034. Annabeth: Viuda.

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Y el dolor.

Lo tengo entre mis brazos un segundo, y al siguiente están vacíos.

"No te voy a dejar sola."

"No digas eso que no puedes cumplir."

Voy a vomitar.

Las lágrimas empapan mis mejillas rápidamente, y mis ojos ya no ven claramente cuando Nico entra al cuartito y se apresura en sacarme de allí.

—Dioses,- Murmuré, con Nico empujándome suavemente por la espalda para guiarme fuera,— Está realmente... Él...

Hay algo que realmente acaba de decantar en mi al ver el alma de mi marido, del amor se mi vida, allí. No va a mejorar y ya no hay nada que hacer.

—No sé si haya sido la mejor idea,— Murmura Nico,— Lo siento, Annabeth.

—No sientas nada...,— Le respondo,— Gracias por esto.

—Quizá no fue lo mejor,— Dice él, apresurando ligeramente el paso,— A veces hay que dejar ir a los muertos y...

Se queda callado cuando vemos dos figuras ir en sentido contrario a nosotros, en el pasillo.

Hay algo adormecido en mi y no responde como debería, no inicialmente. Nunca creí volver a verla, por lo menos no en esta vida.

Tampoco pensé en perder a Percy, y aquí estamos. Debo dejar sé esperar cosas de mi vida.

Cassandra y Perséfone. La sonrisa alcanza los ojos de Cassandra, y parece no notarme, no a esta mujer destruida pero viva que el dios de los héroes conduce fuera del Inframundo.

De un segundo a otro me doy cuenta realmente de lo que estoy viendo.

—Nico,— La voz de Perséfone lo sobresalta, lo siento en la forma en que su mano se carga más sobre mi, como para hacerme ir más rápido,— ¿Vas a hablar con tu padre? Necesito que le digas que...

El silencio entre los cuatro es incómodo, lo sé, pero mi asombro me tiene demasiado ocupada como para hacer algo al respecto.

—Yo te contacto después, 'Séfone,— Dice Nico, las palabras aún no salen de su boca por completo, cuando yo lo interrumpo.

—¿Cassandra?

—¿Annabeth?

Nico está entrando en pánico, y es que esto es lo peor que pudo haber pasado.

—¿Qué haces aquí?— La mano de Alcancé el rostro de Cassandra, y Nico sabe inmediatamente que busco el pulso, y el calor, esas cosas que pueden decir que ese es un vivo,— Esto no es posible, tú... Han pasado años, yo... ¿Cómo es que--

—Cassandra,— La voz de Perséfone se oye fría, estoica, mientras agarra a su hermana por el hombro,— Es hora de irnos.

Sin decir nada más, se van. A pesar de eso, veo a Cassandra resistirse, por lo menos un poco.

—Nico...— Los ojos grises de Annabeth se clavan en él, algo asustada quizá, pero por completo enojada,— ¿Qué hiciste?

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora