tiene ya cristales. Lo único que parece estar en condiciones son los bancos repletos de vampiros y el altar en el que está sentado Ian.

– ¡Ian! —Exclama Thomas, señalándolo con el dedo— ¡Voy a partirte la cara, cabrón! ¿¡Dónde está Sheila!?

– Estoy seguro de que te gustaría saberlo... Vaya, si me has traído al chucho.

– ¡No le llames así! —Grita Matthew, dando un paso hacia delante.

Algunos valientes, o estúpidos más bien, se lanzan contra nosotros, pero Thomas los derrota como si fueran plastilina. En cinco ágiles movimientos ha derrotado a cinco de ellos, haciendo que los demás se vuelvan a sentar. Yo tengo una idea loca, por lo que miro a los dos muchachos y comienzo a acercarme a Ian, que me mira sorprendido.

– JJ, ten cuidado... —Me dice Alice, haciendo que la mire y asienta con la cabeza muy despacio.

– Vaya, vaya, ¿el perro viene a arrodillarse?

– No, Ian. —Respondo, con firmeza— El perro viene a sanar tu corazón...

– ¿¡Cómo!?

Una vez llego al altar, estrecho a Ian entre mis brazos, haciendo que todos los vampiros se levanten de los bancos. Matthew, Thomas y Alice se colocan en posición defensiva, pero ninguno da el paso para desatar la disputa.

– ¡Suéltame, chucho!

– Siento mucho que un hombre lobo haya traicionado tu confianza y matase al amor de tu vida, Ian, pero no todos los hombres lobo son perros salvajes. No puedes odiarlos a todos por los actos de uno, igual que yo no puedo odiar a todos los vampiros por los tuyos.

– ¡Cállate! ¡No sabes de lo que hablas!

– En realidad, sí lo sé, Ian... Verás, como Sanador, he soñado contigo. Soñé con ese día. Ibas a pedirle matrimonio, estabas nervioso, algo que no has sentido en mucho tiempo. Kat estaba espectacularmente guapa esa noche, iba con un vestido negro de encaje y se había maquillado, resaltando sus fríos ojos azules.

– N-no es posible...

– Sabías que estaba así de guapa por Thomas, no por ti, pero tu amor era tan grande que preferiste ignorar el hecho de que Kat estuviera enamorado de tu mejor amigo. La llevaste a un restaurante de su ciudad y justo cuando ibas a sacar el anillo, con miedo de que te dijera que no, ese hombre lobo interrumpió vuestra cita, confesando su amor por Kat. Y, ella lo rechazó. Eso lo enfadó y os peleasteis.

Amor Entre Sombras [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora