Capítulo 59

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—Ha pasado casi una semana desde que dijiste que te arreglaste con tu novia, y aún no la hemos conocido, ¿por qué no la traes, Kurt?—preguntó Dave impaciente, a la vez que guardaba sus baquetas en la mochila y colgaba esta en su hombro.—Quiero conocer a mi cuñada.

—Queremos conocerla.—recalcó Krist acercándose al rubio y pasando un brazo por su hombro.—Prometemos no burlarnos de ti cuando la traigas.

—Prometan todo lo que quieran, no voy a traerla aquí.—replicó el rubio guardando su guitarra en el estuche.—Oh, por cierto, ¿por qué Taylor no vino?—intentó cambiar de tema.

—No hagas ese truco, no funciona con nosotros.—el bajista rió.

—Cómo digan.

—¿Pero por qué no quieres traerla? No te la vamos a robar.—volvió a preguntar Dave como un niño pequeño.

—Ella no quiere venir.

—¿Acaso piensa que somos mugrosos y tenemos piojos? El único aquí que no se baña es Dave.—soltó Krist causando una risa por parte de sus compañeros.

—Anoche si me bañé, no digas estupideces.

—Por primera vez en la semana, mugroso.

—Bien, ya está, a nadie le importa que Dave sea un sucio asqueroso.—bromeó el rubio y Dave fingió hacerse el ofendido, cruzándose de brazos y mirando a un costado.—Lo que si importa aquí es que Taylor no apareció.

—Si, es un poco raro.—Dave asintió pensativo. ¿Por qué ese rubio aún no vino a visitarlos como todos los días?

Al cabo de un rato Krist y Kurt se marcharon del estudio, mientras el baterista se había quedado esperando a su nuevo amigo. En poco tiempo desarrolló un cariño especial por Taylor y disfrutaba su compañía de todos los días, aunque a ambos les costaba admitirlo.

Era extraño que ese rubio aún no hubiera aparecido, aunque Dave sospechaba que en parte era por su actitud infantil, y en realidad así era. Taylor estaba harto de demostrar su interés en el baterista, mientras que este no captaba sus indirectas o solamente se fijaba en Krist a pesar de saber que nada podría pasar entre ambos.

Lo que Taylor sentía por Dave era algo más allá de lo físico, él realmente se sentía atraído por el baterista de Nirvana desde la primera vez que escuchó su forma explosiva de tocar su instrumento en el álbum Nevermind.

Pero a pesar de estar molesto, Taylor no resistía un día sin ver a ese morocho de cabello largo que tanto le gustaba, a pesar de su estupidez, no podía dejar de quererlo, aunque le dolía saber que este no tuviera ojos para él.

—Dave...—soltó este al atravesar el marco de la puerta del estudio y ver al morocho sentado en el suelo, jugando con sus baquetas mientras en sus labios traía un cigarro.—Hola.

—¡Viniste!—Dave pegó un salto del suelo y se acercó al rubio para darle un fuerte e inesperado abrazo, que Taylor tardó en corresponder debido a la sorpresa que este gesto le había dado.—Creí que hoy no vendrías.

—¿Y desde cuándo te interesa tanto verme, eh?—preguntó el rubio intrigado, aún sin soltar a Dave del abrazo.

—Somos amigos, Taylor, siempre me agrada verte.—el morocho separó el abrazo y se sentó sobre el sofá que había en un rincón. Taylor lo imitó.—¿Por qué tardaste tanto? A todos nos pareció raro no verte aquí.

—Es que no me sentía muy bien hoy.—contestó el rubio casi en un hilo de voz.

La idea de venir y encontrarse con Krist no le agradaba demasiado tampoco, porque cuando el bajista estaba presente Dave sólo tenía ojos para él.

Get in the ring «Nirvana+GN'R»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora