Cuarta Parte: Semipermanente.

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— Y soy...-Cass frunce el ceño un segundo, para después soltar una risita.

—¿Qué?— Pregunta él, acariciando su brazo desnudo.

—Yo soy como semipermanente, más que semidiosa.

—No entiendo,— Dice él, pasa delicadamente la yema de sus dedos sobre el abdomen de la chica.

La chica. Su chica.

—Yo... No envejezco, o algo así. Antes lo hacía, pero ella logró detenerlo, entonces... Semipermanente, porque aún así puedo morir. 

—¿No envejeces nunca?

—Ahora lo hago,— Cassandra gira por la cama, quedando ahora recostada sobre su estomago,— Cuando ella me dejó aquí, me dio la posibilidad de ser normal,— Acaricia el pecho de Nico, siguiendo el camino que traza con la vista,— Eso incluye, ser semidiosa, pero la mayor parte del tiempo soy semipermanente.

—¿Cuando era que dijiste que volvías al Olimpo? —Murmura él, al observarla dejar suaves besos, yendo cada vez más abajo.

—No lo hice,— Sus ojos conectan con los de Nico, y sonríe mientras su cabello cae por su hombro izquierdo y la luz del sol le da un tono radiante,— ¿Podemos no hablar de eso ahora?

—Cass...— No llega a decir mucho más, mientras ella llega más abajo.

...

— ¿Cassandra?— La suave voz de Hazel llega a sus oídos mientras está sentada en las escaleras de la cabaña de Demeter,— ¿Puedo hablar contigo?

—Claro,— Los ojos de supuesta hija de Demeter se encuentran con los de la hermana de Nico,— ¿Vamos a caminar?

—Claro.

Después de un par de minutos, más alejadas de todo mundo, Hazel deja salir sus preocupaciones.

—Yo... Le dije un par de cosas a Nico cuando supe de ustedes dos.

—Algo así escuche,— Murmura Cassandra, pateando una piedra mientras avanza.

Le gusta patear piedras y usar zapatos. En casa ni siquiera tiene zapatos, son innecesarios cuando el suelo ante ella no tiene nada que pueda dañarla.

—Por favor,— Hazel deja salir una risita,— Viendo lo mucho que mi hermano y tu están juntos ahora, creo que más qué 'algo así' escuchaste absolutamente todo lo que ocurrió.

—No fue lo más amable que pudiste decir, supongo.

Fue una cabrona al decir eso, amargando uno de los días que tenía con él, uno de los menos de 90.

—Cassandra,— Hazel deja de caminar,— No he podido evitar notar lo... Absorbente, que es tu relación con mi hermano.

—¿Qué quieres decir?—Cassandra se detiene igual, y frunce el ceño ante las palabras de Hazel.

—De donde tú vienes... Yo entiendo, que de donde tu vienes, una vez comienzas un amorío con alguien, te dedicas a eso en todo momento, —Hazel mira a otro lado,— Pero así no funcionan las cosas aquí.

—No entiendo qué quieres decir.

—Desde que comenzó esto, Nico y tú apenas hablan con alguien más que no sea el otro.

—Eso es una exageración.

—¿Sabes todo por lo que ha pasado él?

—Por supuesto que lo sé, lo entiendo.

—No lo haces,— No sonríe,— Si lo hicieras, tomarías las distancias necesarias para prepararlo.

—¿Prepararlo para qué?

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora