Get in the ring «Nirvana+GN'R»

Capítulo 23

La noche iba a ser larga y repleta de alcohol para Slash y Duff, que habían ido a un bar a festejar el ingreso del nuevo baterista a la banda, Matt. Aunque Axl se había declarado en contra de esa idea, al guitarrista no le importó en lo absoluto y se fue junto a su compañero. Por otra parte, Izzy había decidido no ir, ya que aquellos bares repletos de mujeres, bebidas y drogadictos dejaron de ser de su agrado.

Los tres miembros de Guns N' Roses se encontraron en la puerta del bar y entraron juntos. Apenas pusieron un pie dentro del lugar y el aroma a cigarrillos y alcohol llegó a sus narices.

—Bien chicos, a emborracharnos hasta olvidarnos las penas y no poder caminar.—dijo Slash sonriente encaminándose a la barra, seguido por sus compañeros.

*****

Luego de tener un debate dentro de su mente, Axl decidió visitar a Kurt, o al menos intentarlo. No tenía nada qué perder, después de todo ni siquiera eran amigos.

El pelirrojo ya se encontraba frente al cuarto de Kurt, armándose de valor para tocar su puerta  y estar junto a él en este doloroso momento. Más que nunca deseaba estar junto a Kurt, porque, ahora mismo, creía ser la única persona que comprendía realmente por lo que él estaba pasando.

Tomó aire, exaló y luego le dió unos leves golpes a la puerta. Las manos de Axl sudaban de los nervios y en parte se arrepentía de venir, tal vez el rubio no quiere ver a nadie ahora, mucho menos a él. <<¿Para qué mierda viniste, Axl?>> pensaba el pelirrojo para sus adentros.

Al no obtener respuesta, volteó para volver al ascensor y justo escuchó la puerta abrirse.

—¿Quién e...? ¿Axl?—Kurt frunció su ceño intrigado y el pelirrojo volteó a verlo. Era el mismo Kurt Cobain que conocía, pero algo no andaba bien en él, Axl lo notaba. No tenía el mismo brillo en sus ojos azules que antes.

—Hola.—susurró acercándose unos pasos.

—¿Qué mierda haces aquí?—el rubio se cruzó de brazos esperando una respuesta.

—Y-yo...—como siempre, los nervios jugaban una mala pasada en Axl.—Yo sólo...—miró a un costado mientras buscaba las palabras correctas.—No lo sé, yo sólo quise venir a verte.

—¿Por qué?—preguntó Kurt, frío, sin dejar de observarlo, lo que incomodaba más y más al pelirrojo.

—Es que vi en las noticias lo que te sucedió y, no lo sé, quise saber cómo esta...—fue interrumpido.

—¿Acaso sientes lástima por mi?—volvió a preguntar Kurt, con un tono aún más molesto que antes. Axl negó con su cabeza torpemente.

—N-no, yo sólo quería...

—Si sientes lástima por mí dejame decirte que no me interesa.—soltó serio.—He pasado por cosas horribles y salí adelante yo solo, Axl. Estoy seguro de que podré hacer lo mismo de nuevo.—intentó cerrar la puerta pero Axl lo detuvo.

—Yo también he pasado por cosas horribles, Kurt, y estar solo no es la solución, créeme.—el rubio observó a Axl a sus ojos y parecían estar al borde del llanto, haciéndolo lamentarse por cómo lo estaba tratando. Kurt estaba siendo una mierda con él, y lo sabía. Se estaba convirtiendo en alguien despreciable, que sólo buscaba su propio bien y lastimaba a cada persona que se cruzara.

Éste no era Kurt Cobain, sino un ser despiadado que hería a cada uno que intentara ayudarlo a superar sus males.

—Tal vez tienes razón.—susurró apartando la vista de los ojos de Axl. El pelirrojo sonrió al escucharlo.

—Entonces... ¿me dejarás ayudarte?

—No, Axl.

—¿Por qué no?—la sonrisa de su rostro se esfumó.

—Yo no soy tu problema, no es tu deber ayudarme.

—Pero yo quiero...—Axl intentó explicarle pero fue interrumpido de nuevo.

—¿Por qué insistes tanto? ¿Acaso no entiendes de que no es tu deber?—rió burlón.—Es más, tal vez ni siquiera entiendas el increíble dolor que estoy sufriendo ahora.

—Yo si sé por lo que estás pasando, Kurt.—susurró el pelirrojo ya sin ánimos.

—¿Lo sabes?—replicó dudoso el ojiazul y Axl asintió.

—Pasé por lo mismo que tú y no pude salir adelante por mi cuenta. Necesité ayuda.—la expresión de Kurt parecía más relajada ahora. Tal vez Axl si podría ayudarlo, pero aún así no confiaba demasiado en él, ni tampoco quería ser una carga para nadie.

—Aún así, no soy tu problema, Axl. No pierdas el tiempo conmigo.

El rubio cerró la puerta frente a Axl, sin darle más explicaciones.

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